Conociendo el monte indígena

El Uruguay y sus palmeras. Una familia cimbreante
Por Carlos Antonio Brussa

La flora indígena uruguaya cuenta con varios representantes de la familia de las palmas distribuidos claramente en determinadas regiones del país, caracterizando notoriamente el paisaje. En la actualidad se reconocen seis especies diferentes y un híbrido natural como integrantes del conjunto de plantas autóctonas de nuestro país.

La distribución natural de las poblaciones de plantas, y en este caso concreto de palmeras, ocupa áreas con características ecológicas similares desconociendo obviamente los límites políticos de los países. Debido a ello, cuando hablamos de palmeras nativas del Uruguay, debemos tener en cuenta que las poblaciones naturales de éstas incluyen, al menos parcialmente, los territorios de otros países del cono sur como ser Brasil, Argentina y Paraguay.

No obstante ello, esta flora de palmeras nativas cuenta con algunas características particulares como la de constituir las poblaciones más australes de este tipo de plantas de toda América y prácticamente del mundo entero. En realidad nuestras palmeras han desarrollado la capacidad de adaptarse a un clima templado soportando el régimen anual de heladas de estas latitudes.
Tal como lo sintetizara Jorge Chebataroff, la distribución de las palmeras no puede ser explicada sobre la base de las condiciones ecológicas reinantes en la actualidad solamente, debiendo recurrirse a estudios históricos vegetacionales que hasta donde poseemos información, en el país no existen para este tipo de plantas.

Palmares de Butiá. Se observa la falta de sucesión de edades por efecto del pastoreo.

Ramificación en palma Butiá. Curioso ejemplar con cuatro tallos.

Mucho se ha hablado del origen de las palmeras en nuestro territorio generándose historias que por reiteración se van incorporando firmemente al sentir de buena parte de la población.

La creencia popular, totalmente errónea en este caso, muchas veces hace referencia a su ingreso al país por la mano del hombre. Hay quienes sostienen que fueron los indígenas que las diseminaron en sus migraciones de norte a sur generando una especie de diagonal de palmeras que atraviesa nuestro territorio; otros, que fueron traídas del continente africano por los esclavos y diseminadas luego.

Sin duda existió un traslado por parte de los seres humanos y animales que utilizaban a las palmeras en su dieta, pero el mismo se realizó a partir de palmeras cuya área natural de ocurrencia en la tierra ya era ésta.
Como dijimos en el artículo anterior, las palmeras cuentan con un elevado número de especies, asociadas a regiones tropicales y subtropicales. Si analizáramos la distribución de éstas en América del Sur, veríamos que existe un continuo de aparición de palmas con uno de los extremos australes en Chile y el otro en Uruguay; se trata de diferentes especies las que van dando lugar a una sucesión de poblaciones.

Butyagrus nabonandii. Híbrido de Pindó y Butiía.

Palmas Pindó. Detalle de inflorescencia.

Tal vez el caso más notorio en cuanto a similitud de palmeras ocurra en nuestro país, donde las palmas Butiá (Butia capitata) y Yatay (Butia yatay), muy emparentadas desde un punto de vista botánico entre sí, inducen al error de creerlas una misma especie, localizada en el sureste y noroeste respectivamente, la ya referida "diagonal".

Por lo común, las palmas uruguayas no tienen áreas comunes de convivencia, estando mayoritariamente aisladas las poblaciones de cada especie. En algunos casos ocurre un contacto entre Butiá y Pindó (Arecastrum romanzoffianum), generándose muchas veces un híbrido natural, como en el cerro Pan de Azúcar, la Laguna Negra y aledaños.

Butiá yatay. Palmeras y praderas asociadas al monte nativo.

En su medio natural, monte nativo.

Géneros y especies

La actual flora conocida uruguaya registra la aparición de palmeras pertenecientes a tres géneros Butia, Trithrinax y Arecastrum (para algunos botánicos debería utilizarse Syagrus). El número de especies es de seis, una de las cuales prácticamente ya no existe en nuestro territorio, y como ya dijéramos, un híbrido natural.

1. Syagrus

Posee una sola especie entre nosotros, Arecastrum romanzoffinanum (=Syagrus romanzoffiana) conocida vulgarmente como Palma Pindó, o en menor medida Palma Chirivá, Cocotero Plumoso, etc.

Sin duda se trata de una de las palmeras de más amplio cultivo en todo el mundo. En nuestro país se localiza asociada siempre al monte nativo, ya sea en quebradas, galerías fluviales o serranías.

Prefiere los suelos de textura franca, profundos, con buen drenaje, ligeramente ácidos, aunque se adapta a suelos variados. Es común verla suelos superficiales como los de Quebrada de los Cuervos. Precisamente allí junto con las del Parque San Miguel, es donde se hallan las más densas poblaciones de esta especie que conocemos.

2. Butia

Este género está representado en el país por tres especies bien definidas. A comienzos de la década del '70, fueron pasadas por el botánico norteamericano Glassman al género Syagrus. Posteriormente, el mismo autor las reintegra a su anterior género, o sea Butia, como se les debe llamar en la actualidad.

Butia capitata.
Se la denomina como "Palma Butiá". Su área natural de ocurrencia ocupa grandes planicies de Rocha, donde se la identifica claramente por la formación de palmares. También suele hallársela en estado natural en los departamentos de Maldonado, Treinta y Tres y Cerro Largo, en suelos desde pedregosos hasta arenosos, en albardones costeros lacustres. Puede estar asociada al monte natural. Es una de las palmeras más adaptadas a la costa marina.

Butia yatay.
Conocida como "Palma Yatay", crece en la zona oeste de nuestro territorio, al norte del Río Negro. Se la asocia a suelos de textura liviana, con buen drenaje.

Existen importantes palmares en las zonas de Guaviyú, Quebracho, Guichón. Muchas veces se la encuentra asociada al monte natural.

Butia paraguayensis. "Palma Yatay Enana".
En el Uruguay se localiza sólo en Rivera, principalmente en las cumbres de los cerros chatos y alrededores. Requiere el mismo tipo de suelos que la anterior, con la que está muy emparentada botánicamente. Su altura máxima rara vez supera los dos metros.
A diferencia de las anteriores, es muy difícil obtener frutos maduros de esta especie pese a su abundante floración, probablemente debido a que forman parte de la dieta de algunos animales, estando a una altura de fácil acceso.

3. Tritrhinax

Las palmas de este género son conocidas como "Caranday". La flora uruguaya reporta dos especies, siendo por otra parte, las únicas nativas de hojas flabeliformes.

Trithrinax campestris.
Crece en las planicies del Río Uruguay, asociada a los algarrobales, en suelos alcalinos, fundamentalmente en los blanqueales. Posee grandes espinas en el tronco y en los extremos de las lacinias de las hojas. Es de escasa altura y normalmente crece en grupos con rebrotes a partir de rizomas.

Trithrinax brasiliensis.
A propósito de esta especie Atilio Lombardo mencionaba en Flora Arbórea y Arborescente del Uruguay "Al parecer vive solamente en el departamento de Treinta y Tres. Se eleva a poca altura." No estando bien representada en herbarios, su existencia se consideró dudosa hasta que fuera reportada por el Botánico Eduardo Marchesi quien la localizó, en estado natural en la zona de Kiyú. De acuerdo con información del referido investigador, actualmente ya no existirían en el lugar.

4. Butyagrus

Se trata de un híbrido natural entre las palmas Butiá y Pindó. Su actual denominación científica sería Butyagrus nabonandii, habiendo sido citado por primera vez por Barbosa Rodrigues quien lo había denominado Cocos romanzoffiano-pulposa.

En el país se lo encuentra, como ya lo dijéramos, en las áreas comunes de ocurrencia de las dos especies progenitoras.

Es relativamente frecuente de ver además en espacios verdes públicos y aún privados. Existen interesantes ejemplares en el Jardín Botánico, Facultad de Agronomía y en el Prado en las proximidades de Agraciada y Castro.
Las poblaciones naturales de palmeras.

Por diferentes causas, fundamentalmente antrópicas (acción del hombre) las comunidades nativas de palmeras se hallan en retroceso. En muchos casos altamente fragmentadas, al igual que otros ecosistemas forestales naturales del Uruguay y de la región.

No se sabe ciertamente cual era el estado anterior en las zonas de palmares, nuestra opinión es que en dicha área debió ocurrir un tipo de formación vegetal en la que las palmeras coexistían con otros vegetales leñosos a modo de monte o matorral.

La mayor fortaleza de las palmeras, quienes pueden resistir aún fuegos intensos tal como se pudo observar luego del incendio en el Parque Santa Teresa, les permitió mantenerse luego de destruido el resto del matorral o monte ya sea para destinar las tierras a cultivo o ganadería.

Las palmas Butiá se hallan en áreas tremendamente pastoreadas, no existiendo sucesión de edades que aseguren la supervivencia del palmar natural, excepto en lugares inaccesibles para el ganado.. Su parienta cercana, la palma Yatay, parece poseer mayor posibilidad de permanencia, a juzgar por la regeneración que se observa en algunas zonas de ocurrencia.

La palma Pindó por estar generalmente dentro del monte nativo, prospera en mayor medida que las anteriores. Pese a ello, al igual que las otras dos cuenta con el peligro de la extracción furtiva para uso en espacios enjardinados. Esta actividad se halla prohibida, existiendo una ley muy clara al respecto.

Es bueno que el lector, además de reflexionar sobre el tema, se remita al artículo del suplemento Jardines número 62 de marzo de este año.

Carlos Antonio Brussa - Ingeniero Agrónomo Forestal - Director del Museo y Jardín Botánico

Fuente: Suplemento Jardines de El País - Noviembre de 1998

 

 


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