wrmcast.gif (3121 bytes)


Campaña Plantaciones

El papel del Sur. 
Plantaciones forestales en la estrategia papelera internacional

Ricardo Carrere y Larry Lohmann

página anterior

Capítulo 13
Conclusión: mirando hacia el futuro

Una cuestión esencialmente política

Como se ha mostrado en este libro, una gran dosis de mala o inapropiada ciencia o de mala o inapropiada economía desarrollista, es utilizada para promover los monocultivos industriales de árboles a gran escala. Pero el establecimiento de estas plantaciones no se debe simplemente a un error intelectual. No proliferan simplemente porque alguien cometió, en algún lugar, un error científico o perpetró un fraude en biología, contabilidad o análisis de riesgo.

Por el contrario, las plantaciones se realizan porque sirven a ciertos intereses, tienen sentido en el marco de ciertas líneas de pensamiento y porque proveen de oportunidades a una amplia gama de organizaciones para reorganizar sus entornos y a si mismas de tal forma de prolongar su sobrevivencia. Las plantaciones resultan en ganancias reales para personas reales, muchas de las cuales pueden ser halladas en las instituciones descritas en el capítulo 5. Estas ganancias rara vez "gotean" hacia las personas que habitan en el sitio en que se establecen las plantaciones y son acompañadas de la degradación a largo plazo de la tierra y formas de vida de un gran número de comunidades. Pero de poco sirve negar que dichas ganancias existen.

Si no existiesen las instituciones del capítulo 5, pocas personas ejercerían y aún menos aceptarían la ciencia y la economía unilaterales empleadas para promover las plantaciones industriales a gran escala. Si la silvicultura académica no estuviera, histórica e institucionalmente, tan confinada al universo conceptual que se desarrolló en torno a la industria maderera, es probable que menos técnicos forestales omitieran tomar en cuenta los problemas que han sido destacados en este libro, o que inventaran excusas para las depredaciones de la industria, o que desecharan las alternativas existentes y potenciales y un mayor número de forestales podrían aceptar la posibilidad de hacer causa común con grupos más diversos. De la misma manera, si no se asignara a ninguna institución la tarea de encontrar subsidios (extraídos de los contribuyentes), destinados a grandes y destructivas plantas de pulpa, entonces quizá no se necesitaría promocionar como ciencia social "neutral" a la sesgada economía que justifica la operación.

Pero en tanto que tales instituciones disfruten de un poder desproporcionado, continuará generándose mala ciencia forestal y mala economía de desarrollo en abundancia, sin importar cuan "lógicamente" puedan ser refutadas en documentos científicos y en las propias plantaciones. Difícilmente se pueda detener esta corriente simplemente empujando a los responsables a un seminario y señalándoles algunos errores u omisiones científicos. También se debe enfrentar a los intereses e instituciones que alimentan dicha corriente (y no sólo en salas de reuniones, sino también en los campos y en los bosques), a través de alianzas políticas que incluyan a quienes han sido despojados de sus recursos por las plantaciones industriales.

Igualmente, es poco probable que cualquier intento de promover "soluciones" al cuadro de destrucción reseñado en este libro pueda tener éxito, si se cincunscribe al universo conceptual y político de las instituciones analizadas en el capítulo 5. En realidad, muchas "alternativas" prácticas son ya bien conocidas, pero dado que no resultan particularmente aceptables para las culturas institucionales involucradas, se las ha dejado de lado.

Por ejemplo, está demostrado que un nivel razonable de uso de papel no requiere intrínsecamente de enormes maquinarias, amplias tecnocracias, extensas redes de caminería, mecanismos de mercadeo internacional, la explotación de grandes cantidades de materia prima en localizaciones únicas, ni de instalaciones altamente intensivas de agua, energía, productos químicos y capital, que caracterizan a la actual industria predominante. China, por ejemplo, aún abastece en gran medida sus inmensas necesidades de papel, a través de pequeñas plantas locales que utilizan excedentes de desechos agrícolas locales tales como paja, que apoyan las economías locales, que no requieren de ninguna infraestructura avanzada y que, al igual que las panaderías de las aldeas, pueden detener sus actividades temporariamente cuando no hay compradores, sin que sus dueños se deban preocupar sobre el pago de sus inversiones en maquinaria. Si bien se han realizado pocos esfuerzos para el tratamiento de efluentes, lo que ha resultado en serios problemas de contaminación, no existen obstáculos técnicos o económicos insalvables para lograr que tales plantas operen en forma limpia (Wong 1992).

Además, el experto en fabricación de papel A. W. Western (1979), ha señalado que en la India y otros países del Sur, la "comparación detallada entre las grandes plantas y la equivalente capacidad en pequeñas plantas arroja, en términos económicos, resultados abrumadoramente favorables a las unidades pequeñas". De acuerdo con la investigadora Maureen Smith (1995), no hay obstáculos serios para que aún el actual consumo de papel en los Estados Unidos, sea abastecido por una red más descentralizada de pequeñas y medianas plantas, utilizando una materia prima compuesta en su mitad por papeles usados y otra mitad de materias primas no madereras como paja, cáñamo y otros materiales apropiados según la región.

También hay mucha información disponible mostrando como se puede evitar el consumo excesivo de madera para pulpa en el Norte. Por ejemplo, el Rainforest Action Network de San Francisco, ha publicado un librillo informativo muy bien pensado titulado "Cortar desperdicios, no árboles: como utilizar menos madera, eliminar la contaminación y generar empleos" (Cut Waste, Not Trees: How to Use Less Wood, Cut Pollution and Create Jobs), disponible en RAN, 450 Sansome Street, Suite 700, San Francisco, CA 94111, USA; y Amigos de la Tierra-Reino Unido ha producido un excelente libro titulado Fuera de los Bosques (Out of the Woods), donde se reseñan pasos concretos para reducir el consumo de madera para pulpa en el Reino Unido; se puede obtener el libro de FoE, 26-28 Underwood Street, London, UK.

Sin embargo, es poco probable que ninguna de estas alternativas sea tomada por la industria o apoyada por casi ningún gobierno, a menos que se ejerzan fuertes presiones sociales y políticas, demandando un mayor control democrático sobre la economía papelera, razón por la cual los dos libros que acabamos de mencionar fueron explícitamente diseñados como parte de campañas a largo plazo.

Difícilmente se hallarán otros caminos nuevos, simplemente investigando "alternativas" y experimentando con paquetes tecnológicos, mientras se deja que otros resuelvan la cuestión política de quién y cómo los va a poner en práctica. Tal postura casi seguramente resultará, por defecto, en que dichas "alternativas" sean limitadas, tergiversadas y utilizadas por esas mismas instituciones, de tal manera que serán de poco utilidad para los principales críticos de las plantaciones industriales. Ello llevaría, a su vez, a un fracaso en el cuestionamiento efectivo del actual e insustentable modelo forestal. En realidad, es sólo cuando la búsqueda de "soluciones" se realiza unida a esfuerzos concretos para alentar o cooperar con movimientos populares que cuestionan el poder excesivo de las instituciones del capítulo 5, que se vuelve visible la amplia gama de alternativas de interés práctico para las fuerzas políticas involucradas.

Por supuesto que los investigadores que trabajan con la industria y que dan la espalda a los movimientos populares, tendrán incentivos para descubrir "soluciones" técnicas a los "problemas" generados por las plantaciones y por la producción de papel. Pueden investigar, por ejemplo, temas como la certificación de la madera y el papel, el reciclado, fuentes alternativas de fibra, programas para usar una mayor variedad de árboles en las plantaciones, proyectos para llevar las plantaciones a nuevas localizaciones, biotecnología, programas de compensación, reducción del uso de cloro y plantas de ciclo cerrado para la conservación del agua (Smith en edición; Galloway 1994; Dudley, Stolton & Jeanrenaud 1995). Muchas de estas "soluciones" vendrán acompañadas con información y análisis que resultará tácticamente útil para los críticos locales de las plantaciones y los ambientalistas. Sin embargo, recomendarlas en sí, sobre la base de que sólo las propuestas aceptables para la industria tendrán efectos sobre las prácticas industriales, es olvidar la lección de que otra forma de influenciar el juego que realiza la industria consiste en negarse a jugarlo.

Quienes buscan "alternativas" con bases más firmes, duraderas, de fondo y políticamente viables a las plantaciones industriales y a las fuerzas que las originan, deberán por ende involucrarse en movimientos que buscan cambios sociales más amplios. No se limitarán simplemente a demostrar, por ejemplo, que es posible producir papel a partir de cáñamo en vez de madera, dado que sin cambios profundos en la estructura industrial, algunos de los mismos problemas vinculados al papel producido a partir de la madera (expropiación de pequeños campesinos, por ejemplo), también podrían persistir con el uso del cáñamo. Más bien se plantearían determinar si la alternativa del cáñamo constituye una herramienta política para los opositores de las plantaciones de árboles e investigarían, junto a dichos opositores, como una economía papelera basada en el cáñamo podría ser combinada con un patrón de uso de la tierra y de consumo de papel más democrático, descentralizado, que apoye las formas de sustento y resulte ambientalmente estable.

En Tailandia hoy es posible encontrar algunos de los más interesantes ejemplos prácticos de investigación vinculada a movimientos populares, sobre "alternativas" a las grandes plantaciones industriales, donde los campesinos y las ONGs se han unido para documentar la sustentabilidad de sistemas de manejo de tierras y bosques basados en el poder local y en el respecto por la diversidad ecológica y social locales. Los investigadores aliados al movimiento de los pobladores de Karen que luchan por conservar el control sobre su tierra en el norte de Tailandia, por ejemplo, están demostrando la superioridad de sistemas ampliamente comprobados de agricultura migratoria manejados por la comunidad, frente a las plantaciones industriales, en cuanto al mantenimiento de la cobertura forestal y la biodiversidad en cuencas de zonas montañosas (Jawni 1996). En forma similar, el trabajo de "investigación-acción" realizado en forma conjunta entre los campesinos y las ONGs en el noreste del país, está mostrando a la opinión pública las virtudes de las plantación, manejada localmente, de aquellos árboles nativos de utilidad de larga data para los pobladores locales (PRED 1996).

Una importante conclusión que surge de esta investigación es que, para promover alternativas "sustentables", se requiere desde el inicio cuestionar algunas premisas del sistema industrial: por ejemplo, que se necesita encontrar una sola especie de árbol apta para muchas localizaciones, o que la "demanda" deber ser abastecida, sin importar donde surja o en qué se base. Es más probable que se arribe a esta conclusión desde una investigación vinculada estrechamente a las realidades de las formas de vida, el conocimiento y la acción social a nivel de base, que del trabajo de científicos vinculados a las realidades totalmente diferentes del mundo empresarial.

Además, sólo a través del contacto estrecho con los movimientos populares, podrán los investigdores y activistas interesados en "alternativas", descubrir cuáles propuestas podrían ser en realidad contraproducentes y qué procesos de alianzas políticas podrían ser necesarios para el logro de otras soluciones. Sólo a través del contacto con las personas conscientes de los resultados a nivel de base de los programas para certificar madera de las plantaciones como "ambientalmente acertadas" podrán, por ejemplo, las ONGs ser capaces de determinar si esos programas no están de hecho simplemente reforzando el actual modelo y por lo tanto, determinar si resulta estratégico participar en los mismos. Para quienes están preocupados por los problemas generados por el auge de las plantaciones descritos en este libro, la primera pregunta no debería ser "¿Cuáles son las soluciones?" sino más bien "¿Con quiénes estamos trabajando para encontrar y presionar por soluciones?".

Es así que, de la misma manera en que en la primera parte de este libro, se insiste en presentar hechos sobre las plantaciones y sus problemas (capítulos 1, 2 y 4), conjuntamente con la discusión de los actores, intereses y estrategias que las promueven (capítulos 2, 3, 5 y 6), también en este capítulo final se insiste en que no se debe separar la búsqueda de "soluciones" del contexto de las batallas políticas necesarias para lograrlas. En vez de intentar destilar "recomendaciones sobre políticas" o "declaraciones de posiciones" destinadas a instituciones gubernamentales, internacionales o privadas, asumiendo que estén dispuestas a tomar medidas a partir de las mismas, pone el énfasis, de manera más realista, en delinear algunos de los desafíos que enfrentan las alianzas políticas de los opositores a las plantaciones.

Posturas de trabajo

Lo anterior no intenta negar el hecho de que este libro tiene "posturas de trabajo" sobre varios temas, como resultado de su análisis de la historia de las plantaciones para pulpa en una amplia gama de países. De hecho las tiene. Entre ellas se incluyen las siguientes:

• Los monocultivos industriales a gran escala de árboles son social y ambientalmente insustentables. No hay lugar para ellos en sistemas sociales que busquen nutrir a los suelos y a la gente.

• La gente local debe tener el derecho a vetar usos de la tierra y procesos que consideren inaceptables.

• Deben hallarse caminos para promover o sustentar la producción descentralizada de pulpa y papel; para adaptarla a las necesidades y planes locales; para reducir la escala de la industria y su dependencia de enormes cantidades de materias primas de un tipo único y estandarizado; y para reducir la demanda, en particular en el Norte.

• Las grandes plantaciones de árboles no pueden ser discutidas adecuadamente aisladas de las realidades económicas y sociales globales de las que forman parte. La problemática que plantean es política y no meramente técnica; para poner freno a las plantaciones se requiere entonces, en su sentido más amplio, de la acción política.

Tales "posturas de trabajo" pueden ser útiles de muchas formas. Mínimamente, constituyen una forma para organizar el pensamiento de los críticos a las plantaciones, en las discusiones y luchas en curso. También plantean condiciones que deberían ser cumplidas en cualquier intento de "certificación" de la madera para pulpa como ambiental y socialmente adecuada; y en tanto que asegurar el cumplimiento de dichas condiciones no resulta factible, tienden a poner en tela de juicio la propia factibilidad de la certificación. Sin embargo, estas "posturas de trabajo" no deben ser vistas como planes maestros que determinan por adelantado cada acción que debe ser llevada a cabo contra las plantaciones, sino simplemente como ocupando un pequeño rol clarificador dentro de una amplia dinámica de práctica social.

Alianzas entre los grupos con intereses en el tema

La lucha contra las plantaciones industriales de árboles a gran escala, es llevada a cabo simultáneamente en muchos y diferentes escenarios sociales: en áreas rurales, páginas de periódicos, oficinas gubernamentales, seminarios informales, sitios de ensayos de campo, publicaciones científicas, antesalas, tribunales, corredores parlamentarios y cónclaves de economistas. En cada escenario puede haber cuestiones distintas en juego y utilizarse diferentes estilos y argumentos. Sin embargo, a menudo resulta importante ser capaz de actuar en la totalidad de dichos escenarios. Por lo menos hay dos razones para que esto sea así. En primer lugar, es antidemocrático pedir a todos los opositores a las plantaciones que actúen en cada escenario; por ejemplo, pedir a pobladores rurales que preparen documentos científicos que demuestren los impactos químicos de los eucaliptos o pinos sobre los suelos. Tampoco resulta democrático pedir a los opositores a las plantaciones que se mantengan silenciosamente de lado, mientras los cabildantes o los abogados tramitan su caso "por los canales adecuados". Todos los opositores deben tener oportunidades para expresar su oposición en los escenarios elegidos por ellos. En segundo lugar, el restringir la oposición a las plantaciones a unos pocos escenarios sociales, simplemente no resulta políticamente efectivo. La publicidad, el cabildeo, la investigación científica y la acción a nivel de base, encarados en los momentos adecuados y como componentes de una misma lucha, serán más efectivos que cualquiera de ellos llevado a cabo en forma aislada. Los movimientos que disponen de muchos escenarios en los que actuar (como en Tailandia), tienden a ser más fuertes que aquellos que tienen pocos (como en Uruguay o Indonesia).

Sin embargo, no existen reglas de estrategia que dicten cuando resultará más efectivo actuar en un escenario que en otro. Por ejemplo, el iniciar un juicio contra la industria de la pulpa (como ha ocurrido en Indonesia), o promover una nueva legislación forestal que salvaguarde los derechos de los pobladores locales (como ha sucedido en Tailandia), puede resultar útil en ciertos momentos en que la prensa está prestando atención a un juicio, o cuando se están introduciendo cambios en la legislación, aunque nadie crea que las soluciones al efecto destructivo de las plantaciones serán en última instancia meramente legales. En otros momentos, o en otras circunstancias, puede ser más útil sentarse a debatir el tema con los consultores forestales, publicitar abusos locales o presentar "alternativas". Esta es una cuestión de análisis político y de consenso y quienes pueden decidir mejor al respecto son aquellos que conocen de cerca los contextos locales y nacionales pertinentes.

La efectividad requiere entonces de alianzas entre diferentes grupos de opositores a las plantaciones, con diferentes intereses y distintas habilidades, adquiridas en luchas llevadas a cabo en distintos escenarios. Sólo a través de una discusión cuidadosa, resulta posible determinar que tipo de acción (científica, de cabildeo o legal) interactuará más efectivamente con luchas potenciales o reales en escenarios locales.

Solidaridad internacional

Las alianzas internacionales son a la vez necesarias y problemáticas. Si bien apuntan a fortalecer a los grupos locales, a viabilizar redes de apoyo y asistencia y desmitificar la centralización, también usan herramientas "globales" de comunicación, tales como el correo electrónico y las reuniones internacionales, que de por sí rara vez promueven un mayor grado de entendimiento transcultural. La acción mutua y efectiva puede verse demorada hasta tanto se identifiquen las áreas comunes de preocupación y las áreas de incomprensión previa. Los grupos del Norte y del Sur pueden diferir, por ejemplo, incluso en lo que es una plantación y algunos grupos del Norte, receptivos a las críticas en torno a la expropiación y a la destrucción ambiental asociada a las plantaciones en el Sur, pueden no ser tan críticos hacia las plantaciones en el Norte.

Las alianzas internacionales pueden ser de varios tipos. Los grupos del Sur pueden compartir información y pensamiento estratégico con otros grupos del Sur, ya sean de la misma región o del mundo entero. Los grupos del Sur también pueden aportar percepciones y solidaridad a movimientos del Norte que desarrollan tareas para la protección de tierras y bosques locales, tal como aconteció en los países nórdicos, cuyas crecientes redes forestales se han visto considerablemente beneficiadas por las lecciones aprendidas en luchas en el Sur.

Finalmente, los grupos del Norte pueden también jugar un importante papel de apoyo hacia los intentos de los grupos del Sur para limitar el daño hecho por las plantaciones. Pueden, por ejemplo, monitorear las actividades de promoción de plantaciones de las agencias de "ayuda" bilateral, las empresas consultoras, las agencias de inversión para el desarrollo comercial y las empresas transacionales con sede en sus países. Pueden legítimamente, tanto cuestionar el uso del dinero de sus impuestos para subsidiar plantaciones comerciales destructivas en el extranjero, como cuestionar las prácticas de las empresas que usan sus países como sede central. En este sentido, ONGs finlandesas tales como la Red Finlandesa de Acción Forestal, en estrecha asociación con ONGs del Sur, organizaron en Helsinki foros públicos pioneros a principios de los años 1990, en los que ONGs de Tailandia, Indonesia, Filipinas, Nepal y otros países criticaron a Jaakko Pöyry y a su colaborador oficial FINNIDA, por interferir en sus países para promover plantaciones y solicitaron al público finlandés que detuviera estos abusos de sus agencias gubernamentales y corporaciones.

Los grupos del Norte también pueden llamar la atención de los inversores de sus países acerca de la destrucción y los riesgos vinculados a la oferta de acciones o la colocación de bonos en el Norte para proyectos del sector privado del Sur. En este sentido, los activistas británicos cuestionaron las operaciones de Barito Pacific cuando esta empresa intentaba obtener financiamiento para su gigantesca planta TEL en Sumatra (ver capítulo 11). De forma similar, la amenaza de boicotear los productos de Scott Paper en Europa y Norteamérica, forzó a la empresa a retirarse en 1989 de un proyecto de plantación en Papua Occidental que hubiera significado el desalojo miles de personas.

También existe un gran potencial para el establecimiento de vínculos internacionales entre, por un lado, grupos ciudadanos y sindicatos en el Norte, que se organizan en torno a problemas de contaminación con tóxicos (en particular dioxinas) y de ataques antisindicales por parte de las empresas papeleras y, por otro lado, grupos del Sur preocupados por la expansión de plantas de pulpa y de plantaciones. Tanto la organización estadounidense Citizens' Clearinghouse on Toxic Wastes (Centro Ciudadano de Información sobre Residuos Tóxicos), como la británica Women's Environmental Network (Red Ambiental de Mujeres), han iniciado campañas sobre dioxinas, cuya investigación y actividades podrían tanto beneficiar a movimientos similares en el Sur, como beneficiarse de la experiencia de estos últimos.

Quizá también pudieran tener un potencial especial los vínculos entre regiones del Sur y del Norte, amenazadas de forma parecida por la expansión de la industria de la pulpa y el papel fuera de su área de abastecimiento tradicional. A medida que la industria agota los recursos de regiones tales como el noroeste de Norteamérica, no sólo establece plantaciones en el Sur, sino que también comienza a talar nuevas áreas en, por ejemplo, Virginia Occidental y Siberia oriental. La organización de un frente unido entre las personas de tales regiones, podría ayudar a detener el avance de la industria en cada área local.

También puede ser útil poder acceder a compartir información de tipo general, ya sea que se trate del análisis de las posibles consecuencias de determinados cambios tecnológicos o de mercado, o información sobre sistemas de manejo alternativo de tierras y bosques comunales, o resultados de investigación sobre peligros biológicos específicos asociados a las plantaciones de pinos (Rosoman 1994), o bien ideas para evitar el ingreso de la industria de las plantaciones a través del incremento en el costo del capital y por consiguiente el costo de las plantas de pulpa que la industria desea construir (Graham 1994). Los mecanismos para este intercambio abarcan desde recortes de prensa hasta videos y conferencias electrónicas administradas por la Asociación para la Comunicación Progresista (Association for Progressive Communications). Estas últimas incluyen la conferencia for.paper (en inglés), for.plantation (en castellano) y dioxins.info (en inglés). Si bien tal tipo de información puede no estar siempre adaptada para el uso a nivel local, el compartirla puede a menudo servir de estímulo para pensar estratégicamente.

En resumen, la poderosa alianza de intereses descrita en el capítulo 5 requiere de una alianza opositora aún más poderosa, que parta de la base de reconocer que las personas no son peones indefensos bajo el dominio de grandes empresas, estados y agencias internacionales. Ciudadanos bien informados y bien organizados a nivel local, nacional e internacional, pueden hallar campos de interés común y detener el avance global del actualmente dominante modelo de plantaciones de árboles y producción de papel. De hecho, ya están comenzando a hacerlo. El objetivo de este libro, cuyos autores se han basado en los puntos de vista y comentarios de un amplio número de personas preocupadas por las plantaciones y sus vínculos con la industria del papel, ha sido simplemente el de realizar un modesto aporte a esta alianza, compartiendo alguna de esta información y análisis. Esperamos que resulte ser una herramienta útil.
  

 

Ir a inicio

Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
Maldonado 1858 
11200 Montevideo - Uruguay
tel:  598 2 413 2989 / fax: 598 2 418 0762
wrm@wrm.org.uy