Resumen de los impactos ya constatados de un modelo social y ambientalmente destructivo

Introducción

1. Ecosistema y cultura productiva amenazados

2. Menor cantidad de empleo en condiciones inapropiadas

3. Subsidios, concentración y extranjerización
de la tierra

4. Impactos sobre los recursos hídricos

5. Degradación de los suelos

6. Contaminación por el uso masivo de agrotóxicos

7. Impactos sobre la biodiversidad, el paisaje y otras
culturas

8. La celulosa consolida la forestación y agrega
impactos

9. Un nuevo enfoque de la política forestal

Declaratoria de la Iniciativa Nacional por la Suspensión
de la Forestación

Fuentes utilizadas

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INTRODUCCION

La expansión de los monocultivos de árboles alentada
por la ley forestal de 1987 y por una serie de incentivos adicionales
desencadenó –sin declararlo explícitamente–
un proceso de cambios y de sustitución de una cultura productiva
por otra, cuya gravedad sigue oculta por la desinformación a
que es sometida gran parte de la sociedad uruguaya.

En las zonas forestadas, la adquisición de grandes propiedades
y de los predios medianos y pequeños vecinos para el desarrollo
de plantaciones en gran escala ha expulsado hacia la ciudad a la pequeña
población que convivía aún con el latifundio y
trabajaba en la actividad agropecuaria tradicional. La concentración
de la propiedad de la tierra en manos de grandes empresas extranjeras
alcanza niveles sin precedentes y no deja de crecer.

La magnitud de estos cambios en la estructura productiva del país
ha generado, en un breve lapso histórico, alteraciones demográficas
y ambientales notorias, que pueden ser sólo el comienzo de cambios
más serios en el ecosistema de pradera característico
de la región pampeana y en sus recursos hídricos, tanto
superficiales como subterráneos.

Las autoridades uruguayas que impulsaron este proceso de forestación
no evaluaron estos impactos ni se han ocupado hasta el presente de medirlos
y estudiar a cabalidad sus efectos a mediano y largo plazo. Aún
se pretende mantener la marca “Uruguay Natural”, cuando la
forestación y la producción de celulosa que la acompaña
contradicen esa idea.

Presentamos a continuación una breve exposición de las principales características de este modelo forestal, como un aporte para la reflexión y el debate de esta cuestión crucial para el futuro de nuestro país.

1. ECOSISTEMA Y
CULTURA PRODUCTIVA AMENAZADOS

Desde su introducción durante la colonia española, la ganadería a cielo abierto se desarrolló en esta región en armonía con una dotación de recursos naturales apta para ese fin, que le permitió subsistir hasta el presente sin
provocar sobresaltos o alteraciones importantes en el medio ambiente
original. Es un sistema de producción que combina el pastoreo
simultáneo y continuo de vacunos, ovinos y equinos, en potreros
de gran superficie.

En este desarrollo, Uruguay logró rápidamente el autoabastecimiento
de los principales componentes de la dieta humana, en base a productos
animales y provenientes de la agricultura con cultivos de clima templado.
Temprano en el siglo XX, el país ya era un exportador neto de
alimentos y fibras vegetales y animales, naturales y procesadas industrialmente, que conformaron el núcleo de su economía agroindustrial.

El crecimiento de las plantaciones de árboles forma parte de
tendencias mundiales de la segunda mitad del siglo XX. En el Norte,
los bosques fueron puestos en peligro por la lluvia ácida provocada
por las industrias, la tala comercial y la urbanización. Estos
mismos países comenzaron a revalorar los beneficios de sus bosques,
pero el consumo dispendioso de madera, papeles, cartones y otros derivados
de la madera los llevó a trasladar el problema hacia el Sur.
Aquí se tradujo en la deforestación acelerada de los bosques
tropicales, la expansión de los monocultivos y, últimamente,
en la inmigración y multiplicación de las fábricas
de celulosa para abastecer esas necesidades de los mercados del Norte.

Desde los centros económicos mundiales, con el apoyo de los
organismos financieros y de la cooperación técnica internacional,
se viene proyectando entonces un mensaje dual. Por una parte, se enfatiza
la importancia de las plantaciones forestales para la preservación
de los recursos naturales y el clima pero, por la otra, se destaca la
gran oportunidad que las mismas plantaciones ofrecen para la realización
de negocios muy rentables.

En este contexto se aprueban en Uruguay la Ley Forestal Nº 15.939,
el 28 de diciembre de 1987, y una serie de normas complementarias que
generan una expansión sin precedentes de las plantaciones. De
los 15 millones de hectáreas de aptitud agropecuaria del país,
3,5 millones de hectáreas fueron calificadas como suelos de ‘prioridad
forestal’, ofreciendo para su explotación fuertes incentivos
económicos. Hasta el presente, se llevan plantadas unas 750.000
hectáreas, 21% del total del área incentivada, con las
especies glóbulus y grandis de eucalipto australiano y las especies
elliottii y taeda de pino norteamericano.

Bajo el supuesto de que no serían aptos para otro tipo de producción,
la calificación de los suelos de ‘prioridad forestal’ se basa
en un relevamiento de los años 1960 que no tuvo en consideración
elementos fundamentales del ecosistema, como el agua, la biodiversidad
y el patrimonio cultural. Estudios y avances técnicos posteriores
demostraron que muchos de esos suelos son de gran calidad para la agricultura y para la ganadería.

“Hoy, la forestación copó los campos arenosos,
los mejores del país. En ellos, aparte de la ganadería,
se puede hacer soja, arroz, cultivos de verano, papa, semilleros, porque
tienen una inmejorable reserva hídrica. Uruguay hizo 750.000
hectáreas de forestación y es el único país
del mundo que no hizo impacto ambiental. Los forestadores, ni lerdos
ni perezosos, coparon la banca, forestaron lo que nadie foresta, los
campos mejores, los más productivos, los arenosos.”
Ingeniero
Agrónomo Daniel Durán

En el año 2000, en algunas secciones de los departamentos de
Paysandú y Río Negro la proporción ocupada por
plantaciones superaba el 35%. En cuanto al tamaño de las áreas
forestadas en estos departamentos, un tercio de la superficie forestada
corresponde a campos de 2000 a 5000 ha y 31% corresponde a campos de
más de 10.000 ha.

Aún en los escasos veinte años transcurridos de este
proceso, se ha podido constatar que estas plantaciones tienen graves
impactos sobre los recursos hídricos, sobre la flora, la fauna
y el paisaje natural, en particular los vinculados al principal ecosistema
del país, la pradera, que afectan a su vez la producción
agrícola y ganadera tradicionales, la producción melífera
y, en suma, las condiciones sociales y de vida de la población
rural.

LA PRADERA PAMPEANA

Uruguay forma parte de los pastizales del Río de la Plata,
que se extienden por el este de Argentina y la mitad austral del
Estado de Río Grande do Sul, Brasil, constituyendo una
de las mayores áreas de praderas en el mundo. En Uruguay,
83% del territorio (13,5 mill. de ha) está cubierto por
pasturas permanentes, de las cuales –en el año 2000–
unas 10 mill. de ha eran campos naturales, y el saldo “pasturas
mejoradas”. Los pastizales albergan 80% de la diversidad
de especies vegetales de Uruguay y una alta riqueza de fauna asociada.

Una característica importante de la pradera es el alto
número de especies herbáceas y la diversidad de
caracteres vegetativos, productividad, etc. El número de
especies que la componen es de alrededor de 2000, incluyendo unas
400 gramíneas. La flora arbórea y arborescente incluye
unas 260 especies, de las cuales la mitad son árboles.

En la fauna asociada a nuestra pradera se han identificado 1200
especies de vertebrados, que se dividen en 580 especies de peces,
41 de batracios, 62 de reptiles, 404 de aves y 111 de mamíferos.
Los invertebrados artrópodos incluyen un gran número
de especies de insectos y los no artrópodos moluscos marinos
y otras especies parásitas.

En el mundo de hoy, trastornado por calamidades generadas por la propia
actividad humana –tales como grandes sequías en determinadas
zonas con copiosas lluvias e inundaciones en otras, la escasez y disputa
por el agua potable en importantes áreas pobladas, etc.–, conservar
los recursos hídricos disponibles y preservar la capacidad de
producir alimentos sanos para la población autóctona y,
siendo posible, para exportar, son dos opciones estratégicas
fundamentales para cualquier nación y para Uruguay en particular.

Una pequeña nación que tiene el privilegio de asentarse
sobre la Pampa Húmeda, uno de los suelos más fértiles
y mejor irrigados del planeta, pone en peligro su cultura productiva
y su seguridad alimentaria a largo plazo al adoptar un modelo agroindustrial
diseñado fuera del país, no para su beneficio, sino para
sostener el consumo superfluo de las sociedades del Norte y el lucro
de grandes empresas trasnacionales. Un modelo impuesto también
en otros países del Sur y probado en sus graves impactos sociales
y ambientales.

2. MENOR CANTIDAD
DE EMPLEO EN CONDICIONES INAPROPIADAS

Otro argumento típico de los que promueven la forestación
es que las plantaciones generan más y mejor empleo. Sin embargo,
esta afirmación es totalmente falsa. Los monocultivos de árboles
generan puestos de trabajo en las etapas de plantación y cosecha.
En la etapa intermedia, el empleo cae en forma sustancial. En la cosecha,
la plantación requiere nuevamente mano de obra, pero el número
de puestos de trabajo tiende a disminuir en forma drástica debido
a la creciente mecanización de esta operación. En el caso
de plantaciones destinadas a la producción de madera para usos
industriales (por ejemplo, para aserrado), se genera cierta cantidad
de empleos para labores de poda, operación que no se efectúa
en el caso mayoritario de plantaciones para celulosa.

Una de las características principales del trabajo en el sector
de plantaciones es la tercerización de casi todas las tareas:
producción de plantas, control de hormigas, preparación
del suelo, plantación, poda y cosecha. Los trabajadores contratados
directamente por las empresas son los menos y en la mayoría de
los casos se trata de mandos medios y altos.

Tal situación dio lugar a constantes y generalizadas violaciones
a los derechos de los trabajadores por parte de las numerosas y a menudo
informales empresas contratistas y subcontratistas trabajando en el
sector. El resultado fueron empleos caracterizados por ser de muy baja
calidad, siendo en su mayoría de carácter temporal, con
bajos salarios, mala alimentación, alojamiento inadecuado y el
no cumplimiento de la legislación laboral. Los accidentes graves
y las enfermedades laborales han sido frecuentes. En muchos casos se
constataron casos de situaciones de trabajo de semi-esclavitud.

Recién ahora, casi dos décadas después que el
Estado comenzara a promover la forestación, se comienzan a tomar
medidas para asegurar el cumplimiento de la legislación laboral.
Sin embargo, los niveles salariales siguen siendo sumamente bajos debido
a dos factores: el trabajo a destajo y las condiciones climáticas.
En efecto, las principales tareas que se realizan en el sector son pagadas
en base a rendimiento: número de árboles plantados o podados,
cantidad de madera cortada, etc. El clima incide mucho en los ingresos
mensuales, ya que la lluvia, el viento, la humedad y otros factores
hacen imposible que se pueda trabajar todos los días y los trabajadores
no reciben paga alguna cuando no se trabaja.

El siguiente testimonio de un trabajador ilustra lo dicho en el párrafo
anterior: “se trabaja una semana y después estamos 10 días
sin trabajar. En todo el año pasado trabajamos 60 días.
Este año 83 días. Por lluvia, o barro, o neblina, o viento”.
Es decir, que si bien pueden ganar $ 400 por día, solo trabajan
10-13 días al mes. “Pero tenemos que comer todos los 30
días, tenemos que pagar el alquiler todo el mes y no nos da”.

El Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU) dio a conocer,
en noviembre de 2004, una investigación sobre los trabajadores
forestales de la fase agraria. De acuerdo con los resultados de este
trabajo, en nuestro país sus principales características
son:

• Trabajador con alto índice de masculinización

• Trabajador joven y mayoritariamente sin hijos

• Trabajadores menos afincados y con mayor movilidad en sus hogares

• La mayoría de los trabajadores son solteros

• Atención de salud mayoritariamente en el Ministerio de
Salud Pública

• Poseen mayor grado de educación formal que los asalariados
de las estancias ganaderas tradicionales

• Trabajadores asalariados en su gran mayoría y viviendo
en el área urbana de las capitales departamentales

• El Litoral Oeste y el Sur son las regiones que agrupan mayoritariamente
a los trabajadores forestales y Paysandú es uno de los principales
departamentos en este sentido

• Las condiciones de vida de los trabajadores forestales son peores
que la de los asalariados de la ganadería

Como se puede apreciar, el perfil del trabajador forestal uruguayo
ya no es el del trabajador tradicional del campo, afincado con su familia
en el interior, sino el de un joven de la ciudad, sin compromisos familiares
y que, por sus condiciones de trabajo, de atención de la salud
y salario, debe residir en los barrios pobres de la periferia urbana.

El Censo Nacional Agropecuario del año 2000, el último
realizado hasta la fecha, constató que la forestación
da menos trabajo que la ganadería extensiva. En efecto, de acuerdo
con los datos del censo, el número de trabajadores permanentes
por cada mil hectáreas forestadas es de 4,49. La ganadería
de vacunos de carne genera 5,84 empleos permanentes en la misma extensión de tierra, en tanto que la ganadería de ovinos provee 9,18 empleos.
Y éstas, junto a la producción de arroz (7,75), son las
peores cifras. En el extremo opuesto se encuentran la producción
para autoconsumo (262 empleos/mil hectáreas), de aves (211),
la viticultura (165), la horticultura (133) y la producción de
cerdos (128), en tanto que en el medio se ubican la producción
de vacunos de leche (22), los servicios de maquinaria (20) y los cultivos
cerealeros e industriales (10).

A pesar de estos estudios y testimonios, voceros de las empresas forestales
aparecen en forma constante a través de las radios, la prensa
escrita y la televisión, repitiendo que las plantaciones ofrecen
más trabajo que las actividades tradicionales. Se llega a afirmar
que la forestación, como mínimo, emplea a 15 trabajadores
permanentes cada 1.000 hectáreas. (Ver en el recuadro un análisis
a partir del informe de una empresa certificadora.)

El tema es que objetivo de las empresas forestales no consiste en generar
empleos, sino en obtener las máximas ganancias para sus accionistas
y solo utilizan este falso argumento para justificar socialmente su
emprendimiento. Con frecuencia, los monocultivos se instalan en tierras
de agricultura familiar por lo que incluso la tendencia del empleo neto
es en muchos casos negativa. En casi todos los casos, las plantaciones
resultan en la expulsión de la población local, en particular
hacia los cinturones de miseria de las ciudades.

CONTRADICCIONES DE LAS CERTIFICADORAS

“De acuerdo con el informe [de Societé Générale
de Surveillance-SGS, certificadora de las actividades de la empresa
EUFORES] “toda la tierra ahora plantada estaba previamente
ocupada por estancias dedicadas a la ganadería” …
“(para la producción de carne y lana”), …
“una actividad que emplea muy pocas personas”.

Es cierto que la actividad ganadera genera pocos empleos. De
acuerdo con las cifras del Censo Agropecuario 2000, en la actividad
ganadera productora de carne se generan 5,84 empleos permanentes
por cada 1000 hectáreas, que suben a 9,18/ha. en caso de
tratarse de ovinos. Es decir, que en los predios actualmente ocupados
por las plantaciones de EUFORES habría habido entre 341
(carne) y 536 (lana) trabajadores permanentes.

De acuerdo con SGS, la cifra total de empleos permanentes en
las plantaciones de EUFORES era de apenas 99 en agosto de 2004,
sin aportar ninguna cifra concreta acerca de los trabajadores
empleados por contratistas para llevar a cabo “todo el trabajo
operativo”. Pero lo cierto es que el número de trabajadores
permanentes se redujo sensiblemente de entre 341-536 antes de
la forestación a 99 con posterioridad a la misma.

Pese a ello, y contra toda lógica, la certificadora da
a entender que la forestación generó a nivel local
más empleos que el de las actividades que sustituyó.”

Los informes de las certificadoras forestales en las mayores empresas
del sector corroboraron la presencia de trabajadores sin cobertura médica
ni de seguridad social, sin equipos de protección personal, planillas
de trabajo inexactas, vehículos de transporte de trabajadores
sin equipo de comunicación ni de primeros auxilios, sin cinturones
de seguridad y lugares de trabajo sin sanitarios.

Por último, tales condiciones de trabajo coinciden con un grado
de sindicalización escaso o a penas incipiente. En la gran mayoría
de los casos, no existen sindicatos a nivel de las empresas ni sus trabajadores
están afiliados al SOIMA, el sindicato nacional de la madera.
Directivos de las empresas afirman que no hay restricciones para la
organización de los trabajadores, pero admiten que las negociaciones
laborales se resuelven por trato personal directo.

La decisión del nuevo gobierno de hacer funcionar los consejos
de salarios, de exigir el cumplimiento de la ley y las normas de salud
y seguridad, así como la sanción de una ley que hace a
las empresas corresponsables del comportamiento de sus contratistas,
son pasos positivos con vistas a la mejora de las condiciones laborales
del sector forestal, pero enfrentan fuerte resistencia empresarial para
ser llevados a la práctica.

3. SUBSIDIOS, CONCENTRACIÓN
Y EXTRANJERIZACIÓN DE LA TIERRA

La viabilidad económica de las empresas forestadoras ha estado
facilitada por la política de incentivos del Estado uruguayo
hacia la actividad de este sector. Las empresas han recibido todo tipo
de apoyos directos e indirectos, tales como subsidios, exoneraciones
impositivas, créditos blandos, construcción de carreteras,
mantenimiento de la caminería rural afectada por los pesados
camiones vinculados a actividades de estas empresas, etc.

Además de los subsidios y exoneraciones impositivas, coyunturas
de crisis de producción y endeudamiento en el campo uruguayo
facilitaron la adquisición de tierras por empresas que ofrecen
el doble y el triple del valor de la hectárea en el mercado nacional.

“Lo que sabemos nosotros es que eso no es casualidad, es fruto
de una política de atraso cambiario, los productores uruguayos
perdieron mil dólares por hectárea, lo que equivalía
al valor del campo más mejoras y haciendas. El resultado está
a la vista, familias destruidas, suicidios, despoblación, etc.
Eso determinó el auge de la forestación que no pagó
impuestos, que tuvo incentivos increíbles como el de las plantaciones
que si al año el productor tenía el 80% de las plantas
prendidas se le devolvía el dinero que había invertido”
.
Ingeniero Agrónomo Daniel Durán

A modo de resumen, en el siguiente cuadro se muestra la magnitud de
los subsidios pagados por la sociedad uruguaya a las plantaciones forestales
entre 1989 y 2002.

Aporte financiero de la sociedad uruguaya al
desarrollo forestal 1989-2002.

(en dólares corrientes)

TIPO DE SUBSIDIO
TOTAL
Ingresos directos 69.435.572
Exoneraciones impositivas 55.831.386
Préstamos bonificados 55.030.536
Sub-Total 180.297.494
Inversión en infraestructura 234.140.000
TOTAL 414.437.494

Fuente: Trabajo del economista Joaquín Etchevers,
Grupo Guayubira, octubre 2002.

Esos apoyos económicos, unidos al costo cero para las empresas
del consumo de agua y de sus impactos ambientales (sobre agua, flora
y fauna, poblaciones y productores vecinos) y la mano de obra barata
mediante el uso de subcontratistas, fueron fundamentales para convertir
a la forestación en una actividad económica de alta rentabilidad.

Los rendimientos de las plantaciones de árboles en Uruguay son
superiores a los obtenidos en el Hemisferio Norte, similares a los de
Nueva Zelanda o Sudáfrica, e inferiores a los que se obtienen
en Brasil o en el Norte de Argentina (Corrientes, Misiones). Tales rendimientos
explican a su vez que las plantaciones no se hayan limitado a los suelos
favorecidos por los incentivos económicos oficiales y hayan sobrepasado
ampliamente esa área.

Capitales estadounidenses, finlandeses y españoles han adquirido
así latifundios de más de 100 mil hectáreas cuya
recuperación, ante una crisis previsible del mercado de la celulosa,
para volver a producir alimentos, será muy difícil y costosa
si no imposible.

Principales empresas del sector forestal

Empresa Origen Hectáreas
EUFORES España 120.000
BOTNIA Finlandia 120.000
Colonvade SA EEUU 128.500
Stora Enso Suecia/Finlandia 30.000
COFUSA nacional 50.000
FYMNSA nacional 13.200
Grupo Arauco Chile 30.000
Grupo Delmonte Chile 15.000
Villa Luz EEUU 13.000
Foresur nacional 27.000
Profodes nacional 10.000
Grupo Forestal Chile 27.000
Asoc. de Forestadores del Centro mixto 25.000
Caja Bancaria nacional 12.000
Caja profesionales nacional 18.000
Extranjeras 483.500
Nacionales 155.200
Total 638.700

Fuente: Fossati A. y Van Hoff, E., 2006.

En octubre de 2005, el gobierno eliminó los subsidios directos
a la forestación. Se esperaba el comienzo de un período
de mayor equidad con el resto de los sectores económicos, como
había proclamado el Encuentro Progresista. No obstante, la nueva
ley de reforma tributaria aprobada en diciembre de 2006 no sólo
no canceló las exoneraciones totales que dispone el sector, sino
que las mantuvo y amplió en su alcance en algunos aspectos.

Por esta ley se liberan de impuestos las actividades de cosecha, poscosecha
y comercio de las plantaciones y la madera y se favorecen totalmente
las operaciones para la provisión de sus materias primas de las
agroindustrias forestales en proceso de instalación, así
como de los nuevos agentes empresariales que están desembarcando
en la Banda Oriental y que ahora operan con información cierta
para realizar negocios muy rentables.

En los últimos años, las empresas de forestación
desataron una nueva ola de expansión en los departamentos de
Río Negro, Soriano y Durazno, alentadas por las proyectadas plantas
de celulosa de Ence, Botnia y Stora Enso. Con la decisión de
Ence de trasladar su proyecto cerca de Conchillas y de producir un millón
de toneladas anuales de celulosa, la inquietud por los impactos de la
forestación se extendió al departamento de Colonia.

4. IMPACTOS SOBRE
LOS RECURSOS HÍDRICOS

Las características del proyecto forestal en Uruguay consisten
en la plantación de grandes macizos de una única especie
que eliminan el sistema natural en áreas muy significativas de
las cuencas altas de las vías de drenaje. El 64% de las plantaciones
están en macizos mayores a las 2.000 ha (33% entre 2.000 a 5.000
ha, y 31% en parches mayores a 10.000 ha). La densidad de plantación
es del orden de 1000 a 1300 plantas por hectárea.

Esta plantación artificial tiene una biología completamente
diferente al campo original, como se infiere observando un monocultivo
de eucaliptus o un campo natural. La masa de follaje, el sistema radicular,
la tasa de crecimiento, las comunidad de especies vegetales y animales
que integran el agrosistema, el consumo de nutrientes, las relaciones
e intercambios con la atmósfera, los ciclos de nutrientes, de
energía, de carbono, de agua.

Uruguay convive con los eucaliptos desde hace más de un siglo,
cuando fueron introducidos los primeros ejemplares. Un habitante del
campo sabe, desde niño, que a menos de 30 m de una quinta de
eucaliptos no se pueden cultivar otros vegetales. Los primeros ingenieros
agrónomos forestales formados en el país, conocían
y utilizaban esta propiedad de este árbol, como fue el Parque
Roosevelt para desecar el bañado de la zona.

En general, las políticas forestales colocan al bosque como
la panacea en la regulación del ciclo hidrológico. Sin
embargo, lo que efectivamente está avalado por la investigación
a nivel mundial, es que la implantación de un bosque extenso,
en una región donde no existía previamente, modifica el
ciclo hidrológico original. Sugerencia de cambio: Sin embargo,
los monocultivos de árboles no solo no son bosques, sino que
además, la implantación de grandes masas de árboles
en regiones donde no existían previamente, modifica el ciclo
hidrológico original. En particular, los estudios de impacto
en las regiones de pastizales muestran una importante reducción
del agua disponible.

En Uruguay, las distintas investigaciones realizadas por dependencias
de la Universidad de la República entre los años 1999
y 2003 señalan en forma significativa que la forestación
comparada con el campo natural reduce los coeficientes de escurrimiento
(porcentaje de la lluvia que escurre a los cauces superficiales), tanto
en los valores anuales y estacionales, como con mayor notoriedad en
los valores extremos durante las tormentas.

CASERÍO LAS FLORES, HOY LE LLAMAN PUEBLO
SECO

A sólo tres kilómetros de Piedras Coloradas, la
Capital de la Madera, como llaman a este poblado sobre la Ruta
90 que une Paysandú con Guichón, la falta de agua
hizo desaparecer el antiguo caserío de Las Flores, hoy
conocido por Pueblo Seco. De las 40 familias que vivían
del cultivo de sandía, sidra y maní, quedan en ese
lugar sólo las taperas y tres casas ocupadas. Las plantaciones
llegaron hasta 30 metros del lugar habitado.

Por la R-90, hacia el oeste de Piedras Coloradas, el arroyo San
Francisco está forestado en algunos trechos en ambas márgenes
y casi hasta la propia orilla. Desde cierta distancia se ve una
delgada franja del monte criollo original del arroyo, a la que
sigue una plantación de sauces y luego la mayor de eucaliptos
detrás. En el verano, del San Francisco sólo quedan
unos pozos con agua, porque el cauce se seca. La parte superior
del arroyo está ocupada por la forestación y los
vecinos aguas abajo no reciben agua suficiente.

En el arroyo Valdez, a unos 3 km de Piedras Coloradas, los vecinos
también registran una reducción clara del caudal.
En Colonia Diecinueve de Abril, los pozos de 20 a 25 metros ya
no sirven, para obtener agua deben hacerse cada vez más
profundos. Los bañados de la zona han desaparecido; donde
antes no se podía pasar hoy es transitable.

A partir de 2005, se difundieron los resultados de estudios a cargo
de investigadores de Argentina, Uruguay y Estados Unidos, realizados
en los últimos seis años. En 126 pares de cuencas analizados,
que abarcaron cuatro continentes e incluyeron 504 observaciones de caudal
anual, se observó que en promedio la forestación de pastizales
y arbustales redujo los valores absolutos de rendimiento hidrológico
en un 39 % (167 mm/año).

Considerando la proporción de los ingresos de agua de lluvia
que llegan a los arroyos, en términos generales, en pastizales
en los que un 30% de la precipitación se traduce en rendimiento
hidrológico, la forestación reduce los caudales a la mitad,
mientras que donde este rendimiento inicial es sólo del 15%,
la reducción de caudal podría ser total. En los pastizales
del Río de la Plata, la información preliminar sobre mediciones
puntuales de caudal sugería reducciones del caudal cercanas al
50% luego del establecimiento de forestaciones. Un trabajo de la Facultad
de Ciencias en 2006 concluyó que las plantaciones reducen el
rendimiento hidrológico en un 70% con relación a la vegetación
original.

A pesar de estas evidencias, las empresas afirman que “no hay
información disponible sobre los posibles efectos de la forestación
sobre los recursos hídricos”. A su vez, varias empresas
no realizan un control sistemático de los cursos de agua que
se encuentran en sus establecimientos, tanto de las variaciones del
caudal como de la contaminación a que pueden estar sujetos por
infiltración y arrastre de los agroquímicos que usan.

Cuando las empresas realizan estudios, los encargan mayormente a universidades
en el exterior, como la Universidad del Estado de Carolina del Norte,
en Estados Unidos, mientras que en el país varias dependencias
de la Universidad de la República que buscan investigar los impactos
de la forestación sobre el agua no disponen del financiamiento
necesario para realizar un estudio completo del área afectada
y del ciclo de vida de la plantación.

El informe de la certificadora de COFUSA confirma lo anterior al decir
que la empresa “no realiza evaluaciones de impacto ambiental a
un nivel adecuado y la escala de sus actividades, teniendo en consideración…
cantidad y calidad del recurso hídrico…” y que “no
se han identificado todos los posibles impactos ambientales producidos
por las operaciones forestales y no se diseñaron medidas de mitigación
y manejo previstas”.

El tema reviste importancia porque, según el mismo informe,
en los predios de esta empresa hay “una alta proporción
de fracciones arenosas, napa freática poco profunda”. Si
la napa de agua es superficial, las raíces de los árboles
pueden llegar fácilmente a la misma y harán uso máximo
del recurso incluso en períodos de sequía, afectando así
a otros usuarios de agua de la zona, que tendrán menos agua cuando
más la necesitan.

En la actualidad, de las más de 750.000 hectáreas forestadas
en el país, en muchos casos las plantaciones se han realizado
en zonas particularmente sensibles, como la cuenca alta de vías
de drenaje fundamentales para el suministro de agua potable, riego o
energía.

De la cuenca del río Santa Lucía, por ejemplo, depende
el abastecimiento de Montevideo, que comprende el 65% de la población
nacional. Según el Censo Agropecuario 2000, en la parte alta
de la cuenca había 60.000 ha forestadas. Junto con otros procesos,
como la tala del monte natural, la contaminación por agroquímicos,
de centros urbanos e industrias, las plantaciones amenazan el caudal
y la calidad del recurso para el futuro.

CAMPOS DE SORIANO: 200 FAMILIAS SIN AGUA POTABLE

El Movimiento de Chacreros de Soriano, que reúne a productores
de Cerro Alegre, Camino Sadam, Ruta 14, Colonia Díaz y
Pense, fue creado a raíz de los impactos producidos por
los monocultivos de eucaliptos: despoblación y extranjerización
del campo, presencia de plagas, falta de agua y riesgo de incendios.
Tras largos años de denuncias sin reacción acorde
de las autoridades, muchos de estos impactos se han visto agravados.

La falta de agua afecta a unas 200 familias. Esta falta es total
en muchos casos y parcial en otros. Por medio de un camión
cisterna, la Intendencia Municipal de Soriano distribuye agua
a 150 familias. La proyección de la asistencia va en aumento:
en 2004 eran 60 familias, en 2005 se duplicaron y en 2006 se elevaron
a 145 familias. A pesar de llover bastante en la primavera de
2006, los pozos de agua no recuperaron su caudal.

En un día de enero de 2007 se vieron 30 jabalíes
cruzando la carretera. El jabalí destruye cultivos de verano,
maíz y sorgo, las huertas, provoca mortandad de corderos
y terneros chicos. “Todo propietario de bosques [plantaciones
de árboles a gran escala] estará obligado a adoptar
las medidas de lucha contra las plagas, alimañas y depredadores
que causen daño a los plantíos, a las aves de corral
y a los animales domésticos de predios vecinos…”,
dice la ley, pero para los chacreros de Mercedes no rige.

Los defensores de las plantaciones dicen que algunas especies como
el eucalipto producen más biomasa por unidad de agua utilizada
y que por lo tanto son “más eficientes” que los árboles
nativos. No tienen en cuenta que las plantaciones de eucaliptos son
notoriamente “ineficientes” en la producción de alimentos,
forraje, medicinas, fibras vegetales, frutos, hongos y otros productos
que la gente local obtiene de los bosques. Sugerencia para “uruguayizar”
esto: Con ello pretenden esconder el hecho de su voraz consumo de agua.
Pero además, no tienen en cuenta que las plantaciones de eucaliptos
son notoriamente “ineficientes” en la producción
de cualquier cosa que no sea madera y que el monte indígena es
mucho más eficiente en la regulación del ciclo hidrológico,
en la conservación del suelo y los cauces de los cursos de agua,
en la producción de forraje en períodos de sequía,
en la alimentación de la fauna nativa, en su capacidad melífera,
en la provisión de servicios turísticos y mucho más.

Otro argumento en favor de las plantaciones es que son mucho más
eficientes que las pasturas para absorber el carbono de la atmósfera
y de esta forma contribuir a aliviar el efecto invernadero que está
provocando el cambio climático. Si bien los árboles fijan
por fotosíntesis mayor cantidad de carbono que los pastizales
que reemplazan, éste se acumula en el tronco y las ramas que
luego son cosechados y exportados del área. Por lo tanto, la
ganancia neta de carbono en el ecosistema es menor que en el pastizal.

A su vez, una mayor tasa de fijación de carbono se asocia a
mayores pérdidas de agua por transpiración. Los estudios
demuestran que la forestación llega a disminuir el rendimiento
hidrológico (el porcentaje de agua de lluvia no utilizada por
la vegetación) aproximadamente en un 70%. Esto reduce la escorrentía
superficial y el drenaje profundo, los cuales son responsables de la
recarga de acuíferos y la alimentación de cañadas,
ríos y arroyos.

Por otra parte, las especies habitualmente utilizadas en las plantaciones,
eucaliptos y pinos, dificultan la infiltración del agua en el
suelo, lo que, sumado al enorme consumo de agua, agrava los impactos
a nivel de cuenca. Asimismo, la calidad del agua es afectada por la
erosión y por el uso generalizado de agroquímicos que
la contaminan.

5. DEGRADACIÓN
DE LOS SUELOS

Este tipo de plantaciones tienden a degradar los suelos por la conjunción
de una serie de factores. El suelo queda desnudo tanto durante los dos
primeros años posteriores a la plantación como en los
dos años posteriores a la cosecha, lo que facilita la acción
erosiva del agua y del viento. Tanto por la erosión como por
los elevados volúmenes de madera extraídos del sitio cada
pocos años, se produce una pérdida de nutrientes.

Por tratarse de especies exóticas, los organismos locales encuentran
grandes dificultades para descomponer la materia orgánica que
cae de los árboles (hojas, ramas, frutos), por lo que los nutrientes
que caen al suelo demoran mucho en poder volver a ser reutilizados por
los árboles. Tanto en el caso de pinos como eucaliptos, es muy
común ver cómo se va acumulando la hojarasca sobre el
suelo prácticamente sin descomponerse.

Los estudios científicos sobre la forestación indican
una fuerte acidificación de los suelos con respecto al de pradera
y una reducción de la concentración de bases como las
de calcio, magnesio y potasio, mientras aumenta la cantidad de sodio
intercambiable y la concentración de aluminio. Muchos de estos
cambios son irreversibles y comprometen seriamente la fertilidad y,
por lo tanto, el potencial productivo de los suelos.

Con la tendencia a la mecanización de la siembra y la cosecha
de árboles, el creciente uso de maquinaria pesada provoca la
compactación del suelo, que dificulta la penetración del
agua de lluvia y facilita la erosión. De estos y otros impactos
se deduce que en general resultará muy difícil y costoso
volver a utilizar esos suelos para la agricultura.

Es necesario resaltar que muchos de los suelos clasificados como de
“prioridad forestal”, más allá de su capacidad
productiva, cumplen con otras funciones fundamentales del ecosistema.
En efecto, los suelos de estructura arenosa, muy permeables, juegan
un rol muy importante en la recarga de agua de los acuíferos
y en el ciclo hídrico. Los cambios que vienen siendo constatados
están afectando esa capacidad y por ende impactando sobre los
recursos hídricos del país.

A lo anterior se suma, la irreversibilidad de ciertos cambios provocados
por los eucaliptos en el ecosistema de suelos de pradera y la eventual
afectación hacia el futuro de otros usos alternativos para la
tierra y el agua. Cientos de miles de hectáreas de suelos están
siendo profundamente modificados por los monocultivos forestales y con
ellos la flora, la fauna, el agua y la capacidad productiva a largo
plazo de los mismos.

En el departamento de Paysandú, un estudio de un equipo de investigadores
de la Facultad de Ciencias, de la Universidad de la República,
de suelos desarrollados bajo un ecosistema de praderas constató
que, luego de 25 años sometidos a plantaciones de eucaliptos,
sufrieron efectos significativos y cambios en el proceso de formación
del suelo. Los impactos varían según la profundidad; en
la primera y más importante capa en materia de capacidad de producción
agropecuaria (de unos 30 cm de espesor) los impactos son muy severos
y van disminuyendo a medida que se desciende.

6. CONTAMINACIÓN
POR EL USO MASIVO DE AGROTÓXICOS

Cuando se mencionan los impactos ambientales de las plantaciones comerciales
a menudo sus defensores responden que esos problemas se resuelven con
“un buen manejo técnico”. Pero las propias características
del modelo hacen que éste sea básicamente insustentable
por más que se adopten prácticas conservacionistas o controles
destinados también en gran medida a mejorar la imagen de la empresa
frente a los posibles opositores.

Son pocas las medidas técnicas que se pueden adoptar para evitar
o mitigar la mayor parte de los impactos ambientales generados por las
plantaciones. Se pueden mejorar algunos aspectos, utilizar agroquímicos
menos nocivos, preparar el suelo siguiendo curvas de nivel, cuidar que
no se produzcan procesos de erosión al momento de la corta, conservar
áreas silvestres como parches en el paisaje, monitorear suelos,
agua, flora y fauna, etc.

Pero es imposible evitar los impactos porque el modelo sugiero eliminar
(de desarrollo) no lo permite. Desde el punto de vista de la inversión,
que es la que dicta las reglas, no es admisible que los árboles
crezcan más lento, que consuman menos agua, que no requieran
fertilizantes, insecticidas y herbicidas, que no afecten los suelos,
que no reduzcan la biodiversidad local, porque no es negocio. El problema
es el modelo y no la adopción de medidas apropiadas en el manejo.

LAS CERTIFICACIONES FORESTALES

Con el fin de validar su desempeño, las principales forestadoras
recurren a la certificación. Pagadas por las propias empresas
a ser analizadas, las entidades certificadoras asumen, en nombre
de instituciones internacionales como el Consejo de Manejo Forestal
(Forest Stewardship Council, FSC), que son capaces de evaluar
con independencia la actuación de las forestadoras en tres
áreas: ambiental, económica y social.

Las certificaciones de cuatro de las mayores firmas que operan
en Uruguay -EUFORES y COFOSA, pertenecientes al grupo español
ENCE y al grupo finlandés Metsa Botnia, respectivamente;
y FYMNSA y COFUSA, de capitales uruguayos- son una muestra de
la falta de independencia de las entidades certificadoras porque,
a pesar de las carencias reconocidas en sus informes, dan su aval
a dichas empresas.

En este folleto se utilizan fragmentos de un estudio de Ricardo
Carrere sobre los informes de las certificadoras, cuyos vacíos
de información e insuficiencias de valoración ponen
en evidencia aspectos de la misma realidad que pretenden esconder.

Con respecto al uso de agroquímicos, las certificadoras sirvieron
al menos para revelar el tipo de productos utilizados por las mayores
forestadoras del país, tales como glifosato, Agil 100, Goal,
Acetoclor, MCPA, 2.4D/Amina, Nodrift, Dusilan, Agral 90, Arbosan y Blitz,
una información que habitualmente no suministran al público.
Algunas empresas utilizaban a la fecha productos cuestionados por el
FSC como Goal, Arbosan y Fluramin.

Por último, pero no menos importante, en los lugares vecinos
de grandes plantaciones de árboles es común encontrar
la preocupación entre los pobladores por los casos de cáncer
fuera de lo común y la duda de si no será una consecuencia
de los productos químicos utilizados sugiero eliminar como plaguicidas
o fertilizantes en el proceso de la forestación.

No hay pruebas que permitan confirmar o desmentir esta hipótesis,
porque la población vecina a las plantaciones no dispone de la
información ni de los recursos para resolver el problema. Pero
el Estado debe estar informado y fiscalizar lo que está pasando
y es una obligación de las empresas suministrar las informaciones
requeridas.

7. IMPACTOS SOBRE
LA BIODIVERSIDAD, EL PAISAJE Y OTRAS CULTURAS

En Uruguay, en materia de flora y fauna, la mayor biodiversidad se
encuentra en la pradera, que forma parte de la Pampa Húmeda y
ha sido siempre el ecosistema más importante del país.
Muchas de esas especies interactúan con otros ecosistemas como
el humedal, el bosque y los cursos y espejos de agua, por lo que la
conservación implica la protección de todos esos ecosistemas
(y en particular el de pradera) y no solo de algunos.

Los pastizales naturales del Uruguay albergan el 80% de las especies
vegetales y una alta riqueza de fauna asociada. La sustitución
de esta cobertura vegetal originaria por cultivos de una sola especie
en grandes superficies, conlleva una severa modificación de las
cadenas alimentarias y pérdida de información ecosistémica
y genética.

Los impactos sobre la flora local son múltiples y graves debido
a la gran escala de estas plantaciones, que afectan a una enorme cantidad
de hábitats. En el área forestada, gran parte de la flora
es exterminada para evitar que compita con los árboles. Sólo
unas pocas especies logran instalarse pero son eliminadas cada pocos
años, cuando la plantación es cortada y replantada, con
lo cual se vuelve a la aplicación de herbicidas.

De la biodiversidad que desaparece en la plantación, es importante
destacar especialmente la flora y fauna del suelo, que cumple un papel
fundamental en el mantenimiento de su fertilidad en el largo plazo.
Los impactos ya mencionados sobre el agua también afectan a la
flora local, incluso la que se encuentra a gran distancia del área
de plantación.

Para la mayor parte de la fauna local, las plantaciones son desiertos
alimenticios, por lo que tiende a desaparecer. Las pocas especies que
logran adaptarse, o son exterminadas (por considerárselas “plagas”
para la plantación) o ven desaparecer su nuevo hábitat
cada vez que la plantación es cortada para la venta de la madera.
En medio de estas alteraciones, a menudo surgen nuevas plagas que afectan
a las producciones aledañas.

El paisaje típico uruguayo se modifica drásticamente
al pasar de la pradera pampeana a las plantaciones forestales en gran
escala. El poblador rural nativo, con raíces en la cultura del
gaucho pampeano, y el simple habitante del interior apreciaron siempre
la capacidad de movilidad territorial, la facilidad del desplazamiento
asociada al caballo y la visión de un entorno amplio y un horizonte
a gran distancia de su posición en el terreno.

La forestación no es una compañía inofensiva para
otros tipos de producción existentes a su alrededor. La vecindad
con ecosistemas diferentes y sus sistemas productivos trae fuertes impactos.
En los cultivos agrícolas, se incrementan los daños de
aves depredadoras, como cotorras y palomas. En los campos ganaderos,
los daños contra corderos y terneros provienen de jabalíes
y zorros que se protegen en las plantaciones.

En forma análoga, las poblaciones vecinas de la forestación
se sienten más vulnerables a algunos riesgos. Desde el aumento
de las víboras en ciertas zonas, a la eventualidad de grandes
incendios, sobre todo en poblados rodeadas por plantaciones, como Tranqueras,
El Carmen, Piedras Coloradas, etc. En general hay un fuerte escepticismo
sobre la capacidad local de combatir siniestros de la escala de las
plantaciones actuales.

En estos aspectos, los informes de las entidades certificadoras también
se contradicen. Por un lado, dicen que “hasta ahora no se ha evidenciado
ningún impacto”, pero luego afirman que “las poblaciones
de jabalíes comenzaron a crecer significativamente en los 90,
moviéndose de los bosques nativos a las plantaciones”.
También constatan un crecimiento de las poblaciones de ciervos
axis, de zorros y palomas con la forestación.

Los ganaderos del departamento de Rivera situados en la zona de forestación
se quejan, sin excepción, del aumento del zorro y el jabalí
que atacan a las majadas. Cuando la plantación es de pinos existe
un peligro especial: las cruceras reposan en la pinocha y caen encima
del personal que está trabajando. Se registran varios casos de
picaduras en tronco y brazos.

Para promocionar las aplicaciones múltiples de las plantaciones,
sus defensores hablan con insistencia del silvopastoreo y de la convivencia
entre la ganadería y la forestación. La tierra de pastoreo
se ha reducido en muchos departamentos por la enorme superficie ocupada
por la forestación y por la misma razón se ha reducido
la producción de forrajes. Es común en estos casos encontrar
el ganado pastando al costado de los caminos de la región.

Por otra parte, la práctica del silvopastoreo es de escasa significación.
El ganado introducido en una plantación sólo puede pastar
en los caminos internos y la franja lindera o cortafuego, pues abajo
de los árboles no crece el pasto, por lo que el número
de animales atendido de esta manera es muy inferior. En realidad, este
ganado cumple un servicio para la plantación, porque ayuda a
limpiar las áreas sin árboles, pero la falta de pastoreo
en esas zonas es tal que los ganaderos pagan a las forestadoras, que
se benefician así doblemente.

Además, en el ambiente húmedo de las plantaciones se
cría un hongo que puede ser mortal para la vaca. A veces el animal
se salva con medicamentos, pero en muchos casos han muerto. Las forestadoras
dicen que es responsabilidad del ganadero, alegando que la vaca come
ese hongo por falta de sal y calcio, que le debería ser suministrado
antes de soltarla en la plantación. De una forma o de otra, el
que paga más es el ganadero.

La producción de miel, una práctica extendida y de larga
data en Uruguay, venía registrando un crecimiento importante
en los últimos años debido al aumento de las exportaciones
hacia Europa y otros países del Norte, en donde era muy valorizada
por mantener sus condiciones naturales. La presencia de la forestación,
sin embargo, comienza a plantear problemas para el ejercicio de esta
actividad que pueden llegar a cuestionar su desarrollo.

Las forestadoras no admiten la práctica de la apicultura en
sus terrenos alegando el riesgo de incendio que acarrearía esta
actividad. Este impedimento puede ser subsanado por los apicultores
instalándose en predios vecinos, pero aquí surgen otros
problemas. Ya no son árboles de crecimiento natural, sino tratados
con productos químicos que contaminarán la miel y que
pueden incluso provocar mortandad en las colonias de abejas.

La realidad ha mostrado hasta ahora que las plantaciones son administradas
para elevar al máximo la producción de madera y ocasionalmente
se permite a las comunidades locales aprovechar otras posibilidades,
como la recolección de hongos. Un ejemplo extremo se da con las
ramas y restos de troncos no aprovechables por la empresa, que se prohíbe
a los pobladores vecinos recogerlos y suelen pudrirse al costado de
los caminos.

8. LA CELULOSA
CONSOLIDA LA FORESTACIÓN Y AGREGA IMPACTOS

Al completarse el primer ciclo de vida de las plantaciones iniciadas
en los años noventa, a comienzos de la década de 2000
llegaron los proyectos de producción de celulosa. Es una secuela
lógica de la política de forestación implantada
en Uruguay, prevista en los primeros informes hechos en el exterior
para justificar esta estrategia de inversión. Como es usual en
estos casos, se presentan mediante una amplia y costosa campaña
publicitaria dirigida a demostrar los supuestos beneficios de estos
proyectos para el país y su gente.

Una característica de la publicidad de las empresas de la industria
forestal es presentarse como si no hubiera otras actividades y fuentes
de empleo valiosas anteriores a su llegada a este país. Es poco
creíble sostener que una actividad como la producción
de celulosa, que resulta en malos olores, contaminación hídrica,
aérea y acústica, no vaya a tener impactos sobre otras
fuentes de empleo, en particular las vinculadas al sector turístico.

Pero antes de analizar los impactos específicos, propios de
las plantas de celulosa, se debe señalar que ellas constituyen
la culminación de la estrategia de las plantaciones forestales,
su instalación no sólo consolida el avance de ese modelo
sino que tiende a ampliarlo mucho más. La prueba está
a la vista, primero se decía que había que aprovechar
las plantaciones existentes, hoy se habla de cuatro y hasta cinco posibles
plantas de celulosa, con lo cual se evidencia el propósito de
aumentar el área forestada hasta el máximo posible.

Los promotores afirman que las plantas de celulosa generarán
más empleo: Si bien Ence y Botnia admiten que no ocuparán
en cada planta a más de 300 operarios, en su mayoría con
calificaciones que no existen a nivel local, dicen que generarán
entre 8 mil y 10 mil empleos indirectos. Los cálculos para justificar
estas cifras son muy difusos y sólo podrían lograrse si
se sumaran todas las actividades asociadas a la forestación,
lo cual no corresponde, y si se ignoraran además los empleos
existentes que corren riesgo de ser eliminados.

Una encuesta realizada en Fray Bentos por el CIESU constató,
entre julio de 2003 y julio de 2004, que el 15% de los consultados trabajó
en el sector turístico (12% en el balneario Las Cañas).
O sea, alrededor de 1.275 personas, que para una ciudad como Fray Bentos,
con una población económicamente activa de 8500 personas,
es muy importante. Al hablar entonces de los empleos de las plantas
de celulosa, habría que tener claro que un número similar
o superior de empleos pueden perderse en el sector turístico
local.

Otra producción que podría ser gravemente afectada es
la apicultura. No es casual que la propia DINAMA haya establecido entre
las condiciones de instalación de estos proyectos “un seguimiento
del impacto sobre la producción apícola”. Además
de los riesgos de mortandad de abejas, la producción melífera
podría ver suspendidas sus exportaciones hacia mercados que aplican
medidas preventivas contra una posible contaminación por elementos
tóxicos provenientes de los efluentes y emanaciones de las plantas
de celulosa.

Otro rubro importante que puede verse afectado es la lechería,
cuyo promedio de empleo es un 80% superior a los generados en la forestación.
Este es un cálculo de profesionales que asesoran a varios establecimientos
del rubro, coincidentes con los del Censo Agropecuario del año
2000. También pueden verse afectadas la pesca artesanal, por
la contaminación o mortandad de los peces en el río Uruguay,
y la agricultura orgánica de la zona.

La publicidad de las empresas sostiene asimismo que las plantaciones
y la fabricación de celulosa en gran escala son necesarias para
abastecer un consumo creciente de papel. Se utiliza la idea compartida
de que el uso del papel es algo positivo, vinculado al acceso a la educación
y a las publicaciones impresas, para justificar la producción
en nuestros países de una materia prima destinada a abastecer
un consumo excesivo y dispendioso de los países del Norte que,
en su mayor parte, no obedece a esos supuestos fines.

Mientras el consumo anual de papel per cápita en Estados Unidos
y Japón es superior a 330 y 230 kilos, respectivamente, en Chile,
Sudáfrica, Brasil e Indonesia es de 42, 38, 28 y 10 kilos, respectivamente.
Un 40% del papel producido en el mundo es utilizado para embalaje y
envoltorios, sólo un 30% es aprovechado con fines de escritura
e impresión y gran parte del consumo de papeles de escritura
e impresión está destinado a la publicidad.

En Estados Unidos, el 60% del espacio de las revistas y periódicos
está ocupado por avisos, en tanto que anualmente se producen
unos 52.000 millones de unidades de diversos tipos de materiales de
publicidad, incluyendo 14.000 millones de catálogos para compras
por correo que a menudo van directo a la basura. Tal tipo de consumo
excesivo de papel no es exclusivo de los Estados Unidos, sino que también
es característico de la mayoría de los países del
Norte e incluso se pretende exportar tal modelo hacia los países
del Sur.

Entonces el problema es que el consumo actual de papel en el mundo
es ambientalmente insustentable y que gran parte del mismo es socialmente
innecesario. Por lo tanto, ni los planes de uso de los bosques, ni los
planes de expansión de las plantaciones forestales pueden pretender
autojustificarse diciendo que la humanidad necesita más papel.

9. UN NUEVO ENFOQUE
DE LA POLÍTICA FORESTAL

El modelo forestal vigente en Uruguay ha generado una serie de problemas
e injusticias que deben ser resueltas. Antes que nada, las plantaciones
deben detenerse y esa política debe ser modificada, sin dejar
de considerar que hoy existe en el país una superficie plantada
de unas 750.000 hectáreas. El Grupo Guayubira, que ha planteado
desde el primer momento esos problemas, ha promovido estudios consistentes
y realizado propuestas fundamentadas para abordarlos, forma parte hoy
de la Iniciativa Nacional Ciudadana por la Suspensión de la Forestación,
lanzada en Paso Severino en abril de 2007, junto a grupos de pequeños
productores rurales y otras organizaciones sociales de todo el país
(ver en anexo el texto declaratorio de esta Iniciativa).

Este movimiento está abierto a todas las entidades y ciudadanos/as
que compartan su plataforma, a quienes invitamos a sumarse y participar
activamente (por
más información ver: http://suspenderlaforestacion.wordpress.com
).

Montevideo, diciembre de 2007.


Anexo:

Ir al
texto de la Iniciativa Nacional por la Suspensión de la Forestación.


Fuentes utilizadas:

– Bacchetta, V., Pueblos acorralados. La forestación artificial
provoca un nuevo ciclo de despoblamiento de los campos sanduceros, diario
La República, Montevideo, 2004.

– Carrere, R., Maquillaje Verde. Análisis crítico de
la certificación de monocultivos de árboles en Uruguay
por el FSC, Guayubira, Montevideo, 2006.

– Carrere, R., Diez respuestas a diez mentiras, WRM, Montevideo, 1999.

– Carrere, R.; Lohmann, L. El papel del Sur. Red Mexicana de Acción
frente al Libre Comercio e Instituto del Tercer Mundo, 1996.

– Céspedes, C., Cultivos forestales: efectos sobre un suelo
de pradera, Montevideo, 2003.

– Consejo de la Facultad de Ciencias, Panario, D., Mazzeo, N., Eguren,
G., Rodríguez, C., Altesor, A., Cayssials, R. y Achkar, M., Síntesis
de los efectos ambientales de las plantas de celulosa y del modelo forestal
en Uruguay, Montevideo, 2006.

– Etchevers, J., Algunos datos sobre el impacto socioeconómico
de la forestación, Guayubira, Montevideo, 2002.

– Fossati A. y van Hoff, E., Uruguay: Estrategias y mecanismos financieros
para la conservación y el uso sostenible de los bosques (Documento
de trabajo), 2006.

– Grupo Guayubira, Los supuestos beneficios de las plantas de celulosa,
¿verdaderos o falsos?, Montevideo, 2004.

– Grupo Guayubira, Diez propuestas en torno al tema de las plantaciones
forestales, Montevideo, 2003.

– Pérez Arrarte, C., Plantaciones forestales e impactos sobre
el ciclo del agua, Guayubira, Montevideo, 2007.

– Pérez Arrarte, C., Plantaciones forestales en la pradera uruguaya,
Montevideo, 2000.

– Pérez Arrarte, C. (comp.), Desarrollo forestal y medio ambiente,
CIEDUR, Montevideo, 1993.

– Rocca, José A., Cadenas productivas. Complejo forestal y complejo
pastoril bovino. Aproximación para la comparación empleo
y concentración de la tierra, Guayubira, Montevideo, 2007.

– Romero, J. y Tubio, M., Caracterización social de los trabajadores
asalariados de la fase agraria del complejo forestal, CIESU, Montevideo,
2004.

About Grupo Guayubira

El grupo "Guayubira", fue creado en mayo de 1997, para nuclear a personas y organizaciones preocupadas por la conservación del monte indígena y por los impactos socioeconómicos y ambientales del actual modelo de desarrollo forestal impulsado desde el gobierno. El grupo aspira a tener incidencia a nivel nacional y local para implementar medidas que ayuden a la conservación del monte indígena y a modificar el actual modelo insustentable de desarrollo forestal basado en los monocultivos de árboles a gran escala.
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