El 30 de abril de 2005 ocurrió un hecho histórico sin precedentes. Luego de años de procesos de integración formal entre gobiernos –en los cuales los pueblos han estado esencialmente ausentes- en esa ocasión miles de ciudadanos de Argentina y Uruguay se abrazaron en medio del puente internacional que une a ambas naciones. El motivo: la defensa del río que separa y une a ambos pueblos frente al avance de las transnacionales de la celulosa Ence y Botnia.
El Grupo Guayubira hizo entonces un llamamiento al gobierno nacional a que estudiara el tema en profundidad y a que abriera las puertas al necesario proceso de participación de todos los sectores interesados, antes de adoptar decisiones que pudieran afectar el futuro de nuestro país. Lamentablemente ello no ocurrió y hoy el país se encuentra inmerso en un lamentable conflicto que debió y pudo ser evitado.
Dado que el problema de la instalación de las fábricas de celulosa ha sido convenientemente convertido en un conflicto Uruguay-Argentina, consideramos necesario poner las cosas en su lugar haciendo una breve reseña de las principales acciones llevadas a cabo por Guayubira en este proceso, aclarando al mismo tiempo que otras organizaciones ambientales, sociales y políticas de Uruguay han estado y están activamente involucradas en la oposición a estos proyectos.
Lo primero que importa destacar entonces es que la oposición a estas plantas de celulosa no nació en Argentina, sino en el propio Uruguay. En ese entonces los puentes no estaban cortados y ninguna planta estaba en construcción. Lo que sí estaba cortado era el debate y el diálogo.
Durante el gobierno de Jorge Batlle, Guayubira llevó a cabo intensas actividades para generar conciencia acerca de los problemas que acarrearía la instalación de fábricas de celulosa –y el incremento de las plantaciones de eucaliptos- en nuestro país. Entre ellas se contó el cuestionamiento fundado a las evaluaciones de impacto ambiental presentadas ante la DINAMA por ambas empresas. Integrantes del grupo participaron en las audiencias públicas orquestadas por las empresas y plantearon allí numerosos cuestionamientos que –se dijo- serían tomados en cuenta por la DINAMA.
Sin embargo, durante el gobierno de Batlle no sólo se le otorgó la licencia correspondiente a ambas empresas (a Botnia en los estertores del gobierno colorado), sino que además éste les regaló a ambas una zona franca. Guayubira denunció públicamente estos hechos.
También durante el gobierno de Batlle, Guayubira se opuso a la firma del tratado Uruguay-Finlandia, que deja al estado uruguayo atado a los caprichos de la empresa Botnia. Los parlamentarios del Encuentro Progresista votaron en bloque contra ese tratado, que fue aprobado por blancos y colorados. Hoy el actual gobierno está pagando el precio.
Antes de la asunción del nuevo gobierno, integrantes del Grupo Guayubira presentes en el Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre – Brasil, tomaron la iniciativa de elevar una carta abierta al Dr. Tabaré Vázquez para expresarle su preocupación en torno a la posible instalación de dos gigantescas plantas de celulosa en las inmediaciones de la ciudad de Fray Bentos. A la misma se sumaron centenares de uruguay@s y argentin@s que participaban en este evento, muchos de ell@s representantes de organizaciones sociales, sindicales, ambientales, políticas y religiosas. La carta contó con el respaldo de personalidades relevantes como Eduardo Galeano, Adolfo Pérez Esquivel y Hebe de Bonafini, entre otras.
En la carta al nuevo presidente electo se le decía: “Confiamos que sabrá honrar la esperanza que uruguayos y uruguayas supieron construir a lo largo de varios años de lucha y que hoy han depositado en usted”.
A la frustración de no haber recibido nunca una respuesta a la carta, se sumó otra peor: que el Presidente Vázquez no sólo se reunió con los empresarios de Botnia, sino que hizo suya la propaganda de la empresa afirmando que se trataba de una “empresa seria” y “que crearía 8 mil puestos de trabajo”.
Guayubira continuó aportando información al público sobre la falsedad de las aseveraciones de las empresas en torno a la generación de empleos y sobre los impactos que sus plantas generarían sobre actividades como el turismo, la pesca y la apicultura, así como sobre la pérdida de empleos y producciones en el campo por la sustitución de actividades agropecuarias por la expansión de las plantaciones de eucaliptos para abastecerlas.
El 27 de mayo, Guayubira organizó una concentración en la Plaza Libertad bajo la consigna de “SI a la vida, NO a las fábricas de celulosa”. Eduardo Galeano fue el orador principal y culminó su oratoria diciendo: “La gente votó para que el país cambiara y cosas que antes resultaban normales, humillaciones aceptadas como costumbre en tiempos del poder blanquirado, coloranco, ahora ya pasan a ser ofensas graves a la dignidad nacional recuperada. Y yo creo que es no sólo nuestro legítimo derecho sino también nuestra obligación, nuestro deber, recordarle a este gobierno -que muchos sentimos que es nuestro gobierno- recordarle que la dignidad es su obligación principal y que no se equivocó el jefe aquel que dijo: “no venderemos el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad”.
Pese a que Galeano fue entrevistado en la plaza misma por numerosos medios de prensa, sus palabras nunca llegaron a conocimiento del público, en un claro acto de censura por parte de los directivos de los medios de comunicación.
Mientras tanto, la chimenea de Botnia comenzaba a elevarse provocativamente, despertando las iras de los habitantes de la vecina orilla e instigándolos a tomar la acción del corte de los puentes como última medida para defender sus derechos.
Al mismo tiempo, ambas empresas no escatimaban medios para conquistarse a una opinión pública que todavía les era adversa. A los iniciales viajes de parlamentarios pagados por Ence se sumaron viajes financiados por Botnia. Además de parlamentarios, también invitaron a intendentes, periodistas, técnicos e incluso a ciudadanos que por alguna razón las empresas entendieron conveniente invitar.
En ese contexto, Guayubira se vinculó con organizaciones finlandesas y uno de sus integrantes viajó a ese país en junio, en la única visita realizada independientemente de Botnia a ese país. La importante información recogida allí incluía aportes de habitantes de zonas con fábricas de celulosa, de sindicalistas, ambientalistas, técnicos y políticos y fue resumida en la publicación “Tras la huella de la celulosa en Finlandia. La otra cara de la moneda”. La misma fue difundida ampliamente y entregada a autoridades de gobierno. Sin embargo, no fue tomada en cuenta.
Por esa misma fecha, Guayubira comienza un proceso de seguimiento de los préstamos solicitados por Ence y Botnia al Banco Mundial. Además de aportar información, mantiene entrevistas con funcionarios y consultores del Banco Mundial. En ese proceso llega al país la Ombudsman del Banco Mundial, que en su informe le da la razón a Guayubira en numerosos de sus planteos.
En diciembre los consultores del Banco Mundial finalizan el borrador de informe a ser presentado en audiencias públicas. Pese a tratarse de un borrador, tanto el gobierno como la prensa lo presentan como el informe final que da la luz verde a los créditos. Sin embargo, ello no ocurre así.
Luego de analizar el borrador, Guayubira se reúne con funcionarios del Banco Mundial y les expone todas las críticas que el informe merece, comenzando por su falta total de seriedad y plantea que ese informe no puede servir de base para las audiencias programadas por el Banco para discutir el mismo. Pese a ello, el Banco sigue adelante con sus planes y el 14 de febrero de 2006 tiene lugar la audiencia pública en Montevideo.
Guayubira se niega a participar en esa “consulta”, pero entrega por escrito todas sus observaciones al borrador de informe.
En abril se hace público el análisis crítico que realizan nuevos consultores contratados por el Banco para incorporar al borrador inicial las observaciones del público y las propias de los consultores. Nuevamente se le da la razón a Guayubira en muchos de sus planteos. Más importante aún, este último informe hace críticas fundadas, tanto a las dos empresas, como a los consultores que produjeron el estudio de impacto acumulado, como a nuestro gobierno, cuyos funcionarios no se han cansado de asegurar públicamente que estas plantas de celulosa no contaminarán. El solo hecho de que este informe esté planteando numerosas mejoras en todos los procesos de producción de estas plantas está diciendo a las claras que –por lo menos en la versión aprobada por la DINAMA- estas plantas sí contaminarían.
Si bien lo anterior es solo una muestra de las numerosas actividades llevadas a cabo en Uruguay contra la instalación de estas plantas de la discordia, por lo menos da una idea acerca de la seriedad con la que Guayubira ha procedido. También muestra que sus aportes podrían haber servido de base para un debate informado entre uruguay@s que fue sistemáticamente evitado. Al mismo tiempo, prueba la manipulación que se ha hecho de este proceso, en el que los grandes medios de comunicación han ocultado al público la información relevante y han logrado presentarlo como un conflicto provocado por mal llamados “piqueteros” o “ambientalistas” argentinos, que en realidad son el pueblo entero de Gualeguaychú que lucha –nos guste o no- por lo que entiende son sus derechos.
En ese marco, Guayubira adhiere a la conmemoración del memorable Abrazo del Puente del 2005, que es ahora un símbolo de unidad entre pueblos hermanos que luchan por ese “otro mundo posible” al que todas y todos aspiramos.