El Grupo Guayubira desea compartir y comentar un reciente artículo publicado en inglés en “Helsingin Sanomat” –medio de prensa finlandés en internet — donde se anuncia que “Metsä-Botnia construirá una enorme planta de celulosa en Uruguay”. Interesantemente, el subtítulo informa que “UPM sera la principal propietaria de la fábrica subsidiaria”. Esto es algo nuevo. ¿Ahora resulta que Botnia no es dueña de Botnia? El artículo lo aclara.
El artículo comienza diciendo que ” Metsä-Botnia, una compañía cuyos propietarios conjuntos son las empresas de la industria forestal UPM y el grupo Metsäliitto, construirá una gran planta de celulosa en Fray Bentos, Uruguay, cerca de la frontera con Argentina. Esta decisión fue tomada el pasado lunes [7 de marzo] por el directorio de Metsä-Botnia. (…) Su base de propiedad es ligeramente distinta de la de Metsä-Botnia. En Finlandia, Metsä-Botnia es parte del grupo Metsäliitto, mientras que en el caso de la empresa uruguaya UPM posee el 51% y Metsäliitto tiene el 47% de las acciones. El motivo de este complicado arreglo es que UPM tiene más necesidad de la celulosa uruguaya que el resto de los accionistas de Metsä-Botnia.”
Según figura en la página web de la empresa , los propietarios de Botnia (Metsä-Botnia) son UPM, M-Real y Metsäliitto. No debe ser por casualidad que se omita el nombre de M-Real, uno de los propietarios que ha tenido en los últimos tiempos varias dificultades financieras. Por otra parte, el otro grupo accionista de Botnia, UPM-Kymmene, fue investigado por la División Antidumping de los Estados Unidos, por la posible fijación de precios y otras formas de colisión en la industria de las etiquetas.
Al leer esto se nos generan importantes dudas: ¿Quién operará la planta, será Botnia o será UPM? ¿Quién va a ser el responsable ante cualquier accidente o incumplimiento? ¿Qué respaldo real ofrecen estas empresas? ¿No sería bueno que el nuevo gobierno investigara este importante tema en profundidad?
Según informa el Helsingin Sanomat “La planta costará 830 millones de euros [1.100 millones de dólares] y será la mayor inversión directa finlandesa en el extranjero; es también la mayor inversión industrial de la historia del Uruguay.” En un comunicado de prensa del Grupo Guayubira del pasado 8 de marzo –La inversión y el empleo de Botnia: no todo lo que reluce es oro– nos referíamos a la inversión real que hará esta empresa en el Uruguay, que girará en torno al 20% de la inversión total.
Quizá la parte más interesante del artículo del Helsingin Sanomat es cuando dice que “El director ejecutivo de Metsä-Botnia, Erkki Varis, confía en que la planta sea muy competitiva; en comparación con las fábricas de celulosa modernas de Finlandia, los costos de producción estimados serían alrededor de la mitad”.
La explicación de por qué acá los costos serán la mitad que en su país de origen radica en la suma de ventajas que esta empresa obtiene aquí y que no tiene en Finlandia. Por un lado está el tema de la mano de obra, donde los salarios seguramente van a ser por lo menos la mitad que en Finlandia. A eso se suma la materia prima abundante y barata (madera), cuyo precio surge de tierras adquiridas a un precio mucho más bajo que en Finlandia, del trabajo barato y semi-esclavo aportado por subcontratistas, de las exoneraciones impositivas en las plantaciones, del crecimiento mucho más rápido de los árboles, del agua gratis, de las carreteras construidas con dinero de los contribuyentes, etc. Bajo esas condiciones, ¡por supuesto que es negocio invertir en Uruguay! Es probable que el Sr. Erkki Varis se quede corto y que los costos de producción resulten aún más bajos que los previstos.
Por otra parte, al estar la planta en una zona franca, no tendrá que pagar los abultados impuestos que resultarían de la importación del equipamiento y maquinarias (cuyo costo es estimado en un 80% de la inversión total de 1.100 millones de dólares), y además estará eximida de los demás aportes al estado durante toda su vida útil.
Lo anterior es enfatizado en el artículo que comentamos, que dice que: “Uruguay es un país de más de tres millones de habitantes gobernado por el presidente izquierdista Tabaré Vázquez. (…) El proyecto de fábrica de celulosa no recibe subsidios estatales directos, pero el gobierno uruguayo lo apoya en forma indirecta. La planta se establecerá en una zona franca, lo que significa que la empresa no deberá pagar aranceles onerosos de importación por el equipamiento, que en su mayoría vendrá de Finlandia y Suecia.”
O sea, que la zona franca concedida graciosamente por el ex-Presidente Batlle constituye un enorme subsidio, que libera a la empresa de pagar “onerosos” aranceles (¿Cuántos millones de dólares significarían? ¿Cuántas escuelas, liceos, hospitales, se podrían construir con ese dinero?) por la costosísima maquinaria producida en Finlandia y Suecia. También se debe resaltar que esta inversión está fundamentalmente ayudando al desarrollo de esos dos países, cuya industria y sociedad recibirán la mayor parte de los beneficios (el 80% de la inversión quedará allí), en tanto que Uruguay recibirá sólo el 20% de la inversión, pero el 100% de los impactos.
Más adelante el articulo dice que “Botnia SA posee 90.000 hectáreas de tierras” y según datos del sitio en internet de la empresa “emplea actualmente a 209 personas en forma directa”. Esto significa que emplea 2,32 trabajadores por cada 1.000 hectáreas. De acuerdo con los datos del censo agropecuario del 2000, el número de trabajadores permanentes por cada 1.000 hectáreas de explotación ganadera es de 5,84. Es decir, que esta poderosa empresa genera menos de la mitad de los empleos que genera una simple estancia ganadera ( a menos que esté escondiendo mano de obra semi-esclava trabajando en sus plantaciones a través de subcontratistas).
Todo lo anterior, basado en información proporcionada por un medio de prensa finlandés insospechable, confirma lo que el Grupo Guayubira decía en su comunidado del 8 de marzo: “el viejo proverbio sigue tan vigente como siempre: no todo lo que reluce es oro”.
Adjuntamos el artículo original en inglés y su traducción al castellano:
Metsä-Botnia to build massive pulp factory in Uruguay
UPM to get majority ownership in subsidiary factory
Metsä-Botnia, a company jointly owned by the forest industry companies UPM and the Metsäliitto Group, is to build a large pulp factory in Uruguay in Fray Bentos near the country’s border with Argentina. The Board of Directors of Metsä-Botnia decided on the move on Monday.
The factory is to cost EUR 830 million, and will be the biggest single direct Finnish investment abroad. It is also the largest industrial investment in Uruguay’s history.
The factory will be run by Botnia SA, which has just been established in Uruguay. Its ownership base is slightly different from that of Metsä-Botnia. In Finland, Metsä-Botnia is part of the Metsäliitto Group, while UPM holds a 51% majority of the Uruguayan company, with Metsäliitto holding 47% of its shares. The reason for the complicated arrangement is that UPM needs Uruguayan pulp more than the other shareholders of Metsä-Botnia do.
Connected with the project are a number of internal ownership arrangements within the Metsäliitto group. The holding of M-Real in Metsä-Botnia is to be reduced to 39%, with Metsäliitto paying M-Real EUR 164 million for the shares. The reason for the arrangement is that the cash-strapped M-Real cannot afford to participate in the Uruguay project, and it also does not have as much of a need for South American pulp as UPM does.
The Uruguay factory is scheduled to begin operations in the autumn of 2007. It is to have an output capacity of one million tonnes of short-fibre eucalyptus pulp a year, with 70% of the output to be used by the owner, while the rest is to be sold on the open market.
Metsä-Botnia’s CEO Erkki Varis expects the factory to be very competitive, with estimated production costs of about half of those of modern Finnish pulp factories. The facility will provide jobs for about 300 people.
The factory will require 3.5 million cubic metres of wood a year. Nearly two thirds of the raw material will come from the company’s own land, while the rest will be bought from private forest owners, foundations, and cooperatives.
Botnia SA has 90,000 hectares of land, two thirds of which comprise forest plantations, and the rest is grazing land for approximately 15,000 head of cattle. The tree plantations have been given the FSC environmental certificate for good forestry practices.
Uruguay, with a population of over three million, is led by leftist President Tabare Vasquez. Although many Western investors tend to shun countries with leftist governments, Varis sees Uruguay as a politically stable nation. He notes that the Nordic welfare state model was originally copied from Uruguay.
The factory project is not getting any direct state subsidies, but the Uruguayan government is supporting the project indirectly. The factory is going up in a free trade area, which means that the company does not have to pay high import tariffs for the equipment, most of which will come from Finland and Sweden.
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Metsä-Botnia construirá una enorme planta de celulosa en Uruguay
UPM será la principal propietaria de la fábrica subsidiaria
Metsä-Botnia, una compañía cuyos propietarios conjuntos son las empresas de la industria forestal UPM y el grupo Metsäliitto, construirá una gran planta de celulosa en Fray Bentos, Uruguay, cerca de la frontera con Argentina. Esta decisión fue tomada el pasado lunes [7 de marzo] por el directorio de Metsä-Botnia.
La planta costará 830 millones de euros y será la mayor inversión directa finlandesa en el extranjero; es también la mayor inversión industrial de la historia del Uruguay .
La fábrica será administrada por Botnia SA, que acaba de establecerse en Uruguay. Su base de propiedad es ligeramente distinta de la de Metsä-Botnia. En Finlandia, Metsä-Botnia es parte del grupo Metsäliitto, mientras que en el caso de la empresa uruguaya UPM posee el 51% y Metsäliitto tiene el 47% de las acciones. El motivo de este complicado arreglo es que UPM tiene más necesidad de la celulosa uruguaya que el resto de los accionistas de Metsä-Botnia.
Dentro del grupo Metsäliitto hay varios acuerdos internos en relación con la propiedad. La participación de M-Real en Metsä-Botnia se reducirá al 39%, y Metsäliitto pagará 164 millones de euros a M-Real por las acciones. La razón de este arreglo es que M-Real, que tiene problemas de liquidez, no puede permitirse la participación en el proyecto uruguayo, además de no tener tanta necesidad de pulpa sudamericana como UPM.
La fábrica uruguaya debería comenzar sus operaciones en otoño de 2007. Tendrá una capacidad de producción anual de un millón de toneladas de celulosa de fibra corta de eucalipto; el 70% de esta producción será utilizada por su propietario, en tanto el resto se venderá en el mercado libre.
El director ejecutivo de Metsä-Botnia, Erkki Varis, confía en que la planta sea muy competitiva; en comparación con las fábricas de celulosa modernas de Finlandia, los costos de producción estimados serían alrededor de la mitad. La fábrica dará empleo a unas 300 personas.
La planta necesitará 3,5 millones de metros cúbicos de madera por año. Cerca de dos tercios de la materia prima provendrán de tierras de la empresa y el resto se comprará a propietarios privados, fundaciones y cooperativas.
Botnia SA posee 90.000 hectáreas de tierras, dos tercios de las cuales son plantaciones forestales. El resto son tierras de pastoreo para aproximadamente 15.000 cabezas de ganado. Las plantaciones han recibido el certificado ambiental de buenas prácticas forestales de parte del Consejo de Manejo Forestal (FSC).
Uruguay es un país de más de tres millones de habitantes gobernado por el presidente izquierdista Tabaré Vázquez. Aunque muchos inversores occidentales tienden a evitar los países con gobiernos de izquierda, Varis considera que Uruguay es una nación estable políticamente y señala que en su origen el modelo nórdico de “Estado de bienestar” fue copiado del uruguayo.
El proyecto de fábrica de celulosa no recibe subsidios estatales directos, pero el gobierno uruguayo lo apoya en forma indirecta. La planta se establecerá en una zona franca, lo que significa que la empresa no deberá pagar aranceles onerosos de importación por el equipamiento, que en su mayoría vendrá de Finlandia y Suecia.