Los años electorales tienen la virtud de desencadenar una serie de debates que nos ayudan a pensar acerca del modelo de país al que aspiramos. Para pensar hacia delante es preciso mirar hacia atrás con el objetivo de extraer lecciones de las experiencias pasadas. Uno de los temas que entendemos requieren debates y una mirada retrospectiva es el referido al modelo forestal instalado en el país.
Si bien son muchos los elementos a abordar en tal debate, en estos momentos nos parece importante enfocarnos en tres de ellos, basados en noticias muy recientes vinculadas al tema.
El primero de ellos es el factor empleo. Mientras que en el último cuatrimestre del 2008 el nivel de desempleo a nivel nacional bajó a cifras históricas de 6,9% y en el interior al 7,4%, Río Negro siguió siendo el departamento con mayor índice de desempleo de todo el país, situándose en 12,1%.
Vinculado a ese hecho, es importante señalar que Río Negro es uno de los departamentos más forestados del país, con más de 100.000 hectáreas de plantaciones, de las que, de acuerdo a la Dirección Forestal, unas 88.000 son de eucaliptos y el resto de pinos. A nivel porcentual, el 11% de la superficie total del departamento está ocupado por plantaciones forestales. Por otro lado, como todos saben, en la capital de Río Negro (Fray Bentos) está instalada una de las fábricas de celulosa más grandes del mundo.
De lo anterior se deduce que, contrariamente a lo publicitado por las empresas en cuanto a los miles de empleos que se generarían vinculados a las plantaciones y fábricas de celulosa, este modelo forestal no solo no resuelve el problema del desempleo sino que más bien parece consolidarlo.
Un segundo tema a debatir es el de los costos que ese modelo implica para la sociedad en su conjunto y en ese sentido nos parece importante destacar uno de ellos: el del tránsito de los camiones de madera. El 10 de febrero Guayubira hizo un recorrido por la ruta pavimentada Nº 24, que une a Paysandú con Fray Bentos. Allí pudimos observar la profunda huella dejada en la mitad de la carretera por la que transitan los camiones cargados de madera, en tanto que la otra mitad, por donde vuelven sin carga, no presenta huella alguna. En todo ese tramo no hay ni un solo peaje, por lo que el costo de reparación de esa carretera corre enteramente por cuenta del Estado. Al mismo tiempo, ese estado de la ruta la vuelve enormemente peligrosa tanto para los camiones como para todos los vehículos que la transitan, por lo que requiere ser urgentemente reparada, y eso deberá hacerse con dineros públicos que se suman a otras subvenciones con las que ha contado y sigue contando el sector forestal.
Un tercer factor es el de los impactos de las plantaciones sobre la población que habita en sus inmediaciones. Al respecto podemos compartir lo observado y escuchado el 8 de febrero durante una recorrida por la Colonia Baltasar Brum en Paysandú, que se encuentra totalmente rodeada por plantaciones de eucaliptos y algunas de pinos. Un grupo de colonos nos llevó a recorrer la zona y nos mostró el cauce totalmente seco del arroyo Guaviyú en su tramo medio. De acuerdo con la gente local, ese arroyo no se había secado en ninguna sequía anterior y atribuyen el fenómeno a la forestación de la cuenca del arroyo. También nos mostraron zonas de bañado donde antes de la llegada de la forestación “no se pasaba ni a caballo” y que ahora –tanto antes como durante la sequía- se pueden pasar “hasta con tacos altos”. A eso se suman los impactos sobre cultivos y ganado de las crecientes poblaciones de zorros, jabalíes y ciervos que se han instalado en las plantaciones, convirtiéndose en plaga, y que se alimentan de las producciones agropecuarias de los colonos.
Testimonios como esos no son una excepción, sino que abundan en todas las zonas forestadas. Solo hace falta recorrerlas y escuchar a la gente que allí habita para constatarlo. Incluso si se ignorara toda la documentación existente acerca de los impactos de la forestación –generada a lo largo de los 20 años de vigencia de este modelo forestal- los ejemplos aquí reseñados son suficientes para concluir que se requiere un viraje profundo en este tema.
En ese sentido, el 12 de diciembre pasado, integrantes de organizaciones sociales, ambientales, productores rurales y ciudadanos de distintas zonas del país afectadas por plantaciones forestales, se reunieron en Montevideo e hicieron “un llamado urgente a suspender la forestación”, exhortando “a que el problema de la tierra, su tenencia y la producción familiar ocupe un lugar central en las agendas de todos los partidos políticos”. ¿Qué mejor que un año electoral para que ello sea posible?
Por más información o entrevistas:
Grupo Guayubira
410 0985 / 413 2989 / 099 367 966
info@guayubira.org.uy
http://www.guayubira.org.uy
Imágenes tomadas en la Ruta Nacional Nº 24 en el tramo que une las ciudades de Fray Bentos con Paysandú, a la altura del km. 42:
Imágenes del Arroyo Guaviyú, en su paso por la Colonia Baltasar Brum, Paysandú:
Fuente: Instituto Nacional de Estadística – http://www.ine.gub.uy/comunicados/echdpto/ECHDPTO1208.pdf
Notas:
* La cifras expresadas en el cuadro anterior son el resultado de la suma de la superficie originada en la interpretación de las imágenes
Landsat 2004 más la superficie registrada en DGF hasta el año 2007.
** No está considerada el área de dispersión de Palmares que ocupa aproximadamente 70 mil ha.
Fuente: Dirección General Forestal – http://www.mgap.gub.uy/Forestal/DGF.htm
[…] (1) Ver un ejemplo de esto en “Año electoral: buena oportunidad para debatir el modelo forestal vigente” http://www.guayubira.org.uy/2009/02/ano-electoral-buena-oportunidad-para-debatir-el-modelo-forestal-…/ […]