* Artículo publicado en “El Telégrafo” de Paysandú, 23-07-2002.
MERCEDES (De nuestra Agencia). Con la presencia de los principales del emprendimiento y de la consultora encargada del estudio de impacto ambiental, el proyecto Celulosas M’Bopicuá fue expuesto ante los medios de prensa de la región. Tras una breve presentación de su vicepresidenta, ingeniera Rosario Pou, el presidente de la firma, ingeniero Pedro Blanquer Gelabert explicó detalladamente el proyecto, habilitando luego una rueda de prensa.
Los ingenieros Blanquer y Pou, así como el director Pedro de la Vega y el jefe del departamento de Ingeniería del Centro de Investigación y Tecnología de ENCE, Antonio Casal, han mantenido diversas reuniones a efectos de comunicar los alcances del proyecto. En esas instancias les han acompañado las responsables del estudio de impacto ambiental de Soluziona, ingenieras Florencia Peñagaricano y Alicia Roda.
Celulosas M’Bopicuá es filial del grupo empresarial ENCE, y tras la preparación del proyecto -de acuerdo a lo que establece la legislación para hacer posible su ejecución-, la empresa presentó ante la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) del Ministerio de Vivivenda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) el estudio de impacto ambiental realizado por la consultora Soluziona, a fin de tramitar la «autorización ambiental previa». Concluido ese trámite la empresa estará en condiciones de considerar la conveniencia de continuar con la inversión industrial.
El proyecto incluye la instalación de una fábrica «libre de cloro elemental» (ECF), con una inversión de 500.000.000 de dólares, una capacidad de 400.000 toneladas de celulosa y un consumo de 1.500.000 metros cúbicos anuales de madera. En la etapa de construcción se emplearía a 2.000 personas en forma directa y en la etapa de operación a 3.000: 300 vinculadas al proceso fabril y 2.700 en el aprovechamiento forestal, transporte y empleos indirectos.
El valor de las exportaciones se estima en 200 millones de dólares al año, lo que la constituiría en la primera empresa exportadora del país.
La planta se ha proyectado de acuerdo a principios de política ambiental e incluirá un plan de prevención de riesgos y otro de seguimiento y control, equiparable a los que actualmente se emplean en las actividades productivas de las fábricas más modernas del mundo.
La ingeniera Pou manifestó que «estamos aquí en representación de una empresa nueva en Uruguay -Celulosas del Uruguay S.A.-, cuyo accionista es el grupo empresarial ENCE. Hemos venido para presentar la evaluación de impacto ambiental y solicitud de autorización previa para la instalación de una fábrica de celulosa. Este es un trámite administrativo que no implica la decisión de inversión en la fábrica; este permiso va a llevar su tiempo y sin él no vamos a seguir adelante en ningún otro aspecto; pero tampoco el permiso es un elemento desencadenante del proyecto. Para llevar adelante un proyecto de este tipo se requerirán marcos fiscales adecuados, que la sociedad en su conjunto lo acepte y que cambie la situación económica de nuestra región.
De todas formas, para tener cristalinidad y total transparencia en lo que estamos haciendo, han venido a Uruguay los responsables máximos de la División Celulosa de ENCE».
«BEBEREMOS DEL AGUA QUE SALGA DE LA PLANTA»
Por su parte, el ingeniero Blanquer explicó que «nos comprometemos a respetar nuestro entorno, como principio fundamental de nuestras actuaciones. Para ello, respetaremos la normativa medioambiental y formaremos y sensibilizaremos a nuestro personal».
Más adelante, al referirse a la calidad del agua del río Uruguay una vez que reciba los efluentes de esta planta, señaló que «el resultado final de los estudios de la Consultora Soluziona marcan que las aguas del río no van a ser en absoluto alteradas en su actividad biótica.
La planta ha adoptado todas las medidas posibles y son muy eficaces. Todas las aguas van a ser tratadas rigurosamente, por lo cual van a salir al río elmentos de muy bajo impacto, a lo que se sumará la solución de dilución.
Estamos dispuestos a beber el agua que quede luego del vertido al río», acotó. Respecto al problema del olor que significa una planta de estas características, Blanquer expresó que «habrá olores significativos (a repollo hervido) en un entorno de tres kilómetros. Hemos estudiado muy seriamente su efecto sobre Fray Bentos y Las Cañas: serán mínimante perceptibles en el primero y quizás a veces en el último. Estos efectos negativos se verán compensados por otros positivos, como la generación de riquezas y mano de obra.
Las exportaciones previstas son muy importantes, si las comparamos con otros rubros», agregó. Sobre la absorción de mano de obra indicó que «el personal requerido es especialmente preparado, porque es un trabajo altamente calificado.
Para cumplir con este requisito será necesaria una muy buena selección y formación, que tendría lugar básicamente en España, en plantas en funcionamiento. Y para esto está previsto dedicar a 120.000 horas hombre.
El 90% del personal será del país. Si finalmente la planta se construye,se revalorizará la materia prima nacional, promoviendo una actividad industrial importantísima», concluyó.
* Artículo publicado en “El Telégrafo” de Paysandú, 23-07-2002.
