El bosque natural uruguayo:
inventario y evolución del recurso

Ricardo Carrere

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IV EVOLUCION DEL MONTE NATURAL

1. Algunos elementos históricos

1.1 Introducción.

El estudio del monte natural no puede basarse exclusivamente en la investigación sobre nuestros montes actuales, sino que resulta imprescindible conocer su evolución histórica, puesto que la acción humana (directa o indirecta), ha generado cambios en la extensión, composición y calidad del monte natural original.

No se pretende hacer aquí un análisis histórico-ambiental, sino simplemente plantear a grandes rasgos las distintas etapas en la relación hombre-monte en nuestro país con el objetivo de aportar una visión din mica de su evolución, así como para dejar planteada la necesidad de encarar estudios profundos sobre este tema, que escapa a las posibilidades del presente trabajo.

1.2 Las etapas de la acción humana

1.2.1 Período indígena.

Previo a la llegada de los europeos, el actual territorio uruguayo se encontraba ocupado por una población de cazadores - recolectores nómades. En virtud de su exiguo número (estimado en 5000 - 6000), su forma de vida y su escaso grado de desarrollo tecnológico, su influencia sobre el monte debe haber sido marginal. El monte sólo pudo ser afectado en alguna medida por la acción deliberada de utilización del fuego, pero no estamos en conocimiento de que nuestros indígenas hayan recurrido a incendios intencionales que, por su estilo de vida, no les habrían reportado ningún beneficio.

1.2.2 La llegada de los europeos.

El arribo de españoles y portugueses al Río de la Plata tuvo lugar a principios del siglo XVI y durante todo ese siglo se limita a algunas expediciones e intentos fallidos de colonización. Por consiguiente, se podría afirmar que los montes (salvo los más cercanos a las costas, donde los barcos se aprovisionaron de leña y maderas) no sufrieron ningún tipo de cambios. Sería muy importante entonces intentar ubicar los documentos de estas expediciones, que podrían contener información valiosísima sobre la vegetación original del país.

1.2.3 La introducción de la ganadería.

A principios del siglo XVII, Hernandarias introduce algunas cabezas de ganado en el país, donde las condiciones naturales favorecen su r pida reproducción. El impacto ecológico producido por millones de bovinos tiene que haber sido muy grande, introduciendo cambios en la fauna y en la composición botánica de la vegetación natural. Con respecto al monte, es probable que haya impedido la regeneración de algunas especies (particularmente en la zona externa del monte) y favorecido la propagación de otras. La ganadería atrajo además un número creciente de expediciones españolas, portuguesas, misioneras, etc., que realizaron una explotación de tipo extractivo de cueros y que introdujeron al caballo, que se sumó así al vacuno en la modificación del ambiente original.

1.2.4 El inicio de la colonización.

La riqueza que significaban los millones de bovinos que pastaban libremente en nuestro territorio, así como razones de tipo político destinadas a contener el avance de los portugueses, determinaron el inicio de un proceso de colonización durante el siglo XVIII, que comienza con la fundación de Montevideo en la primera mitad del siglo. A partir de entonces comienza un proceso permanente y creciente de explotación de los montes con fines domésticos (leña y carbón), industriales (producción de cal) y de apoyo a la producción agropecuaria (construcción de cercados, corrales, viviendas, etc.). Dicha explotación fue particularmente intensa en las zonas más pobladas cercanas a Montevideo y en aquellas próximas a caleras o a la ciudad de Buenos Aires, que se abastecía de leña y cal provenientes de nuestro territorio.

1.2.5 El siglo XIX.

La mayor parte de este siglo est  signada por las guerras de la independencia primero y civiles después, donde los distintos ejércitos deben haber sometido a numerosos montes a diversos grados de deterioro. Durante la segunda mitad del siglo, se inicia un importante proceso de alambramiento de los campos, cuyo mayor desarrollo tiene lugar entre 1870 y 1880 (Alonso, 1981). Se estima que en 1882 existían casi 10 millones de hectáreas alambradas (Rial, 1980).

En lo referente al monte natural, el alambramiento acarrea una serie de consecuencias:

1) Posibilita el desarrollo de la ganadería lanar, que pasa de 2 millones de cabezas en 1860 a 18,6 millones en 1908. La oveja se constituye en un nuevo factor modificador del ecosistema y de gran trascendencia en la desaparición de montes explotados y pastoreados.

2) Da lugar a un importante incremento del  rea cultivada, hasta ese momento restringida a los alrededores de los centros urbanos, debido en gran medida a la acción del ganado sobre los cultivos. El alambrado permite aislar el  rea agrícola del ganado, por lo que a comienzos del siglo XX llega a una superficie cercana a las 500.000 h s. (Alonso, 1981), duplicándose en 1930 (Instituto de Economía, 1971). Este desarrollo de la agricultura implicó en numerosos casos la sustitución del monte natural por cultivos agrícolas.

3) Provoca un consumo de gran magnitud de maderas (postes y piques), recurriéndose tanto a maderas importadas como nacionales (ñandubay, algarrobo, guayubira, coronilla, etc.).

4) Genera un ataque más intenso y permanente sobre los montes por parte del ganado, confinado ahora a límites definidos por las alambradas, en donde debe obtener su alimento.

1.2.6 El siglo XX.

Durante el presente siglo se producen una serie de acontecimientos, de gran impacto sobre el monte natural:

1) El crecimiento demográfico y la urbanización. Si bien la mayor parte de las cifras de población contienen un importante margen de error, de cualquier manera muestran que el crecimiento demográfico se intensifica a partir de la segunda mitad del siglo XIX y en particular durante el presente siglo, tal como lo muestra el cuadro siguiente:

Cuadro Nø 15 Población total del país.

Año

Nø habitantes

1726(1)

130 (4)

1805(1)

14.805 (4)

1852(2)

131.969

1908(3)

1:042.686

1963(3)

2:595.510

1975(3)

2:788.429

1985(3)

2:955.241

(1) Rial, J. & Klaczko, J.- Uruguay: el país urbano.
(2) CIDE.- Estudio económico del Uruguay: análisis demográfico.
(3) DGEyC. Censos de población.
(4) No se incluye la población indígena, estimada en unos 5.000 - 6.000 habitantes (De Torres Wilson, 1984).

Ecuanto al proceso de urbanización, también adquiere su mayor importancia durante el siglo XX, tal como es n observable en el siguiente cuadro:

Cuadro Nø16 Centros urbanos de más de 2000 habitantes.

Año

Nø de centros

Nø de habitantes

c. 1800

3

20.745

1860

7

69.487

1908

29

423.010

1975

82

2:146.412

Fuente: Elaboración propia en base a Rial, J. & Klaczko, J.- Uruguay: el país urbano.

Este proceso de crecimiento demográfico y de surgimiento de centros poblados implicó un consumo creciente de leña y otros productos forestales, extraídos fundamentalmente de los montes naturales más cercanos a los centros poblados, con la consiguiente sobreexplotación y deterioro del recurso.

2) Las dos guerras mundiales. Las guerras de 1914-18 y 1939-45 significaron una explotación desmedida de los montes naturales para paliar la escasez de los combustibles tradicionalmente importados, derivada de dichas conflagraciones. En cuanto a la primera guerra mundial, resulta interesante citar a Ernesto Villegas, quien en 1930 decía: "La guerra europea aumentó la tala de  árboles. El precio del carbón inglés y de la leña aumentó en forma extraordinaria, entusiasmando a los propietarios de plantaciones y montes indígenas a talarlos apuradamente para elaborar astillas, estacones, roletes, carbón de leña, etc. Los vagones de ferrocarril se cargaban en el Norte, Sur, Este y Oeste de la República, transportando leña de sierra y de eucaliptus, principalmente... Así se arrasaron muchas hectáreas de montes, así se devastó buena parte de la riqueza acumulada. Merece consignarse el dato de que, en 1920 aproximadamente, las empresas ferrocarrileras del Uruguay realizaron contrato para el suministro de tres millones de toneladas de madera, dato de por sí muy significativo."

3) El desarrollo de la agricultura. Si bien la agricultura se inicia con la colonización, sólo alcanza un desarrollo importante da fines del siglo XIX y en particular en el presente siglo. En muchos casos, la agricultura sustituye a la explotación ganadera pero en otros casos sustituye al monte natural. Este proceso ha sido particularmente intenso en el litoral del río Uruguay, con la consiguiente desaparición de extensas  reas boscosas. Resulta interesante consignar que en muchas de estas  reas el bosque se ha regenerado muy rápidamente al suspenderse las actividades agrícolas. Sin embargo, dicha regeneración ha implicado la sustitución del bosque original por ejemplares de la especie menos valiosa (Espinillo), que impide o dificulta enormemente todo tipo de aprovechamiento del área ocupada por la misma.

4) La construcción de represas hidroeléctricas. Durante el presente siglo se construyeron cuatro represas hidroeléctricas, tres de las cuales sobre el río Negro (Rincón del Bonete, Baygorria y Palmar) y una sobre el río Uruguay (Salto Grande). Los embalses de estas represas implicaron la inundación de más de 30.000 hectáreas de algunos de los mejores montes naturales del país.

1.3 Los documentos históricos.

La lectura de los documentos históricos más conocidos muestra un territorio donde predomina la pradera, mientras que la vegetación arbórea se encuentra en serranías y marginando los cursos de agua. Sin embargo, existen grandes vacíos de conocimiento al respecto, dado que la mayor parte de la información se refiere a la zona costera y litoral y rara vez al interior, donde se sospecha que los bosques ocuparon superficies bastante más extensas que las actuales (del Puerto, 1987). Por otro lado, resulta importante destacar que ya a principios del siglo XIX se constatan diversos grados de deterioro de los montes, resultante de malas prácticas de manejo y sobreexplotación del recurso.

1.3.1 Descripciones y comentarios generales.

Los documentos históricos más conocidos datan del siglo XIX, cuando ya se han producido cambios en la vegetación del país por la acción del ganado y del hombre blanco. Sin embargo, revisten sumo interés, dado que dichos cambios aún no habían tenido el alcance que adquirieron posteriormente, en particular durante el presente siglo.

A continuación seleccionamos algunas descripciones de nuestra vegetación, entre las que existen aparentes contradicciones, explicables en parte por referirse a distintas zonas del país o por provenir de extranjeros que subjetivamente comparaban nuestros montes con los de su propio país o con los de países vecinos al nuestro como Brasil y Paraguay.

JOHN MAWE (1805) :

Alrededores de Montevideo. "...sólo falta la belleza del escenario boscoso para completar el paisaje. Varios  árboles, por supuesto, crecen a las orillas del Riachuelo, cuyas maderas se utilizan para la construcción de chozas y como combustible". Más adelante dice: "Debe destacarse que la casi absoluta falta de este artículo (madera), ocasiona aquí grandes gastos e inconvenientes: la madera para trabajos mecánicos es sumamente escasa y las planchas son tan caras que apenas se ven con pisos de madera".

Sin embargo, al referirse a la zona de Barriga Negra (Lavalleja), dice que:

"Las quebradas de estos agrestes lugares de piedra y las boscosas márgenes de los ríos ofrecen refugio a muchos animales feroces". En cuanto a la fabricación de cal, "se quema con madera" y luego se envía a Colonia, Montevideo y Buenos Aires. La región que rodea a Barriga Negra es montañosa "y no desprovista de madera. Las riberas de los arroyos est n profusamente cubiertas de  árboles, pero raramente son de gran tamaño, porque las plantas trepadoras entrelazándose con los brotes impiden su crecimiento y forman matorrales impenetrables". Sin embargo, también dice que "En algunas partes el combustible es tan escaso, que a menudo se mata una manada de yeguas " y sus restos, con excepción de cueros y colas se usan para hacer fuego".

DAMASO ANTONIO LARRAÑAGA (1814):

En su viaje de Montevideo a Paysandú, Larrañaga describe un paisaje donde domina la pradera y en algunos casos "cardales inmensos que en parte forman horizonte". Salvo los arroyos más cercanos a Montevideo, los demás en general están "provistos de arboleda" o de "mucha arboleda". Es interesante su descripción del Pueblo de las Víboras (en el actual departamento de Colonia), que "tiene a su entrada unas doce cuadras de bosque" y del arroyo de las Vacas, "con tanta o más arboleda que el de las Víboras, dejándose ver hasta sobre las cuchillas, cosa que no había observado ni aún en el río Negro. En estos bosques conocí el famoso yandubai de que tanto negocio se hace... Pero ni aún en estos grandes bosques encontré un árbol propio para construcción de edificios ni embarcaciones, y cuanto más para unas pequeñas curvas y postería."

W. H. WEBSTER (1827):

En su descripción señala la ausencia de  árboles en Montevideo, diciendo que "... para cocinar al buey, luego de matarlo, se usa una parte del animal como combustible, tan grande es la carencia de este artículo en los extensos llanos llamados La Pampa"...
"Aunque est  completamente falto de madera, el suelo es bueno... En sus hornos de ladrillos queman huesos, cascos y otros restos de animales".

A. D'ORBIGNY (1826-27):

En Maldonado, "los alrededores están desprovistos de  árboles; por todos lados no se ve más que una inmensa llanura". En cuanto al río Santa Lucía, sus bordes "se encuentran cubiertos de bosque hasta una distancia bastante grande... lo que explica que en esta provincia se mencione siempre al monte del Santa Lucía." Cerca del arroyo de las Vacas "la campaña cambia de aspecto, cubriéndose de una especie de acacia espinosa (espinillo). En los alrededores del arroyo San José dice que "vimos  árboles a lo lejos, lo que nos llenó de alegría. Se trataba de los bosques que bordean un brazo del arroyo San José, que atravesamos y continuamos viajando con bosques a la vista, hasta el arroyo propiamente dicho".

ARSENE ISABELLE (1830-34):

Son interesantes sus descripciones del monte isleño, ribereño y de parque. En lo referente al isleño del río Uruguay, dice que "para cualquiera que no haya visto la impresionante vegetación de Brasil, la del Uruguay... provoca una verdadera sorpresa: todas sus islas est n totalmente cubiertas de árboles diferentes, de arbustos espinosos, de plantas sarmentosas, que no se puede penetrar más que con hacha o cuchillo en mano."
En cuanto al monte ribereño, afirma que "desde el Río de la Plata hasta las Misiones no se encuentra madera más que a la orilla de los ríos y arroyos... A cada paso el viajero recibe la agradable sorpresa de encontrar aguas puras y saludables, siempre contorneadas de un bosque tupido." A partir de Salto (hacia el norte), el río Uruguay "no presenta en sus dos márgenes más que una franja de escasa extensión de  árboles," donde menciona espinillos, sauces, laureles, ceibos, ñandubay, timbó, tala, lapacho y palmeras. Sin embargo, fuera de la franja de bosque, la planicie circundante se presenta "desprovista de  árboles, no mostrando más que una pastura espesa".
Con respecto al monte de parque, describe que en el Rincón de las Gallinas encontró "un gran número de espinillos" que "habían crecido naturalmente a distancias casi regulares entre sí en medio de una pastura verde y tupida."

CHARLES DARWIN (1832-33):

Las observaciones de Darwin sobre nuestra vegetación arbórea son un tanto polémicas, dado que en sus dos excursiones al país incurre en ciertas contradicciones y generalizaciones que obligan a una cierta dosis de cautela en el análisis de su información.
Su primera estadía en el país se limita a la región de Maldonado y Lavalleja, donde dice que "falta por completo el bosque". Afirma que "en la Banda Oriental existen pocos  árboles; hasta se podría decir que no hay ninguno... Se encuentran matorrales achaparrados en una parte de las colinas roqueñas, y junto a las orillas de los cursos de agua más considerables, sobre todo al norte de Las Minas, se halla un gran número de sauces."
Refiriéndose a dichas observaciones, el botánico Carlos Diego Legrand sostiene que "Quizá... Darwin, que venía con sus pupilas llenas de las imponentes selvas húmedas de Río de Janeiro o de los altos y frondosos bosques de Inglaterra, y obligado además, por la índole de sus andanzas a caballo o al peligro de los matreros, a buscar siempre los terrenos más limpios, no supo ver nuestros montes serranos, que llamó despectivamente "matorrales". "Así, al relatar una ascención al Cerro de las Animas (sic)... no dice ni una sola palabra de esa formación boscosa que tapiza gran parte del cerro en los dos tercios de altura hacia la parte Sur, que es la que recibe los vientos húmedos del mar; bosque que se hace más denso y alto en las entrantes y hasta oculta algunos grupos de palmeras. Seguramente el guía lo llevó por los lugares descubiertos de la parte Norte, donde a lo sumo, habrá  tropezado con abundantes matas de espina de la cruz, sin ningún aspecto boscoso."
Darwin viaja luego a la Argentina y al retornar a Uruguay dice que "no veo al país de la misma manera que a mi llegada a él. Recuerdo cuan llano me parecía entonces; pero ahora, después de haber galopado a través de las pampas, me pregunto con sorpresa que fue lo que me impulsó a llamarlo llano."
En su recorrido entre el arroyo Rosario y Colonia del Sacramento describe "un país cubierto de magníficos  árboles". En las cercanías del arroyo San Juan señala la "gran abundancia de arbolillos... empleados como combustible en Buenos Aires." Más adelante viaja hacia el río Negro, que describe de esta manera: "mirado desde la sierra, el río Negro ofrece un golpe de vista de lo más pintoresco que he podido ver en estas regiones. Ese río, ancho, profundo y rápido en aquel lugar, rodea la base de un acantilado que cae a pico; una zona arbolada recubre sus orillas y las lejanas ondulaciones de la llanura cubierta de césped cierran el horizonte."

JOSE MARIA REYES (1828-60):

La obra de este geógrafo-militar es probablemente la descripción más completa de la geografía del país, fruto de años de trabajos recorriendo el país hacia los cuatro puntos cardinales. Sus escritos, que abarcan dos tomos, contienen innumerables descripciones de nuestros montes. Básicamente, describe asociaciones boscosas aparentemente no mucho más extensas que las actuales, pero de una calidad evidentemente muy superior. A modo de ejemplo, citaremos algunas de sus observaciones que corroboran dicha afirmación: en la zona de Artigas, menciona "arboledas vírgenes, donde abundan maderas adecuadas a diversas construcciones". En el río Negro describe "tierras vírgenes y fuertes, sembradas de bosques frondosos en que abundan maderas útiles para diversas construcciones, como las hay en los que orillan el lecho de todos sus afluentes, más densos y robustos en las cercanías de sus barras." Menciona " árboles gigantescos" en la laguna Merín, "una selva espesa y no interrumpida" en el arroyo San Miguel, "elevadas y oscuras selvas" en el río Cebollatí, "selvas tupidas" en el río Tacuarembó, "las extensas selvas cercanas a Trinidad", y un sinnúmero de observaciones del mismo tenor.

1.3.2 El deterioro de los montes.

Entre la documentación histórica que seleccionamos, se destacan una serie de observaciones que interesa señalar, puesto que estarían avalando la hipótesis de que nuestros montes fueron en el pasado más extensos y valiosos que los actuales. A continuación se ofrecen algunos de los más claros ejemplos de constatación de deterioro:

JOSE MANUEL PEREZ CASTELLANO (1813):

Refiriéndose a la zona cercana a Montevideo, dice que "de ese abuso (la corta fuera de época) ha provenido que unos bosques que ahora cincuenta años parecía imposible que se acabasen en muchos siglos, se hallan ya tan apurados, que en ellos no se ve al presente ni un palo de provecho que pueda llamarse madera, y los van talando, o por mejor decir los destrozan a tan gran priesa, que muy pronto va a quedarse la ciudad sin leña para su consumo, si no se acude con prontitud y eficacia al remedio."

DAMASO ANTONIO LARRAñAGA (1814):

El arroyo Canelón Chico "est  regularmente provisto de  árboles, aunque los más est n ya muy talados y no producen sino ramazón para cercos de los sembrados". Cerca del arroyo del Perdido, "abundante en leña" encuentra un horno para fabricar cal, donde "en cada hornada consumen doscientas carradas de leña y darían pronto fin a los  árboles si no partían la piedra en partes menores..." En el río San José señala que "ya quedan pocos talas corpulentos en estas cercanías."

ARSENE ISABELLE (1830-34):

En su recorrida por el río Uruguay señala que entre el Río de la Plata y las Misiones "sólo se encuentran bosques en las márgenes de ríos y arroyos" pero que "esos bosques se van destruyendo a medida que el país se puebla".

JOSE MARIA REYES (1828-60):

Este autor señala varios casos de deterioro en diversos puntos del país:

1) Hablando de los arroyos Canelón Grande y Chico, Colorado, de las Piedras y Toledo dice que: "con excepción de las barras de todos esos arroyos, su monótono curso se ve desnudo de arbolados y plantas, a no ser algunas reducidas isletas de sauces, molles y talas que se encuentran diseminadas en sus bordes y que han sido salvadas de la destrucción de los bosques que en tiempos no remotos, daban a esas campiñas el aspecto de verdaderas praderas."
2) Con respecto al Santa Lucía, señala que "la producción arbórea enseña galas escogidas que extingue sin cesar el corte inmoderado del leñatero, y la faena extirpadora del carbonero, que son ambos el flagelo mortal de esas selvas vírgenes y ricas."
3) En Pando, que entonces contaba con 1.000 habitantes, anota que la pastura "parece debilitada por la afluencia de los ganados que mantienen en ellas las numerosas poblaciones establecidas en las costas de esos arroyos (Pando, Solís, Toledo), y cuyos montes van siendo aniquilados a su vez por sus propias exigencias y las de esa misma industria."
4) Recorriendo las vertientes del arroyo Otazo observa hilos de agua "orillados de matas y arbustos, y también de los retoños de troncos de antiguos arbolados que han desaparecido."
5) En la zona del arroyo Conventos dice que "se arraigaban en otros tiempos espinillos y talares de una vida secular."
6) En el río Uruguay, a la altura de Paysandú, describe dos islas "desnudas de bosques por el continuado corte que han hecho de ellos los habitantes de esos contornos."

WOODBINE HICHLIFF (1861):

Este viajero señala que durante la Guerra Grande, "casi todos los  árboles de las inmediaciones (de Montevideo) fueron cortados para combustible por los soldados.

ERNESTO VILLEGAS SUAREZ (1930):

En su reseña histórica sobre los  árboles en el Uruguay, realiza la siguiente descripción sobre la destrucción de los montes naturales. Dice que "a los primeros pobladores que iniciaron la corta de árboles para construir sus viviendas y alimentar el fuego, siguió la tala desordenada de los bosques y montes ribereños. Del Plata al Cuareim y del Uruguay al Cebollatí, comenzaron a caer bajo el hacha del leñador, las especies más valiosas, abriéndose paso al través de la enmarañada espesura. Las 'picadas', los 'abras', se sucedieron, dejando claros irreparables. De nada valían las leyes, los decretos y las reglamentaciones; las carradas de leña o el carbón elaborado muy cerca, era motivo de un comercio activísimo. Hasta se mandaba leña de Colonia y Soriano a Buenos Aires. Así cayeron miles y miles de  árboles que no rebrotaban en muchos casos porque los ganados en libertad terminaban la obra devastadora."

MARIANO B.BERRO (1946):

Este autor realiza contribuciones en cuanto al proceso de destrucción de los bosques, tanto en lo histórico como en la propia época en que escribe. En lo histórico dice: "En cuanto a la desaparición de los bosques se realiza por la destrucción de sus elementos por la acción inconsiderada del hombre; se explicaría también por la misma causa por la cual desapareció el monte indígena del Pantanoso, situado para arriba de donde el agua salada alcanza, el del Miguelete, el del Manga y Toledo. Y se puede calcular que la madera no se empleó sólo en la construcción de poblaciones rurales, cercos y corrales, sino que fue empleada principalmente en combustible. Esa destrucción ha tenido lugar en la proximidad de todos los pueblos. Las tripulaciones de los buques que arribaban al puerto no sólo cargaban agua sino que estaban obligados a conducir madera para leña que cortarían en el lugar más próximo, sobre todo en el Cerro (de Montevideo) mientras la hubo por la facilidad del arrastre en plano inclinado; pudo además concurrir a la destrucción algún incendio tan común en aquellos tiempos por los grandes pajales que debían cubrir la cercanía del Cerro, como en toda la campaña. Luego la población inicial de Montevideo, desde 1724-1726, debió concurrir con más fuerza a la destrucción del elemento arbóreo, efectuado lo cual iniciaron los cortes en los vírgenes bosques del Santa Lucía y de algunos de sus afluentes."

En cuanto a la destrucción contemporánea de bosques, describe el proceso diciendo que "en los densos bosques del río Negro, de Cololó para arriba, con gran pesar de mi corazón, durante años, he visto como se derriban los  árboles seculares o jóvenes, donde existían montes densos y de elevada magnitud, quedando reducidas a un tronco de pocos centímetros de altura. Todo lo que es madera lo derriba el hacha y es conducido a la incineración del horno de carbón, y las ramas pequeñas y hojarasca quedan sobre el terreno que al fin como embarazan el tránsito, se les da fuego y queda sólo la ceniza; después cuando sobreviene alguna lluvia, las aguas arrastran la ceniza y las grandes avenidas sin tener ya quien detenga su impetuosidad hacen lo mismo con las tierras humíferas, perdiendo el suelo una importante parte de su valor. Se pretende justificar aquella reprochable devastación con el dicho de que los vegetales vuelven a crecer; esto no es cierto sino en parte: lo que sucede es que algunas especies de madera blanca brotan a causa de su mayor vitalidad y forman espesos matorrales; pero los vegetales fuertes, que son los de más valiosa madera, se secan, y con más razón cortados en la estación estival."

2. Evolución reciente de la superficie boscosa nativa.

Los elementos históricos que acabamos de ver prueban el deterioro sufrido por los montes naturales. Sin embargo, deterioro no implica necesariamente una disminución del área cubierta por los bosques, aunque en muchos casos ambos aspectos pueden darse en forma simultánea. A continuación se intenta entonces analizar los escasos elementos disponibles al respecto, para poder determinar si el proceso de deterioro ha sido acompañado por un retroceso en el área boscosa y si la tendencia general admite o no excepciones regionales.

2.1 Los censos agropecuarios.

2.1.1 Introducción.

Los censos agropecuarios constituyen la principal fuente de información en esta materia. A partir del censo de 1930 se comienza a relevar información sobre montes naturales, discriminado desde 1937 por departamentos. Se dispone entonces de información de superficie boscosa durante un período de 50 años (1930-1980). No reiteraremos aquí lo ya expuesto acerca de las limitaciones que a nuestro entender contienen las cifras aportadas por los censos en materia de montes naturales, puesto que en este caso, al no variar la metodología utilizada, las cifras de los censos resultan comparables entre sí. La cifra final deja de ser relevante, puesto que lo que interesa ahora es conocer la evolución de los montes.

Sin embargo, debemos mencionar un hecho que tiene relevancia y que puede desvirtuar la comparación entre los distintos censos: el número de hectáreas censadas. En 1951 se censaron casi 17 millones de hectáreas. En los censos de 1966 y 1970 se censan 16.5 millones y en 1980 16 millones.

La desaparición de casi 1 millón de hectáreas no puede explicarse sólo por la subdivisión de la propiedad, la urbanización y las obras de infraestructura. De acuerdo con un artículo del semanario Al Frente (30/12/83), la explicación parecería deberse a dos factores: 1) El abandono de medio millón de hectáreas de tierras subdivididas, por parte de pequeños y medianos productores y 2) El cese del arriendo de medio millón de hectáreas, probablemente tierras de grandes propietarios rentistas o que especulan con su propiedad. Al cesar el arriendo y con ello la actividad productiva, no tienen interés en presentarse al censo.

Sea cual fuere la explicación, lo que importa es que no ha habido una disminución sustancial de la superficie productiva del país, por lo que dicho millón de hectáreas existe y que, de acuerdo con el promedio de los censos anteriores, podría contener unas 25.000 hectáreas de montes naturales.

2.1.2 Evolución de los bosques a nivel nacional.

En el gráfico siguiente se observa claramente la evolución de los montes naturales entre 1930 y 1980.

GRAFICO Nø 1. Evolución de la superficie cubierta por montes naturales

Fuente: MGAP, DIEA. Censos Agropecuarios

Lo primero que salta a la vista es la gran disminución ocurrida entre 1937 y 1951. Dicho fenómeno tiene seguramente como causa principal la escasez de combustibles consecuencia de la 2a. Guerra Mundial. A partir del censo de 1956 se observa una cierta recuperación, a excepción de 1966 y 1980. En este último caso, la disminución del área boscosa se debió seguramente a la crisis petrolera que se inicia en 1974, donde el incremento en el precio de los combustibles derivados del petróleo originó un uso más intensivo de los combustibles leñosos. Sin embargo, las cifras de los censos deben ser tomadas con cierta cautela, puesto que las bruscas variaciones de distinto signo en censos separados por períodos de tiempo relativamente cortos, no parecen compatibilizarse con la relativa lentitud de respuesta de nuestros montes. Por consiguiente, la siguiente gráfica de valores medios nos parece más representativa de la realidad y mostraría una leve recuperación de la superficie boscosa a partir de 1951.

GRAFICO Nø 2. Evolución de la superficie cubierta por montes naturales

Fuente: MGAP, DIEA. Censos Agropecuarios

Las bruscas variaciones a que hacíamos referencia se observan en el cuadro Nø 17:

Cuadro Nø17. VARIACION DE SUPERFICIE BOSCOSA ENTRE CENSOS CONSECUTIVOS

CENSOS

1937-51

1951-56

1956-61

1961-66

1966-70

1970-80

Diferencia
(miles hás.)

- 137,4

+ 43,0

+ 15,4

- 30,4

+ 63,6

- 35,1

Diferencia (%)

- 26 %

+ 10,9

+ 3,5

- 6,8

+ 15,2

- 7,3

Resumiendo, tendríamos que entre 1937 y 1980, la superficie de montes naturales habría disminuido en unas 81.000 hectáreas (ver cuadro Nø 18). Si se toma en cuenta el millón de hectáreas de que hablamos anteriormente que no habría sido censado, se podría concluir que el monte natural se redujo en unas 56.000 hectáreas en los últimos 50 años.

Por otro lado, interesa destacar la recuperación de los montes entre 1951 y 1980, con un incremento de 56.000 hectáreas durante dicho período, que podría ser aún mayor si la superficie censada hubiese sido la misma en ambas fechas.

Finalmente y aunque no se dispone de datos concretos, pensamos que no resulta aventurado pensar que la superficie boscosa de 1930 fuera a su vez inferior a la existente con anterioridad a la guerra de 1914-18, donde también se recurrió a la explotación en gran escala de los montes naturales. Suponiendo un proceso similar al descrito entre 1937 y 1980, los montes podrían estar en 1930 aún en su etapa de recuperación, habiendo sufrido una disminución porcentual similar a la registrada entre 1937 y 1951 (26 %). En dicha hipótesis, la superficie boscosa previa a la Primera Guerra podría haber ascendido a 715.000 hectáreas. Sin embargo, si adoptásemos las cifras de la Dirección Forestal como v lidas, tendríamos que incrementar el número de hectáreas en un 30 % (diferencia entre el censo agropecuario y la carta forestal en 1966), por lo que el  rea de montes naturales podría haber superado la cifra del millón de hectáreas, ocupando casi un 6 % de la superficie del país.

El análisis de O. del Puerto (1987) acerca de la extensión de las comunidades arbóreas en Uruguay previa a la introducción de la ganadería, parecería apoyar esta hipótesis. En efecto, dicho autor opina (aunque reconociendo el carácter especulativo de sus conclusiones debido a la escasa información disponible), que la superficie cubierta por vegetación leñosa (incluyendo montes, chircales y palmares) "habría superado el 25 % del área total del país".

2.1.3 Evolución de los bosques a nivel departamental.

Los censos agropecuarios relevan  áreas de montes naturales por departamento a partir de 1937, que se detallan en el cuadro siguiente:

Cuadro Nø18. EVOLUCION DE LOS MONTES NATURALES SEGUN LOS CENSOS AGROPECUARIOS

DEPARTAMENTOS

1937

1951

1956

1961

1966

1970

1980

ARTIGAS

42.625

36.233

36.875

39.065

38.915

43.645

34.523

CANELONES

5.010

4.094

5.674

3.986

2.115

3.783

2.606

CERRO LARGO

28.345

28.991

30.417

37.813

36.286

33.708

35.072

COLONIA

13.581

9.943

11.968

9.282

7.522

8.648

9.038

DURAZNO

25.699

12.040

13.240

11.829

13.546

12.682

10.994

FLORES

5.768

3.669

4.724

3.582

3.369

4.652

3.654

FLORIDA

15.888

12.137

11.747

13.006

12.155

16.034

9.827

LAVALLEJA

37.042

26.858

34.774

36.693

30.743

34.101

37.640

MALDONADO

31.648

18.576

21.523

21.967

15.805

21.605

25.024

MONTEVIDEO

100

224

528

111

49

131

67

PAYSANDU

47.123

31.851

38.198

35.770

32.466

40.409

40.577

RIO NEGRO

37.793

28.883

25.827

28.477

23.450

28.025

29.983

RIVERA

28.055

21.281

23.827

25.067

26.841

27.825

26.162

ROCHA

31.656

22.760

24.769

22.774

22.099

31.389

24.110

SALTO

36.680

33.780

30.541

36.990

34.588

39.342

31.141

SAN JOSE

9.493

7.435

6.119

8.464

8.366

8.820

8.401

SORIANO

30.292

25.597

24.345

30.273

24.865

31.421

26.897

TACUAREMBO

71.275

45.335

64.399

60.073

59.164

68.807

64.701

TREINTA Y TRES

30.698

21.745

24.926

24.611

27.183

28.054

27.800

TOTALES 528.771 391.372 434.421 449.833 419.427 483.081 447.947

Fuente: MGAP. DIEA. Censos Agropecuarios.

A continuación se ilustra la información correspondiente en gráficas por departamento.

ARTIGAS:

CANELONES:

CERRO LARGO:

COLONIA:

DURAZNO:

FLORES:

FLORIDA:

LAVALLEJA:

MALDONADO:

PAYSANDU:

RIO NEGRO:

RIVERA:

ROCHA:

SALTO:

SAN JOSE:

SORIANO:

TACUAREMBO:

TREINTA Y TRES:

Como se puede observar, la mayoría de los departamentos registran un descenso importante entre 1937 y 1951 y una disminución general en todo el período 1937-1980. Sin embargo, también se destaca un proceso de recuperación de los montes entre 1951 y 1980. Estos tres procesos se detallan en el siguiente cuadro:

Cuadro Nø19. EVOLUCION DE LOS MONTES NATURALES SEGUN LOS CENSOS AGROPECUARIOS

DEPARTAMENTOS

1937-51

1951-80

1937-80

Artigas

- 15,0

- 5,5

- 19,7

Canelones

- 18,0

- 36,6

- 48,0

Cerro Largo

+ 2,5

+ 21,0

+ 24,0

Colonia

- 27,2

- 10,0

- 33,8

Durazno

- 53,3

- 8,3

- 57,2

Flores

- 36,2

- 2,7

- 37,9

Florida

- 23,9

- 19,0

- 38,4

Lavalleja

- 27,6

+ 39,8

+ 1,6

Maldonado

- 41,1

+ 34,4

- 20,9

Montevideo

+100,0

- 50,0

0,0

Paysandú

- 32,5

+ 27,7

- 13,8

Río Negro

- 23,8

+ 4,2

- 20,6

Rivera

- 23,9

+ 23,0

- 6,4

Rocha

- 27,8

+ 5,7

- 23,7

Salto

- 7,9

- 8,0

- 15,2

San José

- 22,1

+ 13,5

- 11,6

Soriano

- 15,5

+ 5,1

- 11,2

Tacuarembó

- 36,5

+ 42,8

- 9,2

Treinta y Tres

- 29,3

+ 28,1

- 9,4

TOTALES

- 26,0

+ 14,4

- 15,3

Fuente: MGAP. DIEA. Censos Agropecuarios.

Los únicos departamentos donde se registra un incremento entre 1937 y 1980 son Cerro Largo y Lavalleja. Si bien no disponemos de elementos como para opinar acerca del caso de Cerro Largo, las opiniones de personas que hemos entrevistado en Lavalleja coinciden que en este departamento los bosques han sufrido un retroceso importante durante los últimos 50 años, por lo que el incremento registrado por los censos parecería no condecirse con la realidad del departamento.

El mapa Nø 3 ilustra la evolución de los montes en los distintos departamentos:

MAPA Nø 3. Evolución del área cubierta por montes naturales (1937-1980)


retroceso
1 - 10 %
retroceso
40.1 - 50 %

retroceso
10.1 - 20 %
retroceso
50.1 - 60 %

retroceso
20.1 - 30 %
avance
1 - 20 %

retroceso
30.1 - 40 %
avance
20.1 - 30 %

Fuente: DIEA. MGAP. Censos Agropecuarios 1937, 1980

En términos generales, se concluye que los departamentos del noreste son los que han resultado menos afectados en su superficie boscosa (Cerro Largo, Rivera, Tacuarembó y Treinta y Tres). En los departamentos del noroeste (Artigas, Salto y Paysandú), el retroceso ha sido inferior a 20 %, al igual que Soriano (probable avance del espinillar) y San José. Es decir que (salvo el caso de Lavalleja y San José) las zonas más alejadas de Montevideo han sido menos afectadas por la tala de montes que las cercanas a dicho centro de consumo. El más afectado ha sido Durazno (montes de los ríos Yí y Negro), seguido por Canelones, Florida, Flores y Colonia y en menor escala por Rocha, Maldonado y Río Negro.

2.1.4 Evolución del monte por sección policial.

Los bosques naturales no se distribuyen en forma homogénea en los distintos departamentos, sino que se concentran principalmente bordeando los cursos de agua y en las serranías. Debido a ello, la información censal por departamento resulta insuficiente para ubicar con mayor precisión las  reas en las que el bosque ha retrocedido o avanzado.

Sin embargo, es posible sortear este inconveniente a través del análisis de la información por sección policial, que permite relacionar con cierto grado de aproximación, los avances/retrocesos del monte a los principales accidentes geográficos donde éste se desarrolla.

Con ese objetivo, se realizó un estudio de la evolución del bosque entre 1956 y 1980, utilizando las cifras de los censos agropecuarios a nivel de sección policial. Dado que el número de hectáreas censadas en cada sección varía de un censo a otro, se adoptó el criterio de ajustar las cifras de 1956, tomando a 1980 como base 100. También se hizo necesario agrupar un cierto número de secciones policiales debido a los numerosos cambios registrados en las mismas entre uno y otro censo. La información detallada de dicho trabajo se encuentra en el Anexo Nø 1.

A partir de ese análisis se elaboraron los mapas siguientes, en el primero de los cuales se muestran las secciones donde los incrementos o retrocesos han sido mayores (50 % o más) y en el segundo todas aquellas con cambios superiores a un 20 %

MAPA Nø 4. Evolución del área cubierta por monte natural (1956-1980)
por secciones judiciales

(mapa en construcción)

Fuente: DIEA - MAP Censos Agropecuarios 1956-1980

Como se puede observar, los avances o retrocesos significativos no son homogéneos a nivel departamental, puesto que mientras en algunas secciones el monte avanza, en otras secciones del mismo departamento retrocede o se mantiene estable.

Por otro lado, se constatan diferencias entre el norte y el sur del país (incluyendo en el norte a todos los departamentos al norte del río Negro, Cerro Largo y Treinta y Tres). En la zona norte son escasas las secciones policiales con retrocesos de importancia (9a. de Artigas, 7a. de Salto, 4a. de Cerro Largo y la pequeña 15a. de Tacuarembó), mientras que se observan avances en veinte secciones. En cambio, en el sur, se da un número casi idéntico de avances y retrocesos, aunque con diferencias entre los distintos departamentos.

A nivel nacional se registran varias situaciones diferentes de avances o retrocesos de magnitud:

1) Departamentos donde predominan las secciones en las que el monte retrocede: Colonia y Florida.

2) Departamentos con predominancia de avances: Cerro Largo, Paysandú, Río Negro, Rivera, Rocha, San José, Tacuarembó y Treinta y Tres.

3) Departamentos donde se constatan a la vez importantes avances y retrocesos: Artigas, Canelones, Durazno, Flores, Lavalleja, Maldonado, Salto y Soriano.

A partir de la información relevada fue posible ubicar los accidentes geográficos (ríos, arroyos, serranías, etc.) donde con mayor probabilidad ocurrieron los avances o retrocesos del monte. La información correspondiente se detalla en el anexo Nø 2.

Hasta aquí hemos analizado solamente las secciones donde el monte ha experimentado variaciones sustanciales (50 % o más). Ahora nos plantearemos incluir también secciones con modificaciones menos dramáticas. A fin de obviar posibles errores censales, se han considerado sólo las secciones donde el monte ha avanzado o retrocedido en más de un 20 %, definiendo como estables a las secciones donde el porcentaje de cambio haya sido inferior a dicha cifra. El mapa Nø 5 ilustra los resultados del trabajo realizado.

MAPA Nø 5. Evolución del área cubierta por monte natural (1956-1980)
por secciones judiciales

Fuente: DIEA - MAP Censos Agropecuarios 1956-1980

Se vuelve a constatar que los avances o retrocesos no son homogéneos a nivel departamental y también se observa que el monte se mantiene estable en numerosas secciones policiales. Pero lo más interesante es que es posible detectar "manchones" de avances y retrocesos que incluyen secciones vecinas que trascienden sus respectivos departamentos. Por ejemplo, se puede visualizar uno de tales "manchones" abarcando la 3a, 4a, 5a. y 12a. secciones de Río Negro y 3a, 4a. y 6a. de Soriano.

Los "manchones" de avance pueden obedecer a varios motivos:

1) Lejanía de los centros de consumo y/o malas vías de comunicación.
2) Baja calidad de los montes, que vuelven poco atractiva su explotación comercial.
3) Abandono de cultivos agrícolas con posterior regeneración del monte.
4) Avance del espinillar en tierras de uso agrícola-ganadero.

Los "manchones" de retroceso pueden a su vez deberse a:

1) Explotación abusiva de montes para leña.
2) Sustitución del monte por cultivos agrícolas.
3) Corte de montes para agrandar campos destinados a ganadería.
4) Obras de infraestructura (represas hidroeléctricas y de agua potable, rutas, etc.)

En resumen, la conclusión más interesante es que no deben entenderse las modificaciones del monte natural como un fenómeno general, ni a nivel nacional ni departamental, sino que resultan de la suma de procesos de signo contrario, que ocurren en los distintos departamentos, conformando  reas o "manchones" que trascienden los límites departamentales, originados a consecuencia de la acción humana directa e indirecta.

2.2. Comparaciones puntuales a través de fotoplanos.

2.2.1 Litoral oeste.

Para esta zona se dispone de análisis comparativos de fotoplanos de 1966/67 y 1980/82 realizados por el Tec. For. Francisco de Castro de la Sección Cartografía de la Dirección Forestal. Dichas comparaciones se limitan a las hojas señaladas en el mapa Nø3 y sus resultados se muestran en el cuadro siguiente.

Cuadro Nø 20. EVOLUCION DEL MONTE NATURAL EN ALGUNAS ZONAS DEL LITORAL OESTE (1966-82)

HOJA

ZONA

1966/67 (hás)

1980/82 (hás)

Variación (hás) Variación (%)

36

Barra del Queguay

13.871

13.550

- 321

- 2,3

52

San Javier

7.614

10.576

+ 2.962

+ 38,9

66

Trinidad - Durazno

4.443

3.933

- 510

- 11,5

67

Palmitas

1.773

3.219

+ 1.446

+ 81,6

68

Dolores

13.498

23.973

+10.475

+ 77,6

76

Nueva Palmira

9.703

8.564

- 1.139

- 11,7

83

Rosario

3.282

6.029

+ 2.747

+ 83,7

91

Colonia

2.975

2.195

- 780

- 26,2

  TOTALES

57.159

72.039

+14.880

+ 26,0

Fuente: F. de Castro (1989).

Como se puede observar, la superficie boscosa en las zonas relevadas se ha incrementado en un 26 % en los 15 años transcurridos entre uno y otro relevamiento. Los incrementos mayores corresponden a las hojas 83 (Rosario), 67 (Palmitas) y 68 (Dolores), mientras que las hojas 91 (Colonia), 76 (Nueva Palmira) y 66 (Trinidad-Durazno) registran retrocesos porcentuales de menor entidad.

Si bien se requerirían estudios de campo detallados para llegar a conclusiones v lidas, entendemos que el avance del monte en esta zona, se debe principalmente, aunque no exclusivamente, a la invasión del espinillar (Acacia caven) en  reas agrícolas abandonadas y en montes ralos talados para agrandar campos. La razón del retroceso del monte en otras zonas podría deberse a una presión de corta desmedida y a la sustitución del monte por pasturas y/o agricultura.

Interesa destacar el hecho de que, en un  rea equivalente al 9 % de la superficie relevada en 1966/67, el monte natural ha experimentado un incremento porcentual de un 26 %, aunque no resulte posible extraer conclusiones a nivel nacional a partir de estos elementos, puesto que el fenómeno de la invasión del espinillo se limita en gran medida a la zona relevada.

2.2.2 Río Cebollatí.

En este caso (Porcile, 1987), se realiza un análisis comparativo de un  rea de 3.400 h s. de monte ribereño que se extiende a lo largo de 86 kms. del río Cebollatí. También aquí se constata un avance del monte natural entre 1966 y 1986, tal como se detalla en el cuadro siguiente.

Cuadro Nø 21. EVOLUCION DEL MONTE NATURAL DEL RIO CEBOLLATI (1966-86)

  Relevamiento
1966/67
Relevamiento
1986
Variación
 

(hás)

%

(hás)

%

Hás.

%

Monte denso

2.100

62

2.900

83

+ 800

+ 38

Monte ralo

800

23

400

11

- 400

- 50

TOTAL MONTE

2.900

85

3.300

94

+ 400

+ 14

Areas abiertas

500

15

200

6

- 300

- 60

             
TOTAL GENERAL

3.400

100

3.500

100    

Fuente: J. Porcile (1987).

Del cuadro anterior se derivan las siguientes conclusiones:

1) El área total de montes se incrementó en un 14%
2) Dicho incremento se realizó principalmente a expensas de las áreas abiertas, que disminuyeron un 60%
3) El monte aumentó en densidad, pasando los montes densos a constituir el 83% del  área, frente al 62% registrado en 1966/67.

2.3 Otras fuentes de información.

Existe una serie de trabajos sobre el monte natural de donde se pueden extraer elementos útiles (aunque no cuantitativos) acerca de la evolución reciente del monte.

Dichos estudios, ya analizados en "El bosque natural uruguayo: caracterización general y estudios de caso" (Carrere, 1990), muestran situaciones disímiles en distintas zonas del país en cuanto a la evolución del monte en extensión y en calidad.

Sin embargo, en términos generales, surge que el monte no avanza ni retrocede significativamente, sino que sufre procesos de degradación y regeneración, dependiendo fundamentalmente de la presión hombre-ganado unida a la calidad del sitio.

En efecto, son pocos los casos en los que se constata la desaparición del bosque, tratándose allí de montes ralos en San Miguel y en el litoral del río Uruguay. También son escasas las situaciones en los que se registra un avance significativo del monte (espinillares y río Cebollatí).

Sin embargo, en la mayoría de los trabajos se señalan deterioros en la calidad del monte, ya sea en su densidad, valor de los fustes y número de especies valiosas. Tales son los casos constatados en el arroyo Palleros, San Miguel, Cabo Polonio-Valizas, sierra de las Animas, sierra Mahoma, río Yí, algarrobales del río Uruguay, río Queguay, río Uruguay y sus islas.

Es decir, que de acuerdo a estos estudios, la evolución reciente del monte natural mostraría más una degradación cualitativa que un retroceso o avance de la superficie boscosa analizada.

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Serie "Investigaciones" Nº 78 de CIEDUR Diciembre de 1990.

 


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