Cuando todo parecía prever que la empresa española ENCE se retiraba del país, ahora parece que se piensa trasladar al departamento de Colonia e incluso duplicar la capacidad de producción prevista de 500.000 a 1 millón de toneladas de celulosa anuales
Pero lo más impactante no es la noticia en sí, sino la forma en que se la difundió y las declaraciones que ha concitado. Por un lado, resulta sorprendente que el presidente de Ence, Juan Luis Arregui, haya hecho pública esa decisión en Buenos Aires e igualmente sorprendente que la haya hecho junto a Alberto Fernández, secretario del gabinete de Néstor Kirchner. Más extraño aún, que haya recibido el beneplácito tácito de las autoridades argentinas.
Todo ello resulta muy difícil de entender, pero en última instancia es insultante para los pueblos de ambos países. Si la empresa se va a instalar en Uruguay, quienes deben ser informados primero son el gobierno y el pueblo de este país. Lo que Ence está diciendo es que lo único que importa es lograr el apoyo del gobierno argentino, con la promesa de que va a comprar algo de madera en ese país y que la contaminación no lo va a afectar. Por otro lado, muestra que la “preocupación ambiental” del gobierno argentino solo se aplica al caso de Gualeguaychú y que la única razón de dicha “preocupación” fue la movilización del pueblo entrerriano en la defensa de su ambiente y medios de vida, que terminó forzando al gobierno nacional a ponerse de su lado.
Hasta el propio Jorge Batlle, bajo cuya presidencia se aprobaron los proyectos de Botnia y Ence se manifestó enojado con el hecho diciendo que Arregui, “para empezar es un atrevido: cree que somos colonia y que puede desde la Argentina resolver lo que se hace en Uruguay”. ¡Qué lástima que su sensibilidad no haya sido tan patriótica cuando otorgó graciosamente a Ence y a Botnia sendas zonas francas en Fray Bentos!
Son también sorprendentes las declaraciones del intendente de Colonia, que ponen en cuestión las afirmaciones del gobierno uruguayo de que las fábricas de celulosa no van a contaminar. En efecto, el intendente Walter Zimmer dijo que la empresa piensa instalarse “en un lugar que no afecta al departamento en sus industrias básicas: el turismo y la agroindustria”. Es decir, que Zimmer opina –tal como lo hacen los entrerrianos- que esta industria puede afectar tanto al turismo como a la agroindustria, poniendo entonces en tela de juicio la opinión en contrario del gobierno nacional.
Por otro lado, el intendente Zimmer no parece recordar que en su departamento han habido movilizaciones vinculadas al tema de los proyectos celulósicos al afirmar que “hay una aprobación genérica de la población” sobre la instalación de la fábrica de Ence. Cabe recordar al respecto que cuando Isusa pretendió instalar una planta industrial en el departamento de Colonia –que eventualmente podría proveer de insumos a Botnia- una movilización de vecinos y comerciantes terminó impidiendo que se concretase. Por otro lado: ¿en qué se basa el intendente al afirmar que “hay una aprobación genérica de la población”?
La decisión de Ence parece estar generando una situación política nueva, pero en realidad nada ha cambiado en lo esencial. Su nuevo proyecto simplemente tendrá mayores impactos que el anterior, ya que requerirá el doble de materia prima para abastecerse. Ello significa más plantaciones y por tanto mayor expulsión de la población rural, menos empleo, mayor concentración y extranjerización de la tierra. También significa mayores impactos sobre suelos, agua, flora y fauna. Sus efluentes líquidos y emisiones gaseosas no afectarán a la población de Fray Bentos, Mercedes, Dolores y Gualeguaychú, sino que impactarán sobre otras más distantes, fundamentalmente localizadas en territorio uruguayo.
El Grupo Guayubira espera que este nuevo proyecto de Ence sirva al menos para abrir espacios al debate nacional –ahora sin la distorsión del enfrentamiento con Argentina- acerca de la inconveniencia social y ambiental de este modelo de “desarrollo” forestal-celulósico.