El sábado 30 de abril puede ser considerado un hito histórico sin precedentes. Luego de años de procesos de integración formal entre gobiernos –en los cuales los pueblos han estado esencialmente ausentes- el sábado pasado miles de ciudadanos de Argentina y Uruguay se abrazaron en medio del puente internacional que une a ambas naciones. El motivo: la defensa del río que separa y une a ambos pueblos frente al avance de las transnacionales de la celulosa.
En una jornada signada por la alegría y la hermandad, extensas columnas de pacíficos manifestantes, portando banderas nacionales y de las distintas organizaciones sociales y ambientales participantes, avanzaron hacia el medio del puente General San Martín. Allí se hicieron emotivos discursos, se cantaron los himnos de ambos países y se procedió a un intercambio de banderas. Pero más allá de esos gestos cargados de simbolismo, lo que más abundaron fueron los efusivos abrazos con conocidos y desconocidos, que de pronto se convirtieron en hermanos.
En ese sentido, la manifestación tuvo un significado profundo que trascendió al tema de las fábricas de celulosa que finlandeses y españoles pretenden instalar sobre nuestro –de ambos- río Uruguay. El abrazo en el puente fue un llamado a la vida, a un desarrollo que beneficie a las actuales y futuras generaciones, que respete la salud de la gente y del ambiente, donde “los más infelices sean los más privilegiados”, donde no se venda “el rico patrimonio de los orientales (y argentinos) al bajo precio de la necesidad”. Es que tanto los orientales como los entrerrianos seguimos siendo profundamente artiguistas.
Merece una mención especial la actitud de los funcionarios de la Dirección Nacional de Paso de Frontera, de CARU, de Migraciones, de Aduana y de Prefectura, que colaboraron en todo momento para que esta manifestación inédita –que implicó la corta del tránsito vehicular durante 3 horas- se desarrollara sin inconvenientes. A todos ellos, nuestro profundo agradecimiento.
Luego de este histórico abrazo de integración popular, importa ahora ver si este mensaje es oído y atendido por nuestro gobierno. Es por supuesto correcto que los gobernantes escuchen a las empresas, pero también es imperioso que escuchen a un importante y creciente sector de la población que se opone a estos emprendimientos y que hasta ahora no ha sido tenido en cuenta. Las cifras de inversión y empleo que manejan las primeras han sido cuestionadas –con información seria- por el Grupo Guayubira. Las promesas de procesos industriales limpios se contradicen con la terrible realidad de emprendimientos similares en otros países, de lo cual también disponemos de ejemplos documentados. Estos megaproyectos profundizarían la nefasta latifundización y extranjerización de la tierra que hoy ocurre con los monocultivos de eucaliptos destinados a la fabricación de celulosa.
El Grupo Guayubira hace entonces un llamamiento al gobierno nacional y a los ministerios pertinentes a que estudien el tema en profundidad y a que abran las puertas al necesario proceso de participación de todos los sectores interesados, antes de adoptar decisiones que pueden afectar el futuro de nuestro país. Todavía está a tiempo y sin duda tendrá de su lado la fuerza de un pueblo que quiere construir su presente sin destruir su futuro.
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