Lo que sigue es el análisis inicial de la certificación llevada a cabo por empresas certificadoras del FSC (Forest Stewardship Council) en Uruguay. Próximamente se dará a publicidad el informe final, que incluye numerosos testimonios de pobladores que habitan en áreas forestadas. Dada la importancia que el Banco Mundial le asigna a la certificación de plantaciones en su toma de decisión acerca del otorgamiento de sus préstamos, el Grupo Guayubira considera útil acercarle el análisis realizado por el Movimiento Mundial por los Bosques al respecto. Pese a tratarse de una investigación aún no culminada, entendemos que en este análisis inicial (noviembre de 2005) se documentan suficientes fallas en la certificación como para cuestionar si cumple con el mandato del FSC de “promover un manejo ambientalmente apropiado, socialmente beneficioso y económicamente viable de los bosques del mundo” (el original en inglés dice: “The Forest Stewardship Council (FSC) shall promote environmentally appropriate, socially beneficial, and economically viable management of the world’s forests”).
INDICE
1. Las empresas certificadas: general
1.2. COFOSA
1.3. COFUSA
2. Análisis de la información de las certificadoras
2.2. COFOSA
2.2.1. Los aspectos ambientales
2.2.1.1. El agua
2.2.1.2. El suelo
2.2.1.3. Flora y fauna
2.2.1.4. Uso de agroquímicos
2.2.1.5. Educación ambiental
2.2.2. Los aspectos sociales
2.2.2.1. Cantidad de empleo
2.2.2.2. Calidad del empleo
2.2.2.3. La sindicalización
2.2.2.4. Los impactos sobre otras actividades
2.2.2.5. ¿Beneficios para las comunidades?
2.2.3. Los aspectos económicos
2.3. COFUSA
2.3.1. Los aspectos ambientales
2.3.1.1. El agua
2.3.1.2. El suelo
2.3.1.3. Flora y fauna
2.3.1.4. Uso de agroquímicos
2.3.1.5. Educación ambiental
2.3.2. Los aspectos sociales
2.3.2.1. Cantidad de empleo
2.3.2.2. Calidad del empleo
2.3.2.3. La sindicalización
2.3.2.4. Los impactos sobre otras actividades
2.3.2.5. ¿Beneficios para las comunidades?
2.3.3. Los aspectos económicos
1. Las empresas certificadas: general
En agosto de 2005 había siete empresas con plantaciones certificadas por el FSC en Uruguay, con un área total certificada de 133.711 hás. De las mismas, cinco tenían áreas plantadas de más de 5.000 hectáreas, en tanto que dos eran pequeñas plantaciones (31 y 184 hectáreas respectivamente). En cuanto al origen del capital, dos eran extranjeras (la finlandesa COFOSA y la española EUFORES) y las restantes nacionales. Cinco fueron certificadas por SGS Qualifor, en tanto que dos lo fueron por SmartWood (Rainforest Alliance).
– EUFORES S.A.: 58.433 hás certificadas por SGS
– Compañía Forestal Oriental SA (COFOSA): 31.754 hás certificadas por SGS
– Compañía Forestal Uruguaya S.A. (COFUSA): 25.210 hás certificadas por SGS
– Forestadora y Maderera del Norte, S.A. (FYMNSA) 13.059 hás certificadas por SmartWood (Rainforest Alliance)
– Industrias Forestales Arazati: 5.040 hás certificadas por SmartWood (Rainforest Alliance)
– Guillermo Gómez Platero/Gabriela Carriquiry Bocage: 184 hás certificadas por SGS
– Grupo Forestal San Gregorio: 31 hás certificadas por SGS
1.2. COFOSA
En el año 2000, COFOSA era una asociación del Grupo Royal Dutch/Shell (con un 60% de las acciones), UPM-Kymmene Corporation de Finlandia (39%) y FINFUND (1%), que comenzó sus actividades en 1990. En el año 2003, Shell vendió sus acciones a la empresa finlandesa Metsa Botnia, por lo que la empresa pasó a ser enteramente finlandesa.
De acuerdo con el informe de la certificadora SGS, en el año 2000 COFOSA tenía “31.754 hás de plantaciones y bosques naturales en los distritos de Tres Bocas, Algorta y Sánchez en los departamentos de Río Negro y Paysandú”. En el Cuadro 1 (Patrimonio de COFOSA) aclara que el patrimonio de tierras de la empresa asciende a 48.519 hás, en las que tiene 29.351 hás de plantaciones y 2.403 hás de bosque. En su informe de verificación de setiembre de 2003, SGS constata que la empresa aumentó su patrimonio a 49.691 hás. Las plantaciones están compuestas fundamentalmente por eucaliptos de las especies grandis y dunnii.
En el año 2005, la empresa finlandesa Metsa Botnia, accionista mayoritaria de COFOSA, dice en su página web que COFOSA “es propietaria de 100.000 hectáreas de tierra, de las que 60.000 son bosques [sic] de eucaliptos de buena calidad plantados en praderas”. También dice que todas sus plantaciones han sido certificadas por los estándares del FSC.
Agrega que al momento COFOSA emplea directamente a 209 personas.
FUENTE: http://www.metsabotnia.com/en/default.asp?path=204,208,517,518
1.3. COFUSA
Esta empresa forma parte del Grupo Otegui, que en el sector forestal incluye tres empresas (Compañía Forestal Uruguaya Sociedad Anónima-COFUSA, TILE S.A. y URUFOR S.A.), que se integran verticalmente y se dedican -desde el año 1988- a la actividad de forestación, industrialización y comercialización de maderas con destino principal a la exportación. Mientras TILE se dedica a la exportación y URUFOR a la industrialización, COFOSA es la encargada de producir madera a partir de plantaciones.
URUFOR tiene una planta industrial en Rivera donde “emplea en el entorno de 150 personas entre personal propio y contratado”. Cuenta con una línea de aserrado con capacidad de 35.000 m3 /año y una planta de remanufactura con secaderos con una capacidad de producción de 6.000 m3 /año de tablas secas. La mayor parte de la producción se destina a la exportación.
Fuente: http://www.urufor.com.uy/a_iindustriales.asp
COFUSA comienza a forestar a partir del año 1988 principalmente en Rivera y Tacuarembó, con eucaliptos (grandis y globulus) y con pinos (elliottii y taeda).
Fuente: http://www.cofusa.com.uy/perfil.asp
Según el informe de la certificadora SGS, en el año 2003 COFUSA era propietaria de 50.210 hás, de las cuales 25.561 estaban plantadas con pinos y eucaliptos, fundamentalmente localizadas en los departamentos de Rivera, Tacuarembó, Paysandú, Río Negro, Soriano y Rocha.
También de acuerdo con SGS, la empresa tiene 38 empleados de planilla y trabaja con 30 empresas de servicios que proveen empleo estacional a 365 personas de las comunidades locales.
2. Análisis de la información de las certificadoras
2.2. COFOSA (certificada por SGS Qualifor)
2.2.1. Los aspectos ambientales
2.2.1.1. El agua
En la sección “aspectos medioambientales”, el informe aporta una serie de datos acerca de los recursos hídricos en predios de la empresa, pero no hace referencia alguna a los impactos de las plantaciones sobre el agua.
En otra sección, los certificadores dicen que “Se han identificado las operaciones que pueden degradar los cuerpos de agua y se toman las medidas precautelatorias necesarias y adecuadas”, pero sin aclarar cuales son esas operaciones ni qué medidas se han tomado. Agregan que “Se reconocen los impactos potenciales en estas áreas y están considerados en las evaluaciones de impacto ambiental y en estudios específicos como el de ‘Efectos hidrológicos de la reforestación y el manejo forestal’ actualmente en ejecución”. Tampoco aquí (ni en los subsiguientes informes de visitas de verificación) aportan información acerca de los resultados de dicha evaluación.
Más adelante el informe recomienda que “Se debe dar mayor difusión a las operaciones de la empresa para aclarar dudas de las poblaciones locales respecto a … la disminución por parte de los eucaliptos del agua en la napa freática”. O sea, que parecen reconocer el impacto. Sin embargo, frente al planteo de una persona local entrevistada, de que “Las plantaciones de eucalipto consumen mucho agua y a largo plazo pueden afectar a las poblaciones vecinas”, la respuesta es que “El área ha estado sometida a sequías prolongadas que afectan la tabla de agua”, y que “COFOSA está realizando un estudio sobre los “Efectos hidrológicos de la reforestación y el manejo forestal [en las] plantaciones y monitorea la calidad del agua para conocer los efectos reales de las plantaciones”.
En definitiva, el informe no aborda seriamente un tema de tanta importancia como éste, pero da a entender, sin fundamento, que la disminución del agua se debe a “sequías prolongadas” y no a los impactos de las plantaciones.
2.2.1.2. El suelo
El informe tampoco aporta nada en materia de impactos de las plantaciones de eucalipto sobre los suelos. Al igual que en el caso del agua, aporta información detallada -y de ninguna utilidad para la evaluación- acerca de los distintos tipos de suelos en predios de la empresa.
Más adelante señala que “Se realizó un estudio de suelos para el área, el cual se comparó con los resultados de estudio nacional de suelos; los resultados de estos estudios sirvieron para la planificación inicial del establecimiento de las plantaciones. Las EIA determinaron los impactos potenciales en cada uno de los tipos de suelos y definió las medidas de mitigación necesarias”. Nada dice respecto de los “impactos potenciales” de las plantaciones sobre los suelos ni acerca de las medidas mitigatorias que se adoptaron.
El informe afirma que “El uso anterior produjo fuertes impactos tanto en las propiedades físicas como químicas de los suelos, lo que obliga a la utilización de prácticas de preparación tales como arado y afinado (rotovator)”. Dicha afirmación llevaría a pensar que los suelos ahora ocupados por la forestación estaban degradados. Sin embargo, en otra parte el informe dice que “El área ocupada actualmente por las plantaciones, corresponde a un área de praderas naturales, sobre suelos de topografía plana, que anteriormente estuvo dedicada a la producción agrícola (soja, trigo, girasol), o la producción ganadera extensiva …”. Es imposible que la ganadería extensiva pueda haber resultado en “fuertes impactos” sobre los suelos y es poco probable que una producción agrícola en “suelos de topografía plana” haya tenido impactos importantes, por lo menos en materia de erosión. Pero incluso asumiendo que la agricultura haya resultado en “fuertes impactos”, nada dice el informe acerca del número total de hectáreas que antes estaban dedicados a esa actividad y cuantas a la ganadería, que permita tener una idea de la superficie real de suelos supuestamente degradados.
Tampoco se mencionan los impactos sobre el suelo de la maquinaria pesada utilizada en las plantaciones y descrita en el informe: harvesters y forwarders.
2.2.1.3. Flora y fauna
El informe afirma que “El sobrepastoreo y conversión de los ambientes naturales a la agricultura representan las amenazas primarias”. A partir de esa aseveración, parecería evidente que la “conversión de los ambientes naturales” a la forestación también representaría una amenaza para dichos ambientes. Sin embargo, y a pesar de que el informe concluye que “la pradera siempre fue la vegetación dominante”, nada dice sobre los impactos que la plantación de árboles implica sobre ese ecosistema, ni sobre la necesidad de medidas de conservación de aquellas áreas de pradera mejor conservadas. Al usar la expresión “sobrepastoreo”, da la impresión de que todas las áreas anteriormente dedicadas a la ganadería extensiva estaban siendo degradadas, pero no aporta ninguna información concreta al respecto.
Los certificadores dicen que “No se convierten áreas de bosque natural en plantaciones” y a partir de eso llegan a la conclusión de que “Los beneficios de la conservación son seguros, sustanciales y adicionales a los bienes y servicios producidos por las plantaciones”. O sea, que los beneficios de la conservación parecen restringirse a aquellos provistos por los bosques, sin tomar en consideración los perjuicios que las plantaciones acarrean sobre la “vegetación dominante” de pradera. De hecho, el informe dice que “La mayoría de las comunidades reciben un manejo que les permite mantener sus características originales a excepción de las áreas de campo [pradera] o rastrojo que son las que han sido plantadas (o serán plantadas) con eucaliptos”. Es decir, que poco importa que esas áreas pierdan sus características originales.
A lo anterior se agrega que el informe reconoce que “Existe una estrecha relación entre la población de insectos y la vegetación por un lado, y con las poblaciones de aves, reptiles, anfibios y mamíferos por el otro”. Parecería evidente que los cambios en la vegetación por la sustitución de pradera en monocultivos de eucaliptos deben tener un fuerte impacto sobre la población de insectos vinculados a la flora (predominante) de pradera y que ello implicaría un fuerte impacto sobre la fauna, pero nada se dice al respecto.
Más aún, en los predios de la empresa se detectaron 25 especies de mamíferos, entre las cuales 5 amenazadas y no se hace ningún intento por establecer los impactos que la sustitución de praderas por plantaciones de eucaliptos puede acarrear a las mismas. A pesar de constatar que “No se tomaron medidas específicas para la conservación de dichas especies”, el informe concluye, sin aportar prueba alguna, que “la prohibición de caza en los predios de la Cía. sin duda los ha beneficiado”.
Los certificadores destacan que “Actualmente hay un estudio en marcha sobre cambios en las poblaciones y composición de flora y fauna en las plantaciones, que terminará su primera fase en el 2002”. Sin embargo, nada se informa ni en este informe ni en las posteriores visitas de verificación acerca de los cambios registrados.
A pesar del énfasis que los certificadores ponen en el tema de la conservación de los bosques (cuya destrucción está en realidad simplemente prohibida por ley), resulta extraño que en la sección titulada “Restauración de los bosques naturales” no se diga ni una palabra acerca de actividades de restauración llevadas a cabo por la empresa.
La conclusión a la que llegan es que, dado que “Cerca del 40% del área patrimonial corresponde a formaciones naturales”, ello “expresa el compromiso de la empresa con el ambiente”, sin aclarar que ese 40% no está plantado simplemente porque no es plantable, ya sea por razones técnicas o por razones legales.
2.2.1.4. Uso de agroquímicos
En su vivero (San Francisco, en Paysandú), la empresa produce entre 5 y 7 millones de plantas al año. De acuerdo con el informe, allí se utilizan fertilizantes, fungicidas e insecticidas y se “intenta minimizar la aplicación en el vivero de aquellos productos, básicamente fungicidas, que pudiesen desarrollar resistencia”. Nada dice el informe acerca de los productos utilizados.
En las plantaciones “Se fertiliza con N y P al momento de plantar.”, en tanto que el “control de malezas (a partir de la primavera de 1994) se realiza con un herbicida pre-emergente en la fila de plantación y post-emergente en la entrefila durante el primer año únicamente”. Sin embargo, luego se dice que “Se realizan entre dos y tres aplicaciones en total/por rotación”, lo que parecería contradictorio con la afirmación anterior de que únicamente se aplican durante el primer año. No se mencionan los herbicidas utilizados.
Con respecto a los insecticidas empleado para el control de hormigas cortadoras, que “comienza junto con la preparación de tierras y continúa varios meses después de implantado el cultivo”, tampoco se aporta información concreta acerca de el o los productos que se utilizan.
Los certificadores afirman que “La lista de agroquímicos utilizados no muestra ningún producto de las categorías Ia o Ib o hidrocarbonados clorados” y que “Existen procedimientos y prescripciones para la gestión de plagas, enfermedades y malezas mediante la utilización de productos químicos”. Sin embargo, no aportan información que permita confirmar sus afirmaciones, dado que en ningún caso mencionan los productos utilizados.
El informe señala que “algunos vecinos manifestaron temor por el efecto sobre el agua del uso de productos químicos”, a los que responde diciendo que “no se encontró evidencia que los vecinos hayan entablado reclamaciones por alguna actividad de la empresa” y que “Durante las entrevistas a representantes comunitarios, los mismos manifestaron que las comunidades están de acuerdo con las actividades de la empresa”. No queda claro si esto incluye que estuvieran de acuerdo con que la empresa siguiera usando esos productos. Resulta interesante la respuesta de los certificadores frente al cuestionamiento de que “las empresas forestales utilizan grandes cantidades de agroquímicos que pueden contaminar las aguas”, que se limita a afirmar que “COFOSA se distingue por sus estrictas medidas de seguridad”.
2.2.1.5. Educación ambiental
El informe no dice nada al respecto
2.2.2. Los aspectos sociales
2.2.2.1. Cantidad de empleo
La única referencia concreta con respecto al número de empleos generados por COFOSA dice que “Trabajan en el vivero un total de 29 personas”, aunque sin aclarar si son en su totalidad empleos permanentes o si también incluyen a trabajadores temporarios. Nada dice sobre quienes trabajan en las demás actividades de la empresa.
Insólitamente, en el tema empleo el informe se limita a transcribir “información extraída del ‘Estudio del Impacto Socioeconómico del Plan Nacional de Forestación’ elaborado en 1997 por Equipos Mori a solicitud de la División Forestal”, sin aportar ni una sola cifra concreta (aparte de los 29 trabajadores del vivero) acerca del número total de trabajadores permanentes y temporarios que realizan tareas para la empresa.
De dicho estudio toman la información de que “La actividad forestal implica un uso particularmente intensivo de la mano de obra en áreas que anteriormente se dedicaban a la actividad ganadera. De acuerdo a sus estimaciones, sin considerar el empleo indirecto, el coeficiente de empleo por hectárea dedicada a la actividad ganadera alcanza a 0,0047 mientras el dedicado a la actividad forestal alcanza a 0,0125 si se contabilizan solamente los empleos permanentes y a 0,0255 si se consideran los zafrales”.
De lo anterior se desprende que los certificadores hacen suyas las conclusiones de dicho estudio, por lo que importa analizarlas en el marco de las actividades de COFOSA.
De acuerdo con los coeficientes de dicho estudio, en la ganadería se generarían 4,7 empleos permanentes cada 1.000 hectáreas (0,0047/há), en tanto que en forestación las cifras serían de 12,5 empleos permanentes y 25,5 si también se incluyen los zafrales.
En el año 2005, COFOSA es propietaria de 100.000 hectáreas de tierra. Aplicando dichos índices, si sus tierras hubieran continuado siendo utilizadas en la actividad ganadera exclusivamente, allí habría habido 470 trabajadores permanentes (aunque dado que también se hacía agricultura, que genera más empleo por hectárea, la cifra podría haber sido mayor). Es decir, que dicha cifra de 470 empleos permanentes es la mínima. Aplicando el coeficiente de empleo asignado a la forestación, el empleo permanente debería haber crecido a 1250, en tanto que sumando el empleo temporario la cifra total ascendería a 2550.
Sin embargo, la propia empresa COFOSA desmiente dichas cifras en su página web, donde afirma que emplea directamente a 209 personas. Ni los certificadores ni COFOSA aportan ningún dato acerca del empleo temporario.
Cabe destacar que el error de los certificadores es aún más grave, ya que al momento de la certificación la empresa era propietaria de 48.519 hectáreas, o sea, la mitad de las que ahora tiene COFOSA, por lo que la cifra anterior de empleo real debe haber sido aún más baja que los actuales 209 empleos.
Es decir, que las cifras están indicando que el empleo permanente descendió a menos de la mitad del que existía antes de que la empresa instalara sus plantaciones, incluso tomando la cifra mínima de 470 empleos en la ganadería. Quizá ello explica por qué los certificadores optaron por no contabilizar a los trabajadores reales y que en vez hayan utilizado cifras de un estudio que no se condice con la realidad.
Es interesante analizar la respuesta de los certificadores a un cuestionamiento de una “tercera parte” entrevistada quien dice que “Aunque originalmente COFOSA se convirtió en un generador de mano de obra, hoy, con la utilización de maquinaria para las labores de aprovechamiento no responde a las expectativas de las comunidades vecinas”. La respuesta es que “La actividad forestal, como generadora de mano de obra debe compararse con las otras actividades locales: ganadería emplea un peón por cada 3000 a 5000 hás; plantaciones generan mayor cantidad por unidad de área”.
Lo anterior es claramente falso utilizando el coeficiente del estudio en el que los certificadores parecen confiar tanto en materia de empleo. En efecto, dicho coeficiente es de 0,0047. Es decir, que la ganadería genera 4,7 empleos cada mil hectáreas, por lo que resulta falso afirmar que “emplea un peón por cada 3000 a 5000 hás”.
Resulta igualmente contradictoria con su posición respecto a que la forestación genera más empleo, la respuesta dada a un revisor externo que pregunta acerca de las previsiones en materia de alojamiento de personal al producirse el crecimiento previsto del área de plantaciones. La respuesta es que “El aumentar el área de plantación no significa, necesariamente, un aumento grande de la plantilla de trabajadores”. O sea, que el número de trabajadores por hectárea desciende a medida que aumenta el área plantada.
Tal como lo afirma la “tercera persona” mencionada más arriba, lo anterior se relaciona con la creciente mecanización de las distintas tareas. En efecto, ahora “La plantación es mecánica para la primera rotación y manual para el establecimiento de la segunda rotación”, con lo que se requieren menos trabajadores para la primera. Por otro lado, el informe dice que “Una de las principales ventajas de la plantación mecanizada es el aprovechamiento de las ‘ventanas’ de tiempo en que las condiciones para plantación son adecuadas (buena humedad del suelo, adecuadas temperaturas), asegurando la supervivencia de las plántulas”. Aunque el informe no lo dice, ello implica una mayor temporalidad en el empleo, dado que en los períodos en los que los técnicos consideren que no hay “ventanas” para la plantación, simplemente no se trabaja.
Por otro lado, la cosecha ha pasado a ser realizada por grandes máquinas (harvesters y forwarders) por lo que se requiere mucho menos personal para esa actividad. Dado que estas plantaciones no se podan ni se ralean, la plantación y la cosecha constituyen casi las únicas actividades que se realizan y ambas han sido mecanizadas.
2.2.2.2. Calidad del empleo
En este tema es muy poca la información provista en el informe. Con respecto a remuneraciones, nuevamente no aporta datos concretos y se remite al “Estudio del Impacto Socioeconómico del Plan Nacional de Forestación” (Equipos Mori, 1997), que dice que “En términos de remuneraciones el desarrollo forestal implicó un aumento significativo respecto a las remuneraciones generadas por la ganadería”. Nada hubiera costado que se aportaran las remuneraciones concretas que se perciben para trabajos equivalentes en ambas actividades, pero no lo hacen.
El informe afirma que “Se respetan los derechos de los trabajadores” y que “Respecto a los contratistas, periódicamente se realizan evaluaciones de desempeño para asegurar la adhesión de los mismos a la política de Salud, Medio Ambiente y Seguridad de la empresa”.
Agrega luego que “Las condiciones de seguridad que utiliza la empresa son muy superiores a las de otras empresas en la zona” y que “Hay un sistema de salud y seguridad con altos estándares de cumplimiento, que no son comunes en las operaciones de reforestación en el país, de acuerdo con la opinión de las diferentes comunidades locales”. Más adelante agrega que al aplicar pesticidas “el personal obrero utiliza equipos y ropa de seguridad adecuada y han sido capacitados para su uso
Incluso en caso de que todo lo anterior fuera cierto, el informe no aporta ningún elemento probatorio al respecto.
2.2.2.3. La sindicalización
Resulta por lo menos extraño que el informe afirme que “No existen restricciones para la libre organización de los trabajadores”, cuando la realidad muestra que los trabajadores de COFOSA nunca han tenido un sindicato a nivel de empresa ni están afiliados al sindicato nacional de la madera (SOIMA). En vez de negociar a través de una organización sindical, “las negociaciones se hacen por trato directo, actualmente”.
2.2.2.4. Los impactos sobre otras actividades
El informe en ningún momento se refiere explícitamente a los impactos de las plantaciones sobre otras actividades agropecuarias, por lo que sólo es posible hacer suposiciones fundadas al respecto.
En efecto, es sabido que una serie de especies de la fauna nativa y exótica impactan tanto sobre la ganadería de ovinos como sobre la agricultura. En esta última impactan especies de aves como la paloma, de la que se identificaron 4 especies en el informe: paloma de ala manchada (Columba maculosa), paloma de monte (Columba picazuro), torcaza (Zenaida auriculata) y paloma de axilas rojas (Leptotila verreauxii). El informe solo dice que “En el caso de la paloma de ala manchada se observa un aumento de población entre el año 1 y 8 del monte, situación que se revierte cuando el monte es cortado a los 8 años y se pierden los lugares de nidificación”. No aclara que las plantaciones están hechas en bloques de diferentes edades, por lo que siempre habrá “montes” de 1 a 8 años donde puedan nidificar. Nada se dice respecto de las otras 3 especies, que también afectan a los cultivos agrícolas. Ni siquiera se menciona al zorro, cuyos daños son constantemente denunciados por los productores agropecuarios del país, en particular de ovinos, que se desarrolla al amparo de las plantaciones.
Dentro de las especies exóticas, el jabalí (Sus scrofa), constituye un problema grave, tanto para la producción agrícola como para la ganadera. Al respecto el informe destaca que “hasta el momento ninguna de estas especies [incluye también a la liebre y el ciervo Axis] ha tenido un aumento significativo en los predios de la Compañía”. En aparente contradicción con dicha afirmación, se agrega luego que “Se definió una política especial para el control del jabalí europeo, considerado plaga, autorizando la cacería y definiendo los procedimientos y normas de comportamiento para los cazadores autorizados”.
Nada dicen de los impactos de la forestación sobre la disponibilidad y calidad del agua para las producciones agropecuarias aledañas a las plantaciones.
2.2.2.5. ¿Beneficios para las comunidades?
El informe dice que “las plantaciones se gestionan para la producción de madera para pulpa, leña, producción de miel y pastoreo de ganado y se está incorporando la producción de madera para aserrado y producción de hongos”. Sin embargo, inmediatamente a continuación agregan que “Las actividades diferentes a producción de madera para pulpa y madera para aserrado, son realizadas por las comunidades locales”. En realidad, las plantaciones se “gestionan” exclusivamente para la producción de madera y simplemente se permiten que las comunidades locales aprovechen otras posibilidades.
El pastoreo
A este respecto, el informe apenas dice que “La empresa realiza inversiones para mantener el rango de productos y nivel de productividad del bosque, por ejemplo para permitir … el pastoreo de ganado”. Luego se agrega que “las comunidades locales, en convenio con la empresa, producen carne (pastoreo)”. Nada se dice si el pastoreo es gratuito o no.
Leña
Algo similar ocurre con la leña: “Las ramas y restos de troncos no aprovechables quedan en los cuadros, dispersos en toda la superficie. Eventualmente contratistas de la zona, sacan restos de madera que quedaron en los cuadros cosechados y que sirven como leña”. A ello se agrega que “Miembros de las comunidades locales extraen leña para uso doméstico”. Tampoco se aclara si la recolección de leña es gratuita o no. Solo se dice que se hace “en convenio con la empresa”
Caza
Esta actividad no puede ser llevada a cabo por la gente local, ya que “Las actividades ilegales (caza furtiva) han sido identificadas y descritas; se controla por medio de guardabosques”.
Apicultura
También aquí se dice que “La empresa realiza inversiones para mantener el rango de productos y nivel de productividad del bosque, por ejemplo para permitir la extracción de miel …” y “en convenio con la empresa”. No se aclara si se autoriza a los apicultores a instalar sus colmenas dentro de las plantaciones o si aprovechan la floración de los eucaliptos desde afuera de los predios (que es la práctica más común en Uruguay porque las empresas forestales rara vez autorizan el ingreso a sus plantaciones por los apicultores).
Hongos
En este rubro solo se dice que “actualmente se estudia la posibilidad de producir hongos”.
Recreación
Al respecto se menciona la existencia de “senderos guiados para recreación”, pero sin aportar más detalles al respecto.
Empleo
Una de las principales aspiraciones de la gente en el medio rural es el acceso a empleos estables en la zona donde habita. El informe dice que “La mayor parte del personal que trabaja en las áreas de plantación son de origen local y existe una política indicando esta disposición”. No se aclara si esta política se aplica tanto al personal contratado directamente por la empresa como a quienes trabajan bajo subcontratistas. Una “tercera parte” consultada avala lo que dice el informe al decir que “El principal aporte de COFOSA es el empleo para las familias y el apoyo al comercio en la zona en que trabaja”. Sin embargo, otra “tercera parte” parece contradecir lo anterior al afirmar que “En la etapa de desarrollo en que se encuentra el bosque [sic], la contribución [de COFOSA] al desarrollo local es prácticamente nulo”.
Compras
En cuanto a las compras que la empresa realiza a nivel local, solo existe una referencia en un comentario de una “tercera persona” consultada, quien dijo que “El principal aporte de COFOSA es el empleo para las familias y el apoyo al comercio en la zona en que trabaja”.
Consulta y participación
La disponibilidad de información es el punto de partida imprescindible para posibilitar una consulta y participación adecuadas con las comunidades locales. En ese sentido, el informe destaca que “No se encontró una publicación disponible al público sobre un resumen de los resultados de los indicadores de monitoreo que incluya rendimientos, índices de crecimiento, cambios en la flora y fauna, impactos ambientales y sociales y costos, productividad y eficiencia”.
El informe señala que “Las evaluaciones de impacto social han sido parciales, sin informes específicos y la consulta no ha sido continua a lo largo del tiempo y el sistema de monitoreo no incorpora los aspectos sociales”. Además, agrega que “Hasta el momento las comunidades no tienen un papel activo en la identificación de los servicios y existe falta de comunicación en diferentes niveles. Las comunidades demandan información sobre todos los temas de la compañía que eventualmente podrían afectarlos”.
Finalmente, también se destaca que “No se encontró un listado actualizado y consolidado de personas y grupos de interesados en el nivel local y nacional disponible”.
2.2.3. Los aspectos económicos
La viabilidad económica de la empresa está en gran medida determinada por la política de subsidios y exoneraciones impositivas desde el Estado hacia la actividad forestal.
El informe señala que “COFOSA está exonerada de las contribuciones sobre bienes (municipal), ya que las mismas forman parte de los incentivos establecidos en la ley de fomento a la forestación; el impuesto al patrimonio se paga, aunque la tierra no paga impuestos; Impuesto al Valor Agregado -IVA-, se paga y luego recuperan bonos canjeables por otras contribuciones; Impuesto a la Renta Agropecuaria (IRA), se tiene un saldo impositivo negativo, y se espera que el mismo sea positivo en uno o dos años…”
Un revisor externo plantea el impacto que implicará el “tráfico de camiones y vehículos de carga en la zona (criterio 8.2.4). y que “Resulta razonable prever la consideración del mayor deterioro de caminos y rutas debido al mayor tránsito que resulte de las actividades de COFOSA”.
La respuesta de los certificadores dice que “Aunque las EIA no mencionan específicamente el impacto aludido, la empresa ha tomado las medidas necesarias para minimizar el impacto en los caminos vecinales por donde transitan los camiones con sus productos”. Lamentablemente, no aclaran cuales serían esas medidas para “minimizar el impacto. Agregan luego que “dentro de las políticas del Estado Uruguayo para incentivar el establecimiento de plantaciones forestales, se han acondicionado las principales ‘rutas de la madera’ para permitir el tránsito de vehículos pesados, sin deterioro de los caminos”. No aclaran que dicho acondicionamiento fue realizado en base a créditos (más de 300 millones de dólares) obtenidos por el Estado de la Banca Multilateral de Desarrollo y que constituye un nuevo subsidio a la actividad forestal.
2.3. COFUSA (certificada por SGS Qualifor)
2.3.1. Los aspectos ambientales
2.3.1.1. El agua
A pesar de la enorme importancia del tema, el informe prácticamente nada dice sobre los impactos de las plantaciones a gran escala de pinos y eucaliptos sobre los recursos hídricos. Hablando en términos generales, toma como referencia a los estudios que ejecuta la Dirección Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, donde se menciona “el impacto negativo en el balance hídrico de algunas regiones” que tiene este tipo de plantaciones. Pese a ello, el tema no es tomado en cuenta en la evaluación ni se aclara si la región donde se encuentran estas plantaciones es una de las regiones donde tal impacto negativo ha sido constatado.
Reconoce que “COFUSA no realiza evaluaciones de impacto ambiental a un nivel adecuado y la escala de sus actividades, teniendo en consideración … cantidad y calidad del recurso hídrico …”. Refiriéndose al tema de la protección de los recursos acuáticos afirma que “No se han identificado todos los posibles impactos ambientales producidos por las operaciones forestales y no se diseñaron medidas de mitigación y manejo previstas”. Bajo el subtítulo “impactos sobre los suelos y las aguas” no dice absolutamente nada de los impactos de estos árboles de muy rápido crecimiento sobre el agua.
Sin embargo, el tema revista particular importancia en los predios forestados por esta empresa, dado que, según el informe, en ellos hay “una alta proporción de fracciones arenosas, napa freática poco profunda, lo que en conjunto se traduce en una elevada capacidad de retención de agua disponible para las plantas”. El hecho de que la napa de agua sea superficial significa que las raíces de los árboles pueden llegar fácilmente a la misma, por lo que harán un uso máximo del recurso incluso en períodos de sequía, afectando así a los demás usuarios de agua de la zona, que dispondrán de menos agua cuando más la necesiten.
2.3.1.2. El suelo
En este tema resulta claro que los certificadores ya tienen una opinión personal al respecto y que pretenden justificarla. En efecto, cuando una persona plantea la posibilidad de que eventualmente se agoten los suelos, la respuesta es terminante: “Los suelos utilizados para las plantaciones estaban agotados por las actividades agrícolas y ganaderas anteriores. La presencia de los árboles les da la oportunidad de mejorar las condiciones físicas y probablemente químicas”.
Lo anterior es doblemente falso. Por un lado, porque en ningún lado se prueba que todos los suelos estuviesen agotados. Los propios certificadores dicen que “Debido al uso anterior, los suelos disminuyeron su fertilidad (la cual originalmente era baja) y presentan signos de erosión superficial, especialmente aquellos sometidos a cultivos limpios, como por ejemplo sandía”. No es lo mismo hablar de una disminución en la fertilidad y signos de erosión superficial que decir que los suelos estaban agotados. Además, la mayor parte de los suelos estaban seguramente ocupados por la ganadería, que no se caracteriza por “agotar” los suelos. Por otro lado, es también falso que los árboles “mejoren” las condiciones físicas de los suelos; en todo caso las cambian, pero no necesariamente para mejor. Además, sugerir que “probablemente” vayan a mejorar las condiciones químicas es una suposición que, además, es poco probable dada la elevada extracción de nutrientes por parte de cultivos de árboles de rápido crecimiento cuya madera es cosechada en turnos cortos.
A ello se agrega la falta total de estudios al respecto por parte de la empresa, que “no realiza evaluaciones de impacto ambiental a un nivel adecuado y la escala de sus actividades, teniendo en consideración la flora, fauna, biodiversidad, estabilidad del suelo…” y que en materia de protección contra daños al suelo “No se han identificado todos los posibles impactos ambientales producidos por las operaciones forestales y no se diseñaron medidas de mitigación y manejo previstas”.
En realidad, lo único que hizo la empresa fue “un estudio de suelos para el área” y “los resultados de estos estudios sirvieron para la planificación inicial del establecimiento de las plantaciones”. Es decir, que lo que se estudió fue simplemente la capacidad de los suelos para asegurar el crecimiento de los árboles, pero no el impacto que estos podrían tener sobre el suelo.
2.3.1.3. Flora y fauna
En esta materia los certificadores demuestran claramente su desconocimiento de la realidad al afirmar que “La vegetación natural del área corresponde a bosques mixtos subtropicales, con presencia de numerosas especies latifoliadas, los que fueron eliminados para establecer cultivos agrícolas y ganadería a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX”.
En realidad, la mayor parte del área estaba ocupada originalmente por pradera y no por bosques (compuestos enteramente por latifoliadas, ya que no existen coníferas en el país), si bien estos ocupaban una superficie mayor a la actual. Tal diferencia tiene una enorme importancia práctica, dado que las plantaciones de pinos y eucaliptos no se están instalando en áreas previamente deforestadas, sino en áreas de ecosistema de pradera donde se concentra la mayor biodiversidad del país. Si bien es cierto que gran parte de esas praderas han sido modificadas por la actividad ganadera y en otros casos destruidas por cultivos agrícolas (aunque la superficie dedicada a esta última actividad es mucho menor que la ocupada por la ganadería), no es menos cierto que se trata de un ecosistema de gran valor que debe ser conservado y restaurado.
A ese desconocimiento se agrega otra afirmación igualmente errónea cuando el informe afirma que “Fuera de las áreas de la empresa no se dispone de áreas de bosques naturales, debido al uso anterior (ganadero)”. Al decir eso, da la impresión de que los certificadores ni siquiera visitaron el área, dado que prácticamente todos los establecimientos agropecuarios de la zona disponen de áreas boscosas, en particular a lo largo de los cursos de agua.
La falta de seriedad del informe llega al colmo cuando, en total contradicción con las afirmaciones anteriores, dice que “En buena parte de los sitios la vegetación natural original correspondía a praderas” y que “Las áreas de bosques de galería (el bosque natural predominante en el paisaje de praderas propio de la zona) son identificadas, demarcadas y protegidas para asegurar su mantenimiento. Las áreas de plantación corresponden a antiguos paisajes de praderas, que habían sido utilizados para ganadería o eventualmente para actividades agrícolas”.
En cuanto a la preocupación de la empresa en esta materia, el informe señala que “no realiza evaluaciones de impacto ambiental a un nivel adecuado y la escala de sus actividades, teniendo en consideración la flora, fauna, biodiversidad …”
Resulta también interesante destacar la contradicción en la parte del informe que dice que “Las áreas degradadas por actividades anteriores (ganadería) han sido sometidas a actividades dirigidas a su restauración, mediante aislamiento y clausura de actividades dentro de las áreas”. De acuerdo con el propio informe, “Las áreas de plantación corresponden a antiguos paisajes de praderas, que habían sido utilizados para ganadería o eventualmente para actividades agrícolas”. Es claro que la mayoría de esas áreas degradadas no han sido aisladas, sino que se las plantó con pinos y eucaliptos, por lo que mal se puede hablar de que la empresa está llevando a cabo actividades de “restauración”.
En lo referente a especies invasoras, el informe dice que “Las especies seleccionadas (Eucalyptus grandis, Pinus taeda y Pinus elliottii) son conocidas por su rápido crecimiento y resistencia al frío. La regeneración natural de las especies no ha invadido terrenos vecinos”. Es posible que los certificadores no lo hayan observado (aunque deberían haberlo hecho), pero lo cierto es que tanto el pino taeda como el elliottii son especies que están invadiendo áreas de bosques nativos y que constituyen un grave motivo de preocupación.
Bajo el título “Restauración de los bosques naturales” no se dice ni una palabra sobre restauración y solo se informa que “Se definieron áreas para la protección y conservación, las cuales son respetadas, así como las zonas de amortiguamiento a lo largo de los cursos de agua y alrededor de los bajos y bañados”. Eso es todo.
Por otro lado, los certificadores parecen confundir el término “flora nativa” con el de “especies nativas de los montes”. Este es un grave error, dado que no solo la gran mayoría de las especies vegetales se encuentran en las praderas, sino que además éstas son vitales para la mayoría de las especies de fauna nativa. En efecto, el informe destaca que la empresa “desarrolla un programa de investigación de flora nativa (con apoyo de investigadores de la Universidad de la República) cuyo objetivo es promover la conservación de las especies autóctonas y contribuir al mantenimiento de los habitats naturales y la biodiversidad de sus sitios”. Lo cual parece muy positivo. Sin embargo, luego agrega que “se está realizando un programa de relevamiento y monitoreo de las principales especies de la flora nativa” y que “el relevamiento se hará sobre la base de las dos cuencas acuíferas centrales, Cuñapirú y Tacuarembó y sus afluentes que concentran el monte nativo de galería. Se han identificado en forma preliminar las especies típicas de los montes de la zona, incluyendo la identificación de especies nuevas en la flora uruguaya”. Ni una palabra sobre el ecosistema de pradera.
En materia de fauna, la principal preocupación parece ser la “caza furtiva” que “eventualmente se produce” y para lo cual “no existen procedimientos ni personal asignado a la función de control”.
Los certificadores destacan que “Posterior a la evaluación, la empresa diseñó un procedimiento para el control de la caza, la pesca y otras actividades ilegales dentro de sus predios” y que el procedimiento incluye: “Asegurar que todo el personal de la empresa y vecinos sepan que está prohibido la caza, pesca y recolección. Colocar cartelería con el fin de explicar que dichas actividades no están permitidas en las áreas pertenecientes a la empresa” y “cerrar las porteras con candado de forma de asegurar el no ingreso de personas no autorizadas”. Resulta claro que se trata de una forma de conservación que excluye a las poblaciones locales y que ilegaliza hasta “la recolección”.
2.3.1.4. Uso de agroquímicos
En esta materia, el informe dice que en vivero se utilizan “fertilizantes de alta solubilidad al agua de riego; a veces se utilizan fertilizantes granulados aplicados en el sustrato”. Agrega que “Para el control de plagas y enfermedades se utilizan insecticidas y fungicidas, con un criterio de mínimas aplicaciones para evitar el desarrollo de resistencia por parte de los patógenos. No se utilizan productos de las categorías 1A y 1B de la Organización Mundial de la Salud”. No se aporta ninguna información acerca de los productos utilizados.
A nivel de plantación se hace un control de hormigas previo a la preparación de suelos, “reduciendo la población de hormigas a un nivel compatible con la mejor instalación de los cultivos”. Dicho “nivel compatible” resulta bastante drástico, ya que “Se eliminan todos los hormigueros incluso los de las zonas adyacentes”. El informe dice que “el combate se hace por medio de polvos hormiguicidas o granulados y solo ante la pregunta de un revisor externo se aclara que “Se utiliza sulfonamida fluroalifática, un producto no incluido entre las listas de productos prohibidos por FSC”. De acuerdo con el informe, el control de hormigas se continúa durante 6-12 meses luego de la plantación de los eucaliptos y durante 18-24 meses cuando se trata de pinos.
Las plantaciones de eucaliptos son fertilizadas con nitrógeno y fósforo en un plazo máximo de un mes luego de efectuada la plantación (si se hace manualmente) o en forma simultánea cuando la plantación se hace en forma mecanizada. Con respecto a los pinos, el informe dice que “como regla general, no se efectúan fertilizaciones al momento de la plantación, ya que a la fecha no está muy clara la respuesta a la misma”.
El informe dice que “Para lograr un óptimo desarrollo de las plantaciones de Eucalyptus es necesario que las mismas se desarrollen sobre suelos libres de malezas, hasta que logren establecer una dominancia por sombreado (cierre de copas), lo que normalmente ocurre entre los 9 y 12 meses”. Para ello se realiza un control de malezas que “puede efectuarse en forma mecánica, manual o química. Se agrega que “en situaciones normales se empleará únicamente el control mecánico, que consiste en la pasada de una rastra de discos excéntrica en las entre filas de la plantación. Si el tipo de malezas existente (malezas anuales desarrolladas en el surco de plantación) no puede ser combatida eficazmente en forma mecánica, se debe proceder al control con herramientas manuales (azada). En situaciones especiales la alta frecuencia de aparición de este tipo de malezas requiere del uso de herbicida pre emergente, que le permita a la planta tener un período libre de malezas de al menos 60 días”.
Dado que los certificadores no aclaran qué productos químicos se usan para el control de malezas, un revisor externo dice que “Se debería señalar el o los principios activos de herbicidas pre-emergentes utilizados y las correspondientes dosis”. La respuesta es lacónica: “glifosato”. Dicha respuesta no solo no aclara las dosis que se utilizan, sino que además es errónea, dado que el glifosato es un herbicida post y no pre-emergente.
Como aspecto positivo, el informe dice que “Los obreros disponen de ropa y equipos de protección adecuados y han recibido capacitación al respecto”; como negativo señala que “Las áreas y sustancias peligrosas están delimitadas, pero no hay orden en el almacenamiento de los productos, ni procedimientos para la manipulación, disponibles en el sitio”.
2.3.1.5. Educación ambiental
En este tema el informe apenas dice que “Se destacan las actividades de capacitación y apoyo que la empresa impulsa en las escuelas de nivel primario de la zona” y que la empresa “trabaja en el apoyo a la educación local, incluyendo educación ambiental”. Nada se dice acerca del contenido de esas actividades de capacitación y educación ambiental.
2.3.2. Los aspectos sociales
2.3.2.1. Cantidad de empleo
Al igual que en el caso de la certificación de COFOSA, el informe hace referencia a tres estudios “realizados en 1994-1995 y [que] no estuvieron referidos en forma específica a COFUSA”. Dice que la empresa “no posee estudios propios sobre los impactos socioeconómicos de la forestación en su zona de influencia, ni de opinión de las comunidades locales con respecto a su actividad. La compañía utiliza como información básica los estudios que, en el marco de los proyectos de cooperación técnica que ejecuta la Dirección Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, se han elaborado sobre los impactos económicos y sociales del actual proceso de forestación como parte del monitoreo del Plan Nacional de Forestación”.
Sin analizar las cifras concretas de empleo en COFUSA, los certificadores hacen suyas las conclusiones de dichos estudios y afirman que “En cuanto a la relación entre empleo y superficie forestada, se observa: un coeficiente promedio de 0,0224 puestos por hectárea, una intensidad de empleo por hectárea superior en el Este y Centro-Norte del país comparado con el Litoral y una menor intensidad en mano de obra en los proyectos de mayor tamaño”.
Si lo anterior fuera correcto, la empresa debería haber generado 572 empleos permanentes si solo se toma en cuenta el “área forestada” (25.561 hás x 0.0224) o 1124 empleos permanentes si se incluye la totalidad de la superficie de tierra propiedad de la empresa (tal como se hace al estudiar el empleo generado por la ganadería), que asciende a 50.210 hectáreas.
Sin embargo, los certificadores ni siquiera hacen dicho cálculo elemental y no parecen encontrar ninguna contradicción al constatar que “La empresa cuenta con 28 empleados de planilla [en realidad, de acuerdo con el cuadro detallado que aparece en el informe serían 38 y no 28 empleados] y 30 empresas de servicios [en realidad, de acuerdo con el mismo cuadro serían 19] los que proveen empleo estacional a 365 personas de las comunidades locales”. O sea, que incluso si se asume (incorrectamente, ya que se trata de “empleo estacional”) que las 365 personas trabajan en forma permanente, se estaría lejos de la cifra de los 572 empleos que mínimamente deberían existir y mucho más lejos de los 1124 que resultarían de tomar la superficie total en propiedad de la empresa.
Los certificadores ni siquiera intentan analizar el tema de cuantos empleados de la empresa habitan en los 16 establecimientos adquiridos, donde la tierra estaba “anteriormente dedicada a la producción agrícola (establecimientos de Paysandú, Río Negro y Soriano), o a la producción ganadera extensiva (Rivera y Tacuarembó)”. Dando a entender (sin fundamentación) que la forestación ha mejorado la situación, enfatizan la “baja utilización de mano de obra por unidad de superficie” que existía en esos predios. Sin embargo, su sustitución por la forestación ha empeorado la situación. Incluso si asumimos (erróneamente) que los “28 [38] empleados de planilla” habitan en esos establecimientos, se concluye claramente que han quedado prácticamente vacíos de gente. En realidad, los 38 empleos permanentes se discriminan de esta forma: vivero: 6; plantación: 4; manejo: 4; cosecha: 13 y mantenimiento: 11.
Cabe destacar que en general se trata de predios bastante extensos, con solo 5 menores a 1000 hectáreas, 3 con 1000-3000 hás, 5 de 3000-5000 hás y 3 de más de 6000 hectáreas. Si se tomara en este caso el índice de 0.0047 que el informe de la Dirección Forestal citado maneja para la ganadería, en esa superficie debería haber habido al menos 235 personas empleadas en forma permanente, pero la realidad muestra que ni siquiera hay 38, ya que pocos de esos funcionarios habitan allí.
Parte de la explicación de la escasa generación de empleo permanente en las plantaciones tiene que ver con la creciente mecanización de las tareas, desde el vivero hasta la cosecha, en tanto que otra parte se explica en la propia zafralidad de varias actividades.
A nivel de vivero, COFUSA produce los plantines para sus actividades de forestación en el Vivero Ceballos, ubicado en el paraje Batoví, Ruta 27 (km 25) del departamento de Rivera. Se trata de un vivero con una capacidad de producción de 5 millones de plantas por año, “que posee facilidades de siembra mecanizada con llenadora de sustrato en contenedores reutilizables, equipos de fertirriego e instalaciones completas de cría”. Dicha mecanización implica una menor utilización de mano de obra. El informe aclara que aunque la dirección y gestión del vivero son realizadas por personal técnico de COFUSA, la ejecución de algunas tareas es delegada “a una empresa de servicios local”. Dada la redacción, todo parece implicar que todas (y no algunas) de las tareas son realizadas por trabajadores tercerizados. Pese a que los certificadores dicen que “Mensualmente la jefatura del vivero eleva informes” sobre “Personal: jornales totales por operario y por actividad”, dicha información no es detallada en el informe de evaluación, por lo que no se sabe cuantos trabajadores trabajan en el vivero en forma permanente y cuantos lo hacen de manera temporal y por cuanto tiempo. Pero en el mejor de los casos se reducen a apenas 9 (6 empleados propios de la empresa y 3 empleados de una empresa de servicios).
A nivel de las actividades de plantación es posible tener una idea más clara acerca de la zafralidad del empleo. En efecto, la plantación de pinos se realiza “durante los meses de Junio a Agosto”, en tanto que la Plantación de eucaliptos “se realiza preferentemente en Primavera, durante los meses de Septiembre y Octubre”, aunque “Eventualmente por razones logísticas se puede efectuar en Otoño durante el mes de Marzo”. Es decir, que esta actividad genera empleo durante 5 meses (junio a octubre) y eventualmente en marzo.
En cuanto a cantidad de empleos en la actividad de plantación hay diferencias entre pinos y eucaliptos. En efecto, la plantación de pinos se realiza “en forma manual, ya que el tipo de suelo donde se planta el pino no es apto para tareas de plantación mecanizada”. En cambio, en el caso del eucalipto, la empresa diseñó “una máquina plantadora, que en una única operación efectúa el laboreo, la plantación y la fertilización” De acuerdo con el informe, la utilización de este sistema presenta varias ventajas, entre las que se encuentran la “Concentración de tres labores en una sola”, la “concentración en el tiempo de las operaciones y la “reducción significativa de costos”. Es claro que estas tres ventajas (para la empresa) constituyen desventajas para los trabajadores, ya que disminuyen la demanda de mano de obra, el trabajo se concentra en períodos aún más cortos de tiempo y la reducción de costos significa un menor volumen de ingresos para los trabajadores de la zona.
En cuanto a los raleos, el informe dice que se trata de “una operación mixta ya que se realiza con equipos (máquinas rodantes) y personal (maquinistas) de COFUSA, combinado con personal y máquinas (motosierras) de empresas prestadoras de servicios. Agrega que “Esta línea de trabajo se basa en un equipo conformado por un cabezal procesador, montado sobre una retroexcavadora de orugas”. Nada dice el informe en cuanto a si se trata de una operación que se realiza durante todo el año o solo durante determinadas épocas.
Las operaciones de cosecha final varían de acuerdo con el destino de la madera. En el caso de los pinos y eucaliptos destinados al aserrado, se lleva a cabo “una operación mixta que se realiza con equipos (máquinas rodantes) y personal (maquinistas) de COFUSA, combinado con personal y máquinas (motosierras) de empresas prestadoras de servicios. Cuando se trata de la cosecha de eucaliptos con destino a la producción de celulosa, “Los sistemas empleados son variables entre las distintas operaciones, existiendo algunos de mecanización muy avanzada (harvesters + forwarders), y otros con mayor uso de mano de obra (apeo con motosierra + descortezado manual + extracción con tractores y zorras o carretas). Es decir, que si bien la cosecha aún no está totalmente mecanizada, la empresa reconoce que la mecanización reduce el empleo de mano de obra. Tampoco en este caso se dice nada en cuanto a si se trata de una operación que se realiza durante todo el año o solo durante determinadas épocas.
A la zafralidad de las operaciones forestales se suma la inestabilidad en el empleo forestal a nivel de contratistas y a este respecto el informe dice que “COFUSA controla las plantillas de empleados de las empresas contratistas pero la inestabilidad es una variable de gran incidencia”. La siguiente cita agrega otro elemento de interés: “COFUSA subraya la dificultad de la compañía y sus contratistas para mantener a su personal de modo permanente”. La pregunta evidente es: ¿a qué se debe esa dificultad? ¿Es que las condiciones de trabajo y los niveles salariales tienen algo que ver con esa dificultad en una región del país con altos índices de desempleo? Lamentablemente, los certificadores o bien no formularon las preguntas o bien no consideraron de interés compartir las respuestas.
En materia de control de incendios, el informe omite hacer referencia al trabajo de los 6 empleados tercerizados que se encargan de la vigilancia.
2.3.2.2. Calidad del empleo
A la vista de las cifras de empleo es claro que la mayor parte de los trabajadores que realizan tareas para la COFUSA son empleados de empresas contratistas (365), en tanto que solo 38 son empleados propios. Es fundamental entonces conocer las condiciones de trabajo a nivel de esas empresas contratistas.
Al respecto es interesante ver como formulan su apreciación los certificadores cuando dicen que “No hay evidencia (no se encontró) de que se hayan presentado incumplimientos a las leyes y regulaciones”. Al decir que “no se encontró” evidencia, de alguna manera están dando a entender que es probable que la haya, pero que simplemente no la encontraron. Dicha interpretación se reafirma cuando el informe dice que:
“No hay procedimientos escritos relativos a los requerimientos de la política de Salud, Seguridad y Medio Ambiente en los lugares de trabajo; no se encontró evidencia de capacitación adecuada a trabajadores ni se encontró evidencia de supervisión y comprobación de normas de seguridad e higiene (falta material sanitario en botiquines, normas de seguridad en transporte y falta equipo de comunicación con algunos capataces)”.
“No hay miembros responsables de la puesta en práctica de la política de seguridad e higiene, incluyendo la prevención proactiva de accidentes. Los equipos no están sujetos a inspección periódica, pruebas (tests) y mantenimiento de seguridad. Tampoco están disponibles en algunos lugares de trabajo los equipos adecuados de seguridad. No se encontraron estadísticas de accidentes y no hay mantenimiento de prevención proactiva de accidentes. Los equipos de seguridad no están completos en las zonas de trabajo y no se cumple con normas mínimas de seguridad e higiene en el transporte del personal, campamentos y alojamientos”.
“No se encontró un programa de capacitación de los trabajadores forestales en diferentes niveles; no se encontraron procedimientos de evaluación de la capacitación y falta supervisión adecuada al personal de campo. Se encontraron motosierristas sin capacitación previa al igual que podadores y otros trabajadores”.
“Si bien existen responsables de la supervisión a las empresas contratistas, la misma no está documentada, no es sistemática y no cubre siquiera las especificaciones contractuales. No existen procedimientos documentados para definir acciones correctivas cuando se detecten incumplimientos”.
El personal contratado (dependiente de empresas contratistas), no es consciente, en términos generales de las implicaciones de las regulaciones y estatutos.
Lo anterior es autoexplicativo y no requiere comentarios adicionales en cuanto a la calidad del trabajo en las plantaciones de COFUSA.
2.3.2.3. La sindicalización
Al analizar a COFOSA (2.2.2.3.) observamos que “Resulta por lo menos extraño que el informe afirme que “No existen restricciones para la libre organización de los trabajadores”, cuando la realidad muestra que los trabajadores de COFOSA nunca han tenido un sindicato a nivel de empresa ni están afiliados al sindicato nacional de la madera (SOIMA). En vez de negociar a través de una organización sindical, “las negociaciones se hacen por trato directo, actualmente”.
El mismo comentario es aplicable a COFUSA e incluso resulta llamativo que en este caso los certificadores utilicen exactamente la misma frase de que “No existen restricciones para la libre organización de los trabajadores”. Sin embargo, la situación en COFUSA parece ser aún más grave, puesto que el informe dice que “este aspecto no está explícito en la política de la empresa. Los planteamientos o demandas se reciben en forma directa, pero no existe un procedimiento escrito para la resolución de diferencias”. Pese a ello, el informe afirma que “Se respetan los derechos de los trabajadores”.
2.3.2.4. Los impactos sobre otras actividades
El informe en ningún momento se refiere explícitamente a los impactos de las plantaciones sobre otras actividades agropecuarias y ni siquiera aporta elementos como para poder hacer suposiciones fundadas al respecto. Las únicas dos menciones al respecto dicen que:
“No existen procedimientos para resolver las quejas relativas a pérdidas o daños de la propiedad, salud y/o derechos causados por las operaciones forestales”.
“Se identifica y da seguimiento a los impactos relacionados con las actividades forestales, pero no se han tomado en cuenta los efectos sobre el bienestar social”.
Lo único que se puede inferir es que efectivamente hay “quejas relativas a pérdidas o daños de la propiedad, salud y/o derechos causados por las operaciones forestales”, dado que se señala que no existen procedimientos para resolverlas y que existen “impactos relacionados con las actividades forestales”. Eso es todo.
Nada dicen tampoco acerca de los impactos de la forestación sobre la disponibilidad y calidad del agua para las producciones agropecuarias aledañas a las plantaciones.
2.3.2.5. ¿Beneficios para las comunidades?
El informe dice que “Actualmente las plantaciones se gestionan para la producción de madera aserrada de calidad, pulpa, leña y pastoreo de ganado”. Sin embargo, la información que aporta es insuficiente para evaluar el tema del pastoreo y parece contradecir la afirmación de que se gestione para leña. Es más, se afirma que “En aquellos establecimientos donde no haya actividad, se deben cerrar las porteras con candado de forma de asegurar el no ingreso de personas no autorizadas”.
El pastoreo
Lo único que dice el informe acerca de esta actividad es que “La empresa realiza inversiones para mantener el rango de productos y nivel de productividad del bosque, por ejemplo el pastoreo de ganado”. ¿Quién hace el pastoreo? ¿La empresa misma? ¿Productores locales? ¿Se cobra o es gratuito? Ninguna de estas preguntas tiene respuesta en este informe.
Leña
La madera cosechada es extraída de la plantación y transportada para el aserrado o la exportación para celulosa. O sea, que el uso de leña se restringe a los restos de la cosecha (ramas y extremos de los árboles). Sin embargo, “COFUSA prefiere que el material de los árboles cortados permanezca dentro del bosque donde los nutrientes son reciclados, a pesar de que esto signifique un costo en el corto plazo, que llevar a cabo una operación de recuperación de algún producto, de incierto resultado económico”. Es decir, que la empresa no recupera ni comercializa esa madera para leña.
En cuanto a su posible uso por las comunidades locales, el informe dice que “Posterior a la evaluación, la empresa diseñó un procedimiento para el control de la caza, la pesca y otras actividades ilegales dentro de sus predios”. Dentro de los procedimientos se incluye el “Asegurar que todo el personal de la empresa y vecinos sepan que está prohibido la caza, pesca y recolección. Colocar cartelería con el fin de explicar que dichas actividades no están permitidas en las áreas pertenecientes a la empresa”. Es decir, que parecería que la recolección de leña tampoco es permitida a las comunidades locales.
Caza
Si bien se reconoce que “Eventualmente se produce caza furtiva” y que “no existen procedimientos ni personal asignado a la función de control”, lo cierto es que para la empresa lo importante es que “todo el personal de la empresa y vecinos sepan que está prohibido la caza, pesca y recolección”.
Apicultura
En esta materia el informe dice que “En el área no hay iniciativas de utilización de productos no maderables por parte de las comunidades y la empresa no ha hecho esfuerzos especiales en promoverlas” y pone como ejemplo la posible producción de miel.
Hongos
Al igual que en el item anterior, se constata que no se hace ninguna utilización de hongos y se sugiere que la empresa lo promueva, en contradicción con el nuevo procedimiento de la empresa que declara prohibida la “recolección” en los predios de la empresa.
Aceite
No se menciona como posible uso no maderero de las plantaciones.
Recreación
Para quien no conozca las zonas de los departamentos de Tacuarembó y Rivera donde COFUSA instaló sus plantaciones, el siguiente comentario del informe puede parecer muy positivo: “El área donde se establecieron las plantaciones eran praderas dedicadas a la ganadería extensiva o agricultura, de manera que el paisaje natural fue modificado al establecer las plantaciones, las que fueron diseñadas en bloques no continuos para no alterar mayormente las características del paisaje”. Sin embargo, para quien conoce esa región (como yo y la mayoría de los uruguayos), es claro que las plantaciones de ésta y otras empresas están destruyendo un paisaje único de cerros “chatos” de escasa altura, que poco a poco están siendo invisibilizados a medida que los árboles de las plantaciones crecen. Además, al menos en uno de los más bellos cerritos de este tipo en Rivera, quien escribe pudo constatar que sobre el mismo se hizo una construcción desde donde una persona realiza el control de incendios para la empresa.
Empleo
El informe afirma que “La empresa ha adoptado como política privilegiar el empleo de miembros de las comunidades locales, para la realización de sus actividades”, que “genera empleos para los miembros de comunidades locales” y que “brinda apoyo a las comunidades locales a través de la creación de empleo”.
Sin embargo, lo cierto es que la empresa cuenta con apenas 38 empleados propios. De ellos, es poco probable (el informe no aporta información al respecto) que todos sean miembros de las comunidades locales, dado que en esa cifra se incluye el personal técnico y de confianza.
Por otro lado, hay 365 personas empleadas estacionalmente por empresas contratistas, quienes no tienen ninguna obligación de contratar a miembros de las comunidades locales y que normalmente no lo hacen en las actividades que requieren más mano de obra como la plantación, la poda y la cosecha.
Compras
Nada se dice al respecto.
Consulta y participación
La empresa no se destaca positivamente a este respecto. En efecto, el informe señala que “Existe una lista de grupos de interés, la cual no incluye a las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales ambientales y sociales interesadas en el sector forestal”. A eso se agrega que “No se identifican las áreas de conflicto potencial ni se realizan consultas a las comunidades o grupos afectados por las actividades de la empresa. No se encontró un estudio local de los impactos sociales de las operaciones forestales; las consultas a las comunidades locales no son continuas ni se incorporan a los procesos de planificación”.
2.3.3. Los aspectos económicos
El informe no dice nada sobre este importante tema, pero lo mismo que se dijo para EUFORES y COFOSA es también aplicable a COFUSA, que se beneficia de los subsidios directos e indirectos que el Estado otorga al sector plantador.