Los monocultivos de árboles siguen avanzando sobre las praderas uruguayas y hoy ocupan cerca de un millón de hectáreas de tierras antes dedicadas a la producción de alimentos. En varias oportunidades hemos hecho referencia a los impactos de estos monocultivos sobre el ambiente y su gente y en el boletín Nº 139 incluíamos testimonios recientes de productores rurales familiares del departamento de Paysandú (ver http://www.wrm.org.uy/boletin/139/Uruguay.html ).
A los impactos sociales y ambientales de tales monocultivos se suma la creciente apropiación de tierras por parte de grandes empresas. Al día de hoy, 4 empresas extranjeras son propietarias de casi 600.000 hectáreas de tierras -Stora Enso (Suecia-Finlandia), Arauco (Chile), Weyerhaeuser (USA) y Botnia (Finlandia)- constituyéndose en los más grandes terratenientes del país.
Recientemente ocurrió un hecho inédito, que muestra el accionar de estas empresas: la venta por parte de la española Ence de la casi la totalidad de sus activos en Uruguay, como forma de enfrentar sus graves problemas financieros en España. Hasta ese momento, Ence era una de las principales propietarias de tierras en el país, con un total de 160.000 hectáreas y tenía un proyecto de instalación de fábrica de celulosa ya aprobado por el gobierno. Sus plantaciones habían sido subsidiadas, se le había exonerado de impuestos, había recibido una zona franca para instalar su fábrica, pero decidió irse y se fue, embolsando todos los beneficios recibidos a través de la venta de sus tierras y plantaciones.
Los activos de Ence fueron adquiridos por un consorcio integrado por dos empresas que hasta entonces eran propietarias –en conjunto- de un total de 110.000 hectáreas: la sueco-finlandesa Stora Enso y la chilena Arauco. A partir de esta venta –decidida y negociada entre tres empresas extranjeras- surgió, de un día al otro, el mayor latifundio en la historia del país: 253.000 hectáreas en manos de un consorcio extranjero.
El objetivo declarado del consorcio Arauco/Stora Enso es la instalación de una gigantesca fábrica de celulosa a ser alimentada con plantaciones de eucaliptos. Éste sería el mayor megaproyecto celulósico del mundo, puesto que implicaría la instalación de una fábrica capaz de producir 1,5 millones de toneladas de celulosa, cuando la fábrica más grande existente hasta ahora es de 1 millón de toneladas. Dadas esas dimensiones, cualquier accidente, error humano o desperfecto sería catastrófico y el nivel de emisiones, por pequeñas que fueran, implicaría una acumulación de impactos también de grandes dimensiones.
El historial de estas empresas no hace presagiar nada bueno. Ambas empresas son responsables de graves impactos sociales y ambientales en los países donde se han instalado y como ejemplos geográficamente cercanos a nuestro país podemos citar los casos de Stora Enso en Brasil (Veracel) y de Arauco en Chile (CELCO) y Argentina (Alto Paraná).
La instalación de Stora Enso en el estado de Bahía, Brasil implicó la expansión de los monocultivos de eucalipto en la zona, resultando en una serie de graves impactos sociales y ambientales. Según los indígenas Pataxó que habitan en el área, la empresa se apropió de tierras con falsos títulos de propiedad, taló la vegetación nativa, envenenó y envenena fuentes de agua con los agrotóxicos aplicados causando la mortandad de animales y peces. A su vez los campesinos afirman que la empresa solo ha promovido la concentración de tierras, el monocultivo y la expulsión de la gente de campo.
Los impactos de la empresa han sido documentados en forma detallada en un informe de la organización local CEPEDES (2008), cuyo título es más que ilustrativo: “Uma História de ilegalidade, descaso e Ganância! Violaçoes Socioambientais promovidas pela Veracel Celulose, priopriedade da Stora Enso e Aracruz Celulose”. (ver informe completo en: http://www.wrm.org.uy/paises/Brasil/CEPEDES_2008.pdf )
En el caso de la empresa chilena Arauco, sus actividades en la provincia de Misiones (Argentina), también han significado una serie de impactos sociales y ambientales, tanto por su fábrica de celulosa -la mayor de la provincia- como por sus plantaciones de pinos. Los testimonios locales coinciden en denunciar fuertes dolores de cabeza, alergias y enfermedades respiratorias como algo muy común en el pueblo, ubicado a unos pocos kilómetros de la fábrica. Cuentan que hay días (y en particular noches) en que no se puede ni respirar y el olor se vuelve insoportable. También hacen referencia a los bajos sueldos que se pagan en la fábrica y al sistema represivo que impera en la misma.
En Chile, la empresa cuenta también con un sinnúmero de denuncias por parte de comunidades locales, principalmente del pueblo mapuche, que ha sido reprimido y ha visto su territorio usurpado a manos de la empresa. Arauco fue además la responsable de una gravísima contaminación en la región de Valdivia que afectó al santuario del Río Cruces, sitio Ramsar y hábitat de los cisnes de cuello negro. El Río Cruces era el lugar de anidación más importante en Sudamérica para los cisnes de cuello negro y la fuente de ingresos por turismo más importante para la población local. Lo que comenzó con denuncias de la comunidad afectada por los olores nauseabundos arrastrados por el viento, terminó con la muerte masiva de los cisnes de cuello negro y los consiguientes impactos económicos vinculados al turismo en la zona.
A pesar de sus impactos ya constatados y documentados en Chile y Brasil, estas empresas seguramente afirmarán que en Uruguay su fábrica no va a contaminar y que sus plantaciones no tienen, no han tenido y no tendrán impactos. Quien quiera creer historias … que las crea. Pero que sepa que no son más que historias.
Artículo publicado en el boletín Nº 143 – junio de 2009, del Movimiento Mundial por los Bosques – http://www.wrm.org.uy