DERECHO AL PATALEO CIVILIZADO
por Víctor L. Bacchetta
La audiencia pública convocada para opinar sobre el proyecto de planta de celulosa de Ence en Conchillas, fue escenario de una
discusión apasionada sobre el modelo productivo que avanza en el país. Aunque hubo voces de aprobación, el rechazo fue de quienes
están sufriendo sus efectos negativos.
A las 5 en punto del martes pasado se inició en el Club Central Labradores de Conchillas (Colonia), la audiencia pública -regulada
por el Ministerio de Medio Ambiente- prevista en el procedimiento para la Autorización Ambiental Previa (APP) del proyecto de planta de
celulosa e instalaciones portuarias de la empresa española Ence en Punta Pereira.
La directora Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) Alicia Torres, explicó la dinámica de la audiencia: luego de una exposición de la
empresa, se podrían presentar preguntas por escrito y se abriría una lista de oradores para opinar sobre el proyecto. La reunión ?sin
valor resolutivo- concitó la presencia de unas quinientas personas, entre lugareños y gente de otras partes del país, acompañados por un
inusitado despliegue policial y un carro de bomberos.
Además de Alicia Torres y dos directores de la Dinama que presidieron la reunión, de algunos ejecutivos uruguayos de Ence que harían la
presentación y de un núcleo de pobladores de Conchillas -sentados en el medio del salón-, había conocidas figuras del debate público en
torno al impacto de las plantas de celulosa en el país. No parecía casual la presencia en la audiencia del intendente Lafluf y otros
líderes de apoyo y oposición a la planta de Botnia en Río Negro. Y tampoco las dudas sobre la suerte que correrá este lugar -cuyas
características han sido el predominio de pequeños productores rurales, queseros, apicultures y otros rubros artesanales, junto con
el turismo-, luego de la instalación de la pastera.
PROBLEMATICA DIFICIL DE ABARCAR
La presentación de la empresa, duró una hora y no incluyó novedades para los presentes: algunos vecinos de Conchillas dijeron que era la
tercera vez que la escuchaban. Tal vez para disipar el efecto de las emanaciones olorosas de Botnia, la exposición de Ence dedicó un buen
trecho a este tema prometiendo un 99 por ciento de eficiencia en la depuración de efluentes gaseosos, admitiendo “afectaciones puntuales”
y reafirmando la intención de aplicar “las mejores técnicas
disponibles” según las normas europeas.
Terminado el informe, llegaron a la mesa 31 preguntas y tres documentos escritos. Se leyeron las preguntas y se abrió la lista de
oradores sin límite de tiempo. Oscar Díaz, productor de quesos de Tarariras, criticó el proyecto y destacó que la Junta Departamental
no ha tomado posición sobre una propuesta de regular la forestación en la zona, pero Ence ya comenzó a alquilar tierras con ese fin. Díaz
pidió que levantaran la mano los asistentes contrarios al proyecto y varias decenas lo hicieron rápidamente. Desde la mesa el orador fue
advertido de que no estaba permitido dialogar.
La empresa había destacado que por medio de un convenio con la Universidad de la República se propone recuperar el patrimonio
arqueológico existente en el predio adquirido para sus instalaciones. Un vecino lamentó, no obstante, los impactos que tendría el proyecto
sobre el patrimonio de la zona y señaló nuevamente la responsabilidad de la Junta Departamental por haber suspendido las normas que
declaraban de interés histórico y turístico la costa y el pueblo de Conchillas, prohibiendo otras actividades industriales.
Hubo críticas al proyecto, con mención a los procesos y sanciones aplicados a Ence en España y otros países, apelaciones a las ideas de
Artigas y al papel negativo de las inversiones extranjeras. Y también hubo opiniones a favor del proyecto. Ambas posiciones comenzaron a
ser apoyadas por aplausos y gritos de aprobación. Sin perder la calma, entre mate y mate, la directora Alicia Torres mantuvo el curso
del debate, agradeciendo a cada uno de los oradores.
El ingeniero Ignacio Stolkin* interpuso objeciones técnicas al Informe Ambiental Resumen, cuestionando la vaguedad de las
declaraciones de intención y señalando las insuficiencias de información sobre procesos clave de la planta, sobre las medidas
preventivas y correctoras que se anuncian sin detalles, así como sobre las emisiones de dioxinas y furanos. A unos 20 minutos de su
exposición, la mesa le preguntó cuántas objeciones faltaban. Stolkin dijo que iban 12 de un total de 29, pero la exclamación de protesta
del auditorio lo obligó a terminar rápidamente su intervención.
Al poco rato, el licenciado Luis Anastasía** replicó algunas críticas técnicas, afirmando que aquellos que anunciaban el fin del Uruguay
multiproductivo como consecuencia de la forestación, no saben de qué están hablando. Recibió una dura réplica de uno de los productores
presentes y la mesa debió intervenir para asegurar el orden de la reunión. Anastasía alegó que la producción de alimentos en el país ha
crecido más que la forestación y realizó una larga explicación sobre las dioxinas, concluyendo que las emisiones de estas plantas de
celulosa serían indetectables.
¿APRENDER DE LA EXPERIENCIA?
La maestra fraybentina Delia Villaba hizo una breve intervención para ilustrar que su departamento, junto con la condición de ser el más
forestado y alojar la planta de Botnia, registra la mayor desocupación del país (14 por ciento). El integrante de MOVITDES,
Luis Castrillón abundó sobre los impactos económicos y sociales de la presencia de Botnia poniendo como ejemplo los comercios cerrados y el
aumento de la prostitución infantil. La periodista fraybentina Sandra Dodera contestó con dureza que Botnia no es responsable de la
prostitución, que sí lo son las familias uruguayas y aquellos que no la denuncian.
El intendente de Colonia, Walter Zimmer, realizó una encendida defensa del proyecto y dijo que la pastera será “la más grande de
Uruguay, mayor que Botnia”. No obstante la postura del jefe comunal quedó en entredicho por la versión del propietario de un campo a la
entrada del camino hacia la planta de Ence, donde planea construir dos restoranes, una estación de servicio y un estacionamiento. Sergio
Cabrera, titular del predio, explicó delante de otros vecinos y periodistas que el jefe comunal le propuso como “el mejor negocio”
instalar allí cinco prostíbulos.
El productor lechero de Soriano Wáshington Lockart expuso su experiencia de convivencia con los campos forestados de Ence en ese
departamento. Falta de agua, invasión de cotorras, jabalíes, zorros y yararás, cuatro pozos secos y un sistema de reparto de agua en
tarrinas cada 15 días para unas 150 familias de la zona. “Invito a los presentes a ir a mi campo y verificar lo que estamos diciendo.
Estoy contando lo que me pasó para que sepan lo que les va a pasar”, concluyó Lockart sin que ningún asistente pusiera en duda sus
afirmaciones.
Una representación de la Federación de Trabajadores Papeleros del Uruguay intervino para expresar su apoyo al proyecto. Los
sindicalistas alegaron que todas las actividades productivas generan impactos sobre el medio ambiente y explicaron que su posición va
acompañada por la exigencia de aplicar controles ambientales eficientes y cumplir con las normas laborales y de seguridad en todas
las instancias de la cadena productiva.
Cuando a las 11 de la noche se agotó la lista de oradores, Torres preguntó si nadie más quería anotarse, para dejar sentado que no hubo
excluidos y que la sesión podía continuar si alguien tenía algo para decir. A esa altura, con la mitad del público inicial, sólo uno de
los asistentes se animó a preguntar si no se iban a responder todas las preguntas. Desde la mesa le dijeron que eso se haría en el
informe posterior de la Dinama y se levantó la sesión. La audiencia pública cumplió así su papel: una simple instancia de consulta y
registro de las opiniones.
Al día siguiente, el grupo coloniense Uruguay Natural Multiproductivo afirmó que la audiencia demostró que Ence no cuenta con la “licencia
social para operar”. En los países y sectores industriales que han incorporado este concepto, se diferencia claramente entre “consulta”
y el “consentimiento libre, previo e informado” de las comunidades afectadas por un proyecto. Uruguay carece de la experiencia y las
normas que permitan aplicar un proceso de esta naturaleza. Mientras esto no sea formalmente aceptado por el país, cada interesado podrá
proclamar que obtuvo el apoyo a su posición, pero sin posibilidad de ser reconocido por los demás.
* Uno de los fundadores de la carrera de ingeniería química en Uruguay.
** Consultor ambiental y ex funcionario de la DINAMA.
LA TERCERA POSICIÓN
La representante de la Comisión de Amigos de Conchillas, Gianela Fonte -que se identifica con una tercera posición-, dijo a Brecha
que “la presentación de la Comisión en la Audiencia Pública naufragó como posición de la comunidad local”. La tendencia de los debates a
centrarse en los aspectos más técnicos y políticos del emprendimiento de Ence, hicieron que los pobladores de Conchillas presentes en la
reunión se sintieran ignorados y marginados en esta instancia. “La Comisión comparte que no hay problemas ambientales de magnitud que
impidan la instalación de la planta en Conchillas” pero advirtió la necesidad de que “un montón de temas que no aparecen considerados de
impacto mayormente social sean evaluados y solucionados” en el futuro.
Fontes se refirió a los temas de vivienda, al impacto que tuvo sobre el sistema de salud la presencia de Botnia y a que las visitas de
monitoreo de la Corporación Financiera Internacional registraron en Fray Bentos que se debió aumentar el personal municipal y el policial
para enfrentar las demandas agregadas por la presencia de la planta. “La Comisión quiere prever, ahora que ya se conoce más sobre
estos temas, que en nuestra pequeña comunidad no se repitan esos fenómenos, o se enfrenten antes que se generen”, concluyó.
Algunos vecinos de Conchillas presentaron exigencias a Ence y afirmaron que hoy la apoyan pero que mañana si no cumple dejarán de
apoyarla. Sin embargo, la fuerza que pueden tener los 800 habitantes del lugar frente a la de un emprendimiento de esta envergadura y los
poderes que lo apoyan es evidentemente muy poca. El martes en el caserío de Conchillas se destacaban los carteles de venta de las
viejas casas construidas por los ingleses. Dice un vecino que un ingeniero de Ence le dijo en las primeras reuniones explicativas del
proyecto: “Si no quiere quedarse rodeado de eucaliptos, haga un buen negocio con la empresa y vaya adonde quiera”.
Artículo publicado en el semanario Brecha, de Montevideo, 4/4/08 http://www.brecha.com.uy