Las empresas de celulosa que pretenden instalarse en la zona de Fray Bentos presionan cada vez más para obtener el apoyo político y social que requieren para que su negocio sea negocio.
Ambas empresas parecen estar compitiendo para ver quién invita a más políticos y a más representantes de la sociedad civil a su país. Es claro que lo hacen para obtener apoyos, pero ¿por qué necesitan esos apoyos?
El asunto se está empezando a aclarar. Por un lado, las empresas empiezan a mencionar la necesidad de que se los exonere de impuestos o que se les otorgue una zona franca y allí es donde entra la necesidad del apoyo político. Sin embargo, si el negocio de la celulosa es tan bueno como lo pintan, seguramente no deberían requerir esas ventajas y menos aún presionar diciendo que sin eso el emprendimiento sería inviable, como lo ha hecho un directivo de la empresa finlandesa Botnia en los últimos días.
Por otro lado, saben que sus plantas de celulosa van a resultar en impactos, pero quieren convencer a la gente que esos impactos no existen en sus países y que la contaminación en la industria de la celulosa es ya cosa del pasado. Para eso invitan a actores no políticos a sus países, para que huelan y luego digan que no se huele.
En este marco, resulta importante ver lo que pasa en el país que siempre se nos presenta como modelo (Chile) y con la tecnología del país que se nos presenta como “serio” (Finlandia). En febrero de este año, la empresa Celulosa Arauco y Constitución inauguró una planta de celulosa en la turística región de Valdivia, que utiliza el “limpio” proceso ECF que tanto Botnia como Ence planean utilizar en Uruguay. Desde entonces ya ha sido multada dos veces y clausurada una vez por la emisión de malos olores que afectaron a la ciudad de Valdivia, ubicada ¡a 54 Km. de distancia!
Pero quizá lo más relevante, es que la información proporcionada por la propia empresa chilena dice que la tecnología utilizada en Valdivia fue adquirida a la empresa finlandesa Metso Paper y que ésta afirma en su página Web que “la tecnología elegida ha sido especialmente diseñada para producir un producto final de alta calidad con impacto ambiental mínimo”. Bueno, si a olores que llegan a 54 Km. de distancia le llaman un impacto mínimo, más vale no saber lo que sería un impacto máximo.
A lo anterior se agrega información aún más reciente y la prensa chilena informa el 21 de julio de este año que se está iniciando a la empresa un sumario por incumplimiento. El Diario Austral de Valdivia dice al respecto:
“Por incumplimiento en el sistema de monitoreo de los gases (TRS), el Servicio de Salud de Valdivia inició un sumario sanitario contra la planta de Celulosa Arauco ubicada en Mariquina, además de un proceso de infracción por molestias provocadas en 24 personas, quienes presentaron síntomas asociados a los olores molestos emitidos por la industria”.
Es decir, que los olores no sólo existen y son desagradables, sino que además afectan la salud de la gente. El artículo de prensa continúa diciendo:
“Según explicó el jefe del Departamento de Programas sobre el Ambiente del Servicio de Salud de Valdivia, Waldo Gallardo, el sumario se inició por incumplimiento a la Resolución 581 del 7 de abril, la cual venció el 7 de julio y por los olores que la semana pasada produjo síntomas en 24 personas en Mariquina”.
En nuestro país las dos empresas que pretenden instalar plantas de celulosa (Ence y Botnia) insisten en que los olores prácticamente no van a existir y que en todo caso no molestan y no afectan la salud. El directivo de Botnia Timo Karinen llega a decir que “la gente de aquí no le da mucha importancia y dice que es olor a dinero”. Seguramente el Sr. Karinen habla a nombre propio y es muy probable que tenga un olfato muy aguzado en ese sentido. Pero nosotros somos “gente de aquí” y no queremos que el olor que despide la tecnología finlandesa en Chile también lo haga por estos lares.
Continuado con la situación en Chile, el artículo cita al abogado del Servicio de Salud, Marco Rosas, quien dice que entre las causas por las que se inició un acta de infracción se encuentra la vinculada a “denuncias de personas atendidas por afecciones de salud vinculadas a los episodios de malos olores, como vómitos, náuseas y cefaleas”.
El artículo termina diciendo que “por el tema de los olores, este es el tercer sumario que inicia el Servicio de Salud. Los dos primeros concluyeron con una multa de mil UTM, sanción que fue apelada por la empresa y cuyo juicio de reclamación se inició ayer”.
La pregunta que entonces debemos hacernos los uruguayos es: ¿Quién nos asegura que lo que pasa en Chile en una planta de última tecnología finlandesa no ocurrirá acá? ¿Las promesas de los empresarios alcanzan?
Al mismo tiempo, debemos impedir que el empobrecido Estado uruguayo, que ha subsidiado generosamente (con nuestro dinero) a estas empresas para que sus plantaciones sean rentables, les otorgue ningún tipo de apoyo impositivo o crediticio.