Malos olores, vómitos, dolores de cabeza y uso de mascarillas son parte de la nueva vida del Valle de Itata donde hace muy pocas semanas se puso en funcionamiento una fábrica de celulosa de moderna tecnología finlandesa.
En el Valle de Itata , Chile, a pocas semanas de ponerse en funcionamiento una moderna fábrica de celulosa de tecnología finlandesa de última generación nada es como lo promocionado por la empresa y las autoridades nacionales durante su construcción. En una reciente visita realizada a la planta por el embajador de Finlandia en Chile, Iivo Uljas Salmi reconoció que era comprensible la preocupación de algunos sectores de la comunidad respecto del funcionamiento de la planta. Sin embargo, dijo estar convencido de que “cuando la gente conoce con cifras y antecedentes científicos que los efectos son igual a cero, se calman los ánimos y la gente puede vivir en paz”.
Los relatos que siguen fueron publicados en la prensa local en el día de ayer. La diferencia es que ahora la fábrica de celulosa comenzó a funcionar.
Un profundo cambio en su calidad de vida comenzaron a experimentar los habitantes del valle del río Itata, a pocas semanas del inicio de operaciones del Complejo Forestal Industrial Nueva Aldea de Celulosa Arauco y Constitución (Celco).
Insoportables olores, acompañados de dolores de cabeza, molestias nasales, náuseas y otros malestares obligan a los residentes a cerrar las ventanas y puertas de sus casas y esconderse en las tardes mientras cambia la dirección del viento, son sólo una parte de la nueva vida que deberá tener la comunidad.
El agricultor y productor de vinos y chicha, Héctor Rabanal Baeza, quien reside en la comuna de Ránquil, cerca de la caldera más grande del complejo, denunció que los fuertes olores lo han obligado a él, a su esposa, su hijo y su nieta a utilizar mascarillas para tratar de paliar los pestilentes olores que les han provocado reiterados malestares como ganas de vomitar y dolores de cabeza.
“El olor es insoportable, es como a huevos podridos, como a verduras podridas y la niña no los soporta. Yo uso máscara y me aguanto porque ando trabajando para el campo, pero los niños se encierran, aunque igual se filtra el olor hacia dentro”, manifestó molesto.
Según sus propias palabras, este es sólo el preámbulo de lo que deberán vivir en los próximos meses, ya que la planta inició un programa paulatino de puesta en marcha, por lo que todavía no está funcionando a plenitud.
El agricultor viñatero reveló que su negocio ha comenzado a tener dificultades, puesto que los clientes y turistas ya no se detienen a comprar sus productos por el fuerte hedor que inunda la zona. “Ellos quieren pasar lo más rápido posible este tramo de la carretera. Y es peor cuando corre viento de mar”, dijo el campesino.
Héctor Rabanal agregó que lo que está viviendo su familia se repite en todo el valle del río Itata. “Más abajo pasa lo mismo y depende de la dirección del viento, pero es insoportable”.
“Yo me imagino que, con el paso de las semanas, no se va a poder vivir acá. Entonces, al irse para otro lado a uno le viene una depresión, porque es empezar todo de nuevo después de vender aquí. Sinceramente estoy en una disyuntiva, no sé qué es lo que se irá presentar más adelante con esto”, dijo preocupado.
El ruido que proviene del complejo forestal dejó atrás la tranquilidad del sector.
“El ruido antes no existía, pero prefiero mil veces eso y no el olor porque andar con la guata mala y dolor de cabeza todo el día no se puede vivir. Afecta en la nariz y la cabeza, duele la cabeza y el estómago queda malo. Tengo temor de que los niños se enfermen más adelante”, agregó.
El campesino comentó que los habitantes de Ránquil tendrán que organizarse para hacer frente al deterioro en la calidad de vida de los habitantes del valle.
“Tenemos organizaciones vecinales, pero los dirigentes están todos comprometidos con la celulosa, porque les ofrecieron trabajo a ellos y a sus familiares y así no podemos hacer nada”.
En este aspecto, el agricultor cuestionó la política de acercamiento con la comunidad a través de vinculaciones laborales con los dirigentes o con familiares, que impide que los líderes puedan defender los intereses de la comunidad.
“Aquí hay mucha gente comprada”, aseguró.
Rabanal destacó que personas que conocen la crisis ambiental del río Cruces en Valdivia y los impactos en la salud de los habitantes de la comuna de San José de la Mariquina, le han asegurado que no podrán seguir viviendo en el sector una vez que el complejo Nueva Aldea comience a funcionar a plena capacidad.
“Los que pasan a comprar y que conocen más la planta de Arauco, al sur de Concepción y la de Valdivia me dicen que yo no voy a poder vivir aquí aunque quiera debido a la mala calidad de vida”, finalizó.
Extractado de: http://www.cobquecurano.cl/2005/news.asp?id=138