El Grupo Guayubira desea expresar su asombro y rechazo ante la pretensión del Poder Ejecutivo de que el Parlamento ratifique el Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes, pero solicitando que se exima al hormiguicida Mirex de los compromisos a ser asumidos por el país. Resulta fundamental que Uruguay ratifique plenamente este convenio, sin plantear ninguna excepción.
Resulta muy claro que esta solicitud de exención del Mirex responde a intereses del sector forestal, que es el que ha utilizado y utiliza más ampliamente este hormiguicida, con el que durante años ha estado contaminando suelos y aguas y provocando la muerte a gran escala de especies de la fauna nativa. El Grupo Guayubira ha recibido numerosas denuncias que vinculan en particular el envenenamiento masivo de aves y mulitas al uso indiscriminado del Mirex.
El Mirex es un producto tóxico prohibido en la mayoría de los países del mundo debido a las consecuencias ambientales y de salud que acarrea. En los Estados Unidos está prohibido desde 1977. En el vecino Brasil, país que planta áreas de eucaliptos aún mayores que Uruguay, está prohibido desde hace años. ¿Por qué entonces no puede el sector forestal prescindir del uso del Mirex en nuestro país?
La respuesta es sencilla: puede. Existen alternativas al uso del Mirex y suficiente experiencia al respecto tanto en el país como fuera de fronteras. Por consiguiente, no hay ninguna razón para que el Parlamento solicite la exención del Mirex al ratificar el Convenio de Estocolmo.
El sector forestal ya ha causado daños más que suficientes en las áreas en las que se ha implantado. Ha afectado el agua, tanto en cantidad (desecamiento) como en calidad (contaminación). Ha afectado a las especies de flora y fauna. Ha impactado negativamente sobre otras actividades agropecuarias. No ha cumplido con la promesa de generar empleos y las cifras oficiales muestran una pérdida neta de empleos en las áreas afectadas. ¿Hasta cuando se lo va a seguir promoviendo y beneficiando?
Es hora de que el sector forestal y los organismos estatales que lo promueven asuman sus responsabilidades ambientales y sociales y comiencen a introducir cambios sustanciales a los métodos que utilizan. La sustitución del Mirex por otras formas de combatir la hormiga podría ser un inicio de lo que les corresponde hacer.
Por todo lo anterior, urgimos al Parlamento a sancionar el Convenio de Estocolmo plenamente y sin exenciones. La salud de la gente y del medio ambiente así lo requieren.