Hace ya años que venimos advirtiendo sobre los impactos de las plantaciones de eucaliptos y pinos en Uruguay. Hace igualmente años que los “expertos” responden diciendo que nuestras afirmaciones no tienen fundamento. Sin embargo, a medida que la forestación avanza los impactos se vuelven cada vez más visibles.
Una delegación del Grupo Guayubira que visitó la zona de Cerro Alegre en el departamento de Soriano y dialogó con los pequeños agricultores de la zona, pudo constatar la gravedad de la situación en la que se encuentran.
La llegada de las forestales
Las plantaciones de eucaliptos que en la actualidad rodean a toda la zona de Cerro Alegre no llegaron allí por casualidad, sino como resultado de la política forestal del gobierno. En efecto, el gobierno decretó que los suelos de la zona eran de “prioridad forestal” y ello atrajo a los inversionistas, puesto que la plantación en suelos de ese tipo conlleva una serie de beneficios tales como subsidios directos, exoneraciones impositivas y créditos blandos. En particular -aunque no exclusivamente- atrajo a la empresa española ENCE, que plantó unas 7000 hectáreas en la zona.
Si bien los agricultores locales no vieron con buenos ojos la llegada de las forestales, tampoco les preocupó demasiado, ya que nadie les advirtió de los posibles perjuicios que podrían sufrir. Su descontento se basó más bien en lo que ellos consideraron un uso inadecuado del suelo, dado que en su experiencia se trataba de suelos muy productivos y de no “baja productividad” como se los cataloga desde el gobierno para justificar su forestación.
Adicionalmente, consideran una injusticia que mientras ellos -pequeños agricultores- deben pagar importantes sumas por concepto de impuestos, a esas económicamente poderosas empresas se les exonere de los mismos. Pero aparte de eso, no vieron lo que se les venía.
Pocos años después
A los pocos años de la llegada de las forestales y de la plantación masiva de eucaliptos la situación cambió totalmente y ahora los agricultores están luchando por sobrevivir, en una lucha desigual contra el poder conjunto del estado y de las empresas forestales. ¿Por qué ese cambio? Porque los impactos de la forestación han sido tan graves que la opción es entre luchar o -como reiteraba uno de los agricultores entrevistados- vender a cualquier precio y mudarse a Mercedes a vivir en el barrio marginal de Aparicio Saravia.
Dicha situación claramente no coincide con la publicidad oficial y de las empresas, de que la forestación genera empleos y desarrollo económico en las zonas donde se instala. En este caso, la realidad es diametralmente opuesta. Para empezar, la forestación aceleró la emigración. La gente local tiene grabada en sus pupilas la imagen de la destrucción de todas las casas y galpones de los predios adquiridos por las empresas forestales. Las familias rurales fueron sustituidas por eucaliptos, cuya plantación y corta generan pocos y malos empleos. Pero a su vez, las plantaciones trajeron consigo una serie de impactos ambientales que, como veremos a continuación, afectaron gravemente la producción agropecuaria de la zona.
Se acaba el agua
El cambio más dramático fue la desaparición del agua. Contrariamente a las “científicas” afirmaciones de los técnicos al servicio del estado y de las empresas, en Cerro Alegre se constata la desaparición del agua a los pocos años de instaladas las plantaciones. En nuestra recorrida por la zona, pudimos verificar la existencia de pozos totalmente secos -de un promedio de 30 metros de profundidad- en casi todos los predios visitados. Es importante señalar que ninguno de esos pozos se había secado antes, ni siquiera en las peores sequías sufridas en el país. La situación es tal, que la intendencia tiene que enviar camiones cisterna a la zona para abastecer los tanques donde la gente almacena el agua. La napa de agua ha bajado tanto, que cuando en alguna ocasión los funcionarios de la intendencia vertieron el agua directamente en los pozos, estos “se tragaron” toda el agua y al poco rato no quedaba ni una gota. Al mismo tiempo, se han secado cañadas enteras, han desaparecido lagunas, los antiguos bañados están hoy secos.
Pese a lo anterior, los técnicos siguen repitiendo que “no hay estudios científicos que comprueben que los eucaliptos afecten el agua”. Es más, en un estudio pseudo científico, el propio INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) ha “demostrado” que es imposible que los eucaliptos afecten al agua. ¡Que se lo digan a la gente de Cerro Alegre! “Lo eché de mi predio”, comentó uno de los agricultores al contar que un técnico de la Dirección Forestal lo había querido convencer de que el agua había desaparecido porque había llovido menos y no a causa de los eucaliptos. La ciencia puede elaborar muchas hipótesis y tratar de demostrarlas, pero lo único que no puede hacer es ignorar la realidad. Y la realidad es que en este caso se vé a las claras una relación directa entre la plantación de eucaliptos y la desaparición del agua.
Los convidados de piedra
Pero el drama de Cerro Alegre no termina aquí. Al problema del agua se suman otros, también resultantes de las plantaciones establecidas en la zona. En particular el tema de las plagas, que afectan gravemente a los cultivos y a los animales de granja. Es sabido que las plantaciones de eucaliptos son desiertos alimenticios para la mayoría de las especies de nuestra fauna. Una de las pocas excepciones es la hormiga, pero como afecta a las propias plantaciones, es exterminada con venenos químicos. Pero algunas especies encuentran cobijo en las extensas plantaciones y se pueden desarrollar explosivamente al amparo de los árboles. El problema es que no tienen alimento, así que salen a buscarlo. ¿A dónde? A los predios de los agricultores de la zona. Es así que éstos se ven ahora afectados por poblaciones crecientes de varias especies de palomas, cotorras, otras aves, zorros, jabalíes. Algunas comen el maíz, otras el maní, otras las arvejas, el zapallo y así sucesivamente se van comiendo la producción de los pequeños agricultores. El zorro, además de maní y maíz, se come además a las gallinas. A su vez el jabalí no sólo destruye los cultivos, sino que además se cruza con las cerdas domésticas, afectando así la producción porcina.
A lo anterior se suman otros impactos que no afectan la producción pero sí la vida de la gente local. Uno de ellos está constituido por el creciente número de víboras ponzoñosas de toda clase, que tiene a la gente local muy preocupada por su seguridad y la de sus hijos. En particular abunda la yara y ya son varios los casos de personas que estuvieron a punto de ser mordidas por víboras. Además, las plantaciones constituyen posibles refugios para gente de mal vivir, lo que también genera una gran inseguridad a la gente local. Ya se han constatado numerosos casos de robo de ganado, donde los animales eran escondidos -con la complicidad de un encargado- dentro de las propias plantaciones.
¿Quién paga por los daños?
Hasta ahora, el gasto ha corrido exclusivamente a cuenta de los pequeños agricultores, que han visto afectada su vida y su producción por causa de las plantaciones. Existe una legislación -que nunca ha sido aplicada- que obliga al propietario de una plantación forestal a exterminar las “plagas y alimañas” que se desarrollen en sus predios y que afecten a las producciones vecinas. ¿Qué organismo del estado vela por su cumplimiento? Sin embargo, dentro de la legislación forestal no hay ninguna referencia con respecto al impacto sobre el agua, que en Cerro Alegre es precisamente el más grave. La empresa forestal no sería en este caso pasible de sanciones u obligaciones. El responsable es entonces el estado, que a través de la promoción de las plantaciones -sin estudios previos de impacto ambiental- ha dado lugar a situaciones lamentables como la que estamos comentando. Entendemos que es de estricta justicia entonces que el estado compense a la gente de Cerro Alegre por los daños y perjuicios sufridos a consecuencia de su política y que obligue a las empresas forestales a cumplir con las disposiciones legales, en particular en lo referente al combate de plagas y alimañas.
Que el sufrimiento no sea en vano
Pero el tema para nosotros no termina allí. Si bien esta trágica situación que está ocurriendo en Soriano merece -y tiene- todo nuestro apoyo, se trata de un caso más entre los muchos que están ocurriendo en otras zonas del país. El gobierno y sus técnicos no pueden seguir pretendiendo que no pasa nada, porque pasa y mucho. Las situaciones no son todas iguales, pero de todos los rincones del país donde la forestación avanza salen permanentemente noticias de los distintos tipos de impactos que están ocurriendo. Pero aunque el impacto fuera sólo uno -el agua- el tema es tan grave que por si solo ameritaría hacer un alto en el camino para llevar a cabo investigaciones que posibiliten tomas de decisión informadas. Este alto en el camino se puede hacer sencillamente a través de la derogación de los beneficios que actualmente recibe la forestación. Eliminados esos alicientes, el ritmo de forestación descendería a niveles mínimos, lo que daría tiempo para evaluar impactos y rediseñar la actual política forestal que tantos problemas viene generando. Que el sufrimiento de la gente de Cerro Alegre no sea en vano y que sirva como experiencia para el futuro.
Mercedes, jueves 7 de octubre de 1999.
No es necesario tener mucha memoria para recordar las burlas de “políticos” y “periodistas” hacia las personas que universitarias o no, podíamos abrir los ojos y oídos para saber que esto iba a suceder. Y lo peor es aun lo siguen negando. Ver los tambos haciendo la higiene con cantidades tan limitadas como puede ser el abastecimiento por cisternas cuando todo la vida lo habían hecho con pozos surgentes inagotables, es una muy triste realidad.
[…] (1) Ampliar información en artículo “Tristezas de Cerro Alegre. Los graves perjuicios de la forestación” en http://www.guayubira.org.uy/1999/10/tristezas-cerro-alegre/ […]