Los impactos negativos del modelo productivo imperante cada vez son más y las denuncias de contaminación vienen desde distintos departamentos del país.
Impactos en el agua
Desde el 2004 se tiene registro de contaminación del agua por agrotóxicos. El primero se conoció luego que miles de peces aparecieran muertos en el arroyo Guaviyú, en el departamento de Paysandú, inmediatamente después de haberse lavado maquinaria aplicadora con el insecticida endosulfán en las orillas del arroyo.
Posteriormente a este hecho, se ha conocido contaminación del agua en distintos arroyos y ríos de nuestro país, básicamente a través de la mortandad de peces. Pero esto no ha sido todo, también se encontraron residuos del herbicida atrazina en la Cuenca del Río Santa Lucía en febrero del 2010. En ese entonces tanto el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Carlos Colacce como integrantes de la Federación de Funcionarios de OSE (FFOSE) coincidieron que tal situación se debía a la duplicación de la cantidad del herbicida atrazina encontrado en la Cuenca del Río Santa Lucía. Una cantidad calificada de “alerta amarilla”; habiendo aumentado de entre 0,7 y 0,8 microgramos por litro a 1,4 microgramos por litro.
De esta situación han pasado varias zafras de cultivos varios, especialmente maíz y sorgo donde se aplica este herbicida altamente persistente en el agua.
El agua se sigue contaminando e incluso la potabilizada por OSE, ya que las unidades Potabilizadoras de Agua (UPA) son abiertas, y las avionetas fumigadoras o los “mosquitos” pueden fumigar tanto arriba de ellas o a los costados, y no existe reglamentación que lo impida.
Impactos en el aire
A fines de marzo de este año vecinos de la ciudad de Guichón denunciaron a la Dirección General de Servicios Agrícolas, que los silos de COPAGRAN ubicados en MEVIR 1 de la ciudad de Guichón, fueron fumigados con un “gas”. Los vecinos dijeron que el olor era penetrante y se vio “como una nube” que invadió por un tiempo el área. Uno de los vecinos al ver el humo que salía desde los silos, se acercó a las oficinas y le pidió a una de las oficinistas, que saliera a ver lo que estaba ocurriendo. La funcionaria comentó “están fumigando, se les fue la mano”.
A escasos metros de este silo se encuentra un hogar del INAU, que atiende a 40 niños entre 6 meses a 10 años de edad. Afortunadamente al momento de la fumigación los niños no se encontraban en el hogar.
Una de las vecinas de MEVIR, por un período de tres días tuvo la cara enrojecida y con ardor y su esposo picazón en la vista. Periódicamente, dependiendo del viento, se perciben olores fuertes procedentes de los silos.
Recientemente el director de la DINAMA Arq. Jorge Rucks reconoció contaminación del aire (1) en el puerto de Nueva Palmira por el fungicida fosfuro de aluminio que se utiliza para evitar que los granos se vean afectados . Se tuvo conocimiento de las aplicaciones de este agrotóxicos por denuncias realizadas por obreros del puerto. El fosfuro de aluminio viene en un formato de pastillas, que en contacto con el aire se gasifica, es altamente tóxico y de efecto instantáneo.
Aunque existe una regulación que prohíbe las fumigaciones aéreas a menos de 500 metros y terrestres a 300 metros en las cercanías de las escuelas rurales, registros y denuncias aparecen constantemente que estas fumigaciones siguen sucediendo. La dificultad central para que la regulación se pueda cumplir, son los cultivos, que en su mayoría son de soja transgénica y se encuentran al borde de los patios de las escuelas.
Impactos en la salud
Muchas veces es difícil de probar si las enfermedades que sufren personas expuestas a los agrotóxicos son causadas por éstos o no. Recorriendo el interior del país, en un corto espacio tanto físico como de tiempo, nos encontramos con dos casos bastante llamativos.
El primero es de una señora de mediana edad que vive en la zona de costas de San Francisco (Autobalsa) a 8 kilómetros de la ciudad de Paysandú. En el 2007 a menos de 10 metros de su casa se taló un monte nativo para sembrar soja transgénica. Este es otro de los impactos de la expansión agrícola, aunque supuestamente está prohibida la tala de monte indígena.
En 2008 esta persona comenzó con síntomas que si bien al principio no pudo relacionar, luego vio que cada vez que fumigaban éstos aparecían: temblores tipo Parkinson, adormecimiento que comenzaba en las extremidades y se extendían a todo el cuerpo, sensación de asfixia, rigidez en la lengua. Luego de varios estudios clínicos los médicos descartaron epilepsia u otros trastornos. Después de muchas idas y venidas con los médicos, se le ha diagnosticado una disfunción del sistema neurológico e hipo funcionamiento del neurotransmisor serotonina y un linfoma a nivel del cuello en fase A que aparece en julio 2010. Hasta el día de hoy la señora está medicada con el objetivo de que no se agrave su estado aunque por el momento no tiene cura.
El segundo caso registrado en esta semana, también se da a pocos metros de un cultivo de soja transgénica que se realiza desde hace cuatro años. Esta vez se trata de un bebe de cuatro meses del Barrio Bassotti del pueblo Casa Blanca a menos de 10 kilómetros al noreste de la ciudad de Paysandú. El bebe nació con malformación en la columna vertebral. Al poco tiempo de haber nacido le enyesaron las caderas y a los familiares se le dijo que no podrá caminar. Desde la semana pasada se encuentra internando, primero en el hospital de Tacuarembó, donde según su abuelo, los médicos que lo atendieron le preguntaron si había algún cultivo agrícola cerca del lugar de donde vive. Posteriormente el bebe fue trasladado a la Corporación médica de Paysandú (COMEPA) en estado muy delicado. Al momento de publicar este artículo el bebe sigue internado.
Ambos casos tienen un eje en común, las dos personas han estado expuestas a fumigaciones de agrotóxicos, la asociación es fácil de realizar, sin embargo clínicamente encontrar las causas de sus estados físicos, les corresponde a las autoridades.
Seguramente casos como éstos, deben encontrarse en varios puntos del país donde las aplicaciones de agrotóxicos se están dando masivamente y cada vez son más frecuentes y con sustancias más tóxicas.
Pruebas suficientes
Nuestra organización durante el mes de mayo tuvo la posibilidad de concurrir a audiencias con comisiones de senado y diputados, donde se ha presentado la preocupación en relación a los impactos generados por los agrotóxicos utilizados en el modelo actual de producción agrícola y forestal. A su vez se ha solicitado que se tomen medidas con respecto a la contaminación del agua por agrotóxicos.
Cabe destacar además, que los impactos de los agroquímicos han sido presentados en el reciente informe de PNUMA (2) como una preocupación. Por un lado se afirma que se ha incrementado el uso intensivo de fertilizantes, que Uruguay está tercero en la región, y que son sustancias responsables de la eutrofización del agua.
Y por otro lado dice que, “La intensificación productiva asociada al mayor uso de agroquímicos y la mayor intensidad del uso de los suelos ha generado diversos impactos vinculados con la erosión y su degradación, pérdida de la biodiversidad y afectación de los ciclos naturales de los recursos hídricos (…) El crecimiento de la producción de soja y de la forestación, y particularmente el tipo de manejo actual de estos cultivos, no necesariamente se acompañan de esta u otras prácticas de conservación del suelo, por lo que generan mayor impacto. Los agroquímicos, a su vez, tienen un impacto negativo sobre otras producciones”.
Pruebas hay de sobras como para que las autoridades tomen cartas en el asunto, antes que el modelo imperante destruya los bienes comunes y el derecho a la salud y a vivir en un ambiente sano.
por María Isabel Cárcamo – RAPAL Uruguay – Mayo 2012
Notas:
1. Ver http://www.unoticias.com.uy/edicion_impresa/articulos_masinfo.php?id=1836&secc=articulos_edicion_impresa&path=0.326
2. Ver http://www.180.com.uy/articulo/26412_Uruguay-debe-trabajar-en-riesgos-ambientales