La Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes, que tiene a estudio la ratificación del Protocolo de Kioto, recibió a representantes del Grupo Ambientalista Guayubira, quienes expusieron la postura del mismo, acerca de la posición que Uruguay debería tomar en la próxima reunión de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que tendrá lugar en noviembre en La Haya, y en particular sobre el Protocolo de Kioto aprobado en 1997.
Historiando brevemente los antecedentes de este protocolo, cuyos orígenes datan de 1992, cuando se aceptó oficialmente en la Cumbre de la Tierra que el futuro de la humanidad estaba en peligro por el cambio climático provocado por crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Se crea entonces la Convención de Cambio Climático para buscar soluciones.
En 1997, los países industrializados finalmente se comprometen en el Protocolo de Kioto a reducir sus emisiones, pero al mismo tiempo crean el Mecanismo de Desarrollo Limpio, por el que pretenden eludir esos mismos compromisos. El mecanismo es en síntesis el siguiente: un país industrializado podría contabilizar en su balance de emisiones -mediante un pago a ser negociado- las reducciones que se hayan realizado en un país en desarrollo. Es decir, que si se comprometió a reducir sus emisiones en 10, podría reducir solo 5 y comprar reducciones en Costa Rica o Uruguay. Es importante señalar que ésto aún no ha sido aprobado y por ahora es un mecanismo en discusión. Entre otras cosas, están en discusión los posibles mecanismos y por otro lado está en discusión qué porcentaje de emisiones podría ser contabilizado mediante este sistema: EEUU pretende 75%, Europa 50% y muchos países en desarrollo 1-3%. Las decisiones se tomarán en la Conferencia de las Partes en La Haya en noviembre y Uruguay debe llevar una posición al respecto.
Uno de los posibles mecanismos es el de los llamados sumideros de carbono a través de plantaciones forestales. La idea es que los árboles, al crecer, absorben carbono de la atmósfera y que lo fijan en la madera. La validez de este mecanismo es tanto apoyada como cuestionada a nivel científico, por lo que lo único que se puede asegurar es que está en discusión. Pero incluso aunque se aceptara que las plantaciones son eficientes como sumideros de carbono, el problema no se resolvería, porque servirían como excusa que se siguieran emitiendo gases de efecto invernadero. El tema es el siguiente:
1) El efecto invernadero se produce fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles y en menor escala por la deforestación y otras actividades productivas.
2) La solución al problema pasa entonces por la reducción de las emisiones, en particular en los países que más emiten, que son los industrializados, que a su vez deberían ayudar a nuestros países como forma de pagar la deuda que han contraido por un uso excesivo de la atmósfera.
3) Por consiguiente, no se puede aceptar que se aprueben mecanismos que les permitan seguir emitiendo, sino que debe exigírseles que cumplan con los compromisos asumidos, para lo cual hace falta una gran unidad entre los países no industrializados. Esta unidad se está resquebrajando justamente por la oportunidad que parecen ofrecernos de darnos dinero para que plantemos árboles como sumideros-basureros de carbono.
El Grupo Guayubira plantea que Uruguay tiene dos opciones:
– defender los intereses del país a largo plazo, que están en peligro a consecuencia de un consumo excesivo de combustibles fósiles por parte de los países industrializados. Entre otras cosas, el cambio climático resultante implicaría que Uruguay se quedaría sin playas y que amplias áreas costeras se inundarían debido al aumento del nivel del mar (investigación realizada por la Unidad de Cambio Climático del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente). Si bien nuestro país puede tomar medidas para contrarrestar el efecto invernadero, en definitiva nada lo que haga cambiará nada, a menos que quienes más emiten reduzcan sus emisiones.
– la segunda opción es hacerle el juego a los países industrializados a cambio de algunos millones de dólares y convertir las actuales y futuras plantaciones forestales en basureros de carbono. El Grupo Guayubira tiene una visión muy crítica con respecto al actual modelo forestal, que genera impactos negativos sobre los principales recursos del país (agua, suelos, flora, fauna, paisaje) y escasos beneficios a nivel social. El grupo está planteando que se suspendan las medidas promocionales como forma de detener la creciente ocupación del territorio por las plantaciones. Con lo ya plantado, debe buscarse el desarrollo de una industria maderera que genere la mayor cantidad posible de empleos estables. En ese marco, la opción de sumideros de carbono es la peor, ya que se reduciría aún más la ya escasa capacidad de generación de empleo del sector forestal. Sería peor incluso que la exportación de troncos, que al menos genera empleos en la corta y transporte de la madera. Como sumideros, las plantaciones quedarían en pie, sin cortar.
El Grupo Guayubira entiende que los intereses nacionales coinciden con los globales en cuanto a la necesidad de impulsar la adopción de medidas para abordar las causas que generan el efecto invernadero y que Uruguay debe exigir que quienes han llevado al mundo al borde del abismo asuman plenamente sus responsabilidades y que no pretendan desligarse de sus compromisos a través de mecanismos de dudosa efectividad como el de este tipo de sumideros de carbono. Por consiguiente el Grupo Guayubira insta a la Comisión de Asuntos Internacionales a impulsar la ratificación del Protocolo de Kioto, pero con las máximas limitaciones posibles a mecanismos que puedan socavar los compromisos asumidos por los países industrializados.