El Grupo Guayubira quiere trasladar a la población su preocupación sobre la instalación de una o más fábricas de producción de insumos químicos en el predio de zona franca de la empresa Botnia.
Cuando la empresa finlandesa Botnia presentó su proyecto de fábrica de celulosa a la audiencia pública convocada al efecto en Fray Bentos, lo hizo a través de una hermosa publicación en colores. Según sus representantes, el público podría allí enterarse en detalle de los distintos componentes de su proyecto y hacer las críticas que les pudiera merecer. El Grupo Guayubira, así como lo hicieron otras organizaciones, planteó una serie de dudas y destacó algunas imprecisiones del contenido del documento. De la misma manera se presentó documentación ampliada y formal durante el período de manifiesto, en el cual DINAMA recibe las apreciaciones de todo interesado en el proyecto. DINAMA no respondió los cuestionamientos presentados y, a punto seguido, otorgó la Autorización Ambiental Previa a la empresa.
Pero, además de las dudas con respecto a la fábrica de celulosa, surgieron otras relacionadas con la posible construcción de otras fábricas de productos químicos. La información que difundió Botnia en su Informe Ambiental Resumen apenas dice que:
“El dióxido de cloro, el oxígeno y el dióxido de azufre se producirán in situ de acuerdo a tecnologías bien conocidas. Opcionalmente también se producirá en planta el clorato de sodio y peróxido de hidrógeno”. Tan solo eso. En ningún momento se brinda información detallada de las posibles fábricas de químicos y sólo se menciona sucintamente que si ocurriera un accidente en alguna de estas plantas, “los productos químicos correspondientes pueden ser liberados a la atmósfera”, minimizando la posibilidad de accidentes a una frecuencia de uno por año.
Dada la enorme importancia del tema, Guayubira ha estado esperando la presentación del proyecto de la planta de químicos para poder opinar al respecto. Lamentablemente hasta ahora no lo hemos podido hacer por la falta de información y/o información no precisa, por la información difundida por partes y por el difícil acceso a las autoridades competentes.
Sin embargo, dichas plantas de productos químicos aún deben ser sometidas a estudio. En una entrevista de julio de 2005, publicada por el semanario Brecha, la directora de la DINAMA, Alicia Torres, preguntada sobre la instalación de una planta química, fue muy clara al respecto, al decir que:
“La planta que se analizó es la que produce celulosa. Ese proceso utiliza determinados insumos, y estos insumos conviene que sean producidos en el entorno de esas plantas. Tanto Botnia como la española ENCE, cuyos proyectos están situados en un terreno mayor, han planteado que, posiblemente asociadas, instalen otras industrias, dentro del terreno o fuera. Dentro del predio hay que estudiarlo como emprendimiento nuevo y, a la vez, ellos son responsables de todo lo que funciona en ese predio. Ahora también nos han llegado otros proyectos, con propuestas de instalarse en otros lugares y abastecer. En todos esos casos habrá que hacer un estudio específico.”.
El Grupo Guayubira ha hecho en los últimos días –y debido a la inminente puesta en funcionamiento de la fábrica de celulosa– reiteradas consultas a la Directora de la DINAMA sin tener respuesta de su parte, aunque recientemente reafirmó que cuando Botnia presentó la Evaluación de Impacto Ambiental no estaba incluido el proyecto de la fábrica de químicos. La Directora agregó que han estado avanzando en este tema y que va a ser presentado dentro del plan de operación de la fábrica de celulosa.
Más allá de si la Autorización Ambiental Previa incluyó o no estas plantas, aspecto que queda relativizado por la posterior presentación por partes de diferentes componentes del proyecto, lo que sí queda claro es que esas plantas serían construidas en el predio de Botnia y que manejarían grandes volúmenes de productos químicos peligrosos. ¿Acaso esto no justifica sobradamente una exposición de riesgos?
Según el reglamento de las evaluaciones de impacto ambiental vigente en nuestro país “la construcción de unidades o complejos industriales” que impliquen la “fabricación de sustancias o productos químicos peligrosos cualquiera sea su capacidad de producción” deben presentar un estudio de impacto ambiental. Estamos hablando de productos como el dióxido de cloro, una sustancia altamente tóxica y explosiva que, a vía de ejemplo, las normas de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos prohíben su producción a menos de 5 kilómetros de distancia de cualquier lugar poblado y prohíben asimismo su traslado por las rutas del país. Son productos que, por lo tanto, requieren una evaluación de impacto ambiental acorde a las circunstancias.
Más allá también de toda reglamentación, se trata de un tema ético y de responsabilidad ante la población. Tenemos derecho a saber de qué productos químicos se trata, en qué condiciones y cantidades serán producidos, dónde y cómo serán utilizados y cuales serían sus posibles impactos sobre la salud de la población.
Resulta evidente que la información aportada al público por la empresa Botnia es a todas luces insuficiente y la única conclusión a la que se puede llegar es que algún cangrejo habrá escondido bajo la piedra para que no se quiera hablar de un tema tan crítico como éste. Esperamos que la DINAMA aclare la situación.