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Campaña Plantaciones
El
papel del Sur. Capítulo 7 Brasil: el gigante de la pulpa de eucalipto Cuando se habla de Brasil, muchos piensan que se trata de un enorme país semi vacío, donde el impacto de algunos cientos de miles de hectáreas de plantaciones de eucalipto debe ser mínimo. Sin embargo, esto no es así. Al igual que en otros países, en Brasil las plantaciones de eucaliptos no están localizadas en tierras que nadie quiere, sino que se concentran en las más pobladas zonas costeras, cercanas a los puertos de salida de la producción de pulpa. Las plantaciones y las plantas de pulpa se extienden desde el extremo sur (Rio Grande do Sul) hasta el extremo norte (Pará y Amapá). No sólo están teniendo fuertes impactos sobre el ambiente, sino también, lo que para nosotros es aún más importante, sobre la gente y sus medios de vida. Brasil tiene una larga experiencia en materia de plantaciones de eucaliptos, destinadas a la fabricación de carbón y de coníferas para la producción de pulpa. Sin embargo, hasta mediados de la década de 1960, el área plantada con especies exóticas era relativamente pequeña y concentrada fundamentalmente en el estado de São Paulo, donde era mayor el consumo de maderas y donde la deforestación había vuelto necesaria la importación de maderas de otras regiones de Brasil a precios más elevados. La situación cambia radicalmente con la política de la dictadura militar que se instala en el país en 1964. A partir del golpe, se implementan políticas que privilegian al gran capital, las cuales forman parte de una estrategia de modernización, que busca la inserción de la economía brasileña en el marco internacional (Gonçalves 1992). Se elabora entonces un nuevo código forestal, seguido por disposiciones que establecen incentivos fiscales para quienes se vuelquen a la plantación de árboles. Esto dio rápidamente lugar a vastas plantaciones en diferentes regiones del país, en muchos casos sin siquiera tener claro el destino final de la madera plantada (Knight 1991b). La incorrecta localización y el escaso cuidado post plantación significó la pérdida de muchas de estas plantaciones. En efecto, de las 6 millones de hectáreas plantadas bajo el sistema de incentivos gubernamentales, sólo 2,3 millones de hectáreas de eucaliptos y 1,6 millones de hectáreas de pinos han sobrevivido (Bazett 1993). Años más tarde, la industria de la celulosa pudo aprovechar estas extensas fuentes de materia prima, aunque resulta poco claro en qué medida, dado que en 1994 se estimaba que el área total plantada para pulpa era de entre 1,2 y 1,5 millones de hectáreas, de las que las tres quintas partes de eucaliptos (Associação Nacional dos Fabricantes de Papel e Celulose s.f., Higgs 1994). Pese a la aparente anarquía en el área de plantaciones, el gobierno militar apuntaba claramente al establecimiento de un gran complejo industrial celulósico volcado hacia la exportación. Esto se traduce en la elaboración y puesta en práctica de los Planes Nacionales de Papel y Celulosa I (1974) y II (1979/80), que fueron precedidos, a finales de la década de 1960, por un conjunto de beneficios tarifarios y fiscales a la importación de máquinas y equipamientos para esta industria. La misma pasa a ser una de las principales favorecidas por la política desarrollista del gobierno (Gonçalves 1992, Gonçalves et al. 1994). El estado se encargó además de establecer lineamientos claros (a través del financiamiento), en cuanto a la escala que tendrían las nuevas plantas. En efecto, por resolución del BNDE (Banco Nacional de Desarrollo Económico), se concede prioridad en los financiamientos a aquellos proyectos que tuviesen una capacidad instalada o proyectada de 1.000 tons/día de celulosa. Además, el banco condicionó sus préstamos a la previa existencia de un 50% de abastecimiento propio de materia fibrosa (Gonçalves et al. 1994). En todo el desarrollo del sector el estado ha jugado una función central en el establecimiento de las condiciones institucionales y legales necesarias para la implantación de monocultivos forestales e industrias, en la inversión de dineros públicos para la creación de este parque industrial y, finalmente, en la divulgación de la visión de que estos proyectos serían capaces de lograr el desarrollo y de garantir el progreso de las regiones donde se instalasen (Miranda 1993a). Como veremos a continuación, también se han dado casos en los que empresas estatales por si solas, o en asociación con el capital privado, se involucraron en inversiones en el sector. Las nuevas empresas de celulosa se instalan fundamentalmente en el este y norte del país. Tal localización, al implicar la cercanía a las extensas fuentes de materia prima, permitió la asociación, en el mismo espacio, de la base forestal con la planta industrial, lo que posibilitó que la industria se beneficiara con las economías de escala. También permitió que la industria evitara la resistencia popular contra la contaminación, que hubiera tenido lugar en caso de localizarse en la proximidad de centros urbanos importantes. Finalmente, al establecer las plantas cerca de la costa, la industria pudo mantener bajos los costos de transporte hacia los puertos de exportación (Gonçalves 1992) Un resultado aparentemente exitoso La industria de la pulpa y el papel se comienza a desarrollar a escala considerable en la década de 1950, cuando la producción de pulpa llega a las 280.000 toneladas. Durante la década de 1960, el sector crece significativamente, aumentando la producción a 780.000 tons. Sin embargo, es en la década siguiente cuando se definen las características actuales y la expansión del sector. En 1980 se producen más de 3 millones de pulpa, pasando a predominar las pastas químicas de fibra corta (eucalipto) sobre las de fibra larga (coníferas). En la década del 1980 el motor de esta industria pasa a ser la producción de pulpa para el mercado externo y la producción total se aproxima a los 4 millones de toneladas. En 1994, la producción brasileña de pulpa de eucalipto abastece el 50% del mercado mundial de pulpa de eucalipto (Gonçalves et al. 1994, ABECEL s.f..). Brasil es hoy sinónimo de grandes plantaciones industriales de rápido crecimiento y se le propagandea como "el principal abastecedor de pulpa de mercado de eucalipto de los 1990", exportando casi dos millones de toneladas anuales de pulpa (Know-How Wire 2.1993, ABECEL s.f.). Hoy se ubica en la segunda posición a nivel mundial en cuanto a área cubierta por plantaciones de rápido crecimiento y sus costos de producción se ubican entre los más bajos del mundo (Shell/WWF 1993). Irónicamente, la enorme expansión del sector de la celulosa ha tenido lugar en un país en el que el consumo de papel per capita se encuentra muy por debajo del promedio mundial. Así, mientras el consumo per capita de papel en los Estados Unidos es de 332 kgs/habitante, en Suiza de 216, en Costa Rica de 55 y en Argentina de 45, en Brasil oscila en torno a los 28 kgs por habitante (PPI 7.1995). La mayoría del pueblo brasileño no se ha beneficiado entonces con un consumo más elevado de papel, ni tampoco ha recibido beneficios sustanciales en materia de empleos generados por la industria. En cambio, la sociedad en su conjunto ha sufrido una serie de impactos sociales y ambientales negativos. Se plantea entonces la pregunta de en qué medida el referido desarrollo masivo de plantaciones y de plantas de pulpa puede ser considerado un éxito. Intentando responder a esa dicha pregunta, en este capítulo se analizará la historia, las pretensiones y las acciones de las cinco empresas de celulosa más frecuentemente elogiadas del sector (Aracruz, Bahia Sul, Monte Dourado, CENIBRA y Riocell), que en conjunto producen cerca del 90% de la pasta blanqueada de eucalipto para exportación del país. Aracruz es el mayor productor mundial de pulpa kraft blanqueada de eucalipto para el mercado y opera la mayor planta productora de pulpa de cualquier tipo. En 1978 inauguró su primera planta de 400.000 toneladas al año (posteriormente ampliada para producir 500.000) y en 1991 la segunda, que produce otras 500.000 toneladas. (Willums & Goluke 1992). La producción de Aracruz se orienta fundamentalmente al mercado externo, siendo Europa su destino principal, seguida por los EEUU y Japón. Las exportaciones de la empresa constituyen más de la mitad del total de pulpa exportada por Brasil, ubicándose por encima de las 850.000 toneladas (Miranda 1993a, ABECEL s.f.). Entre sus consumidores europeos se cuentan Jamont, Arjo Wiggins Appleton, Sappi, Inveresk, Tullis Russell y UK Paper. La producción de pulpa de Aracruz se alimenta de sus extensas plantaciones de eucalipto, instaladas en los estados de Espírito Santo y Bahia, donde ha logrado crecimientos cada vez más rápidos en base a la selección y posterior clonación de las especies y ejemplares de más rápido crecimiento y mejor adaptados a las necesidades de la planta industrial (es decir, aquellas con menos corteza y ramas), lo cual le ha permitido reducir su consumo de madera por tonelada de pulpa de 4,5 tons en 1985 a 4,1 en 1991 (Swann 1993). Al mismo tiempo, el crecimiento promedio de sus plantaciones pasó de 25 a 35 m3/há/año (Willums & Goluke 1992). Pese a que se lo presenta como un muy exitoso emprendimiento privado, Aracruz en realidad surge y se desarrolla en base a la iniciativa y el apoyo, directo e indirecto, del estado. Uno de los socios iniciales de Aracruz Florestal (constituida en 1967), fue la empresa consultora ECOTEC, que no sólo influenció al gobierno federal para que aprobase una ley que concedía incentivos fiscales a la forestación, sino que además aconsejó al gobierno del estado de Espírito Santo a promover esta actividad. ECOTEC también interesó a empresarios para que se embarcaran en la actividad celulósica y seleccionó la localización de la planta. En 1974, el gobierno aprueba un decreto por el que se dispone la implantación de un proyecto de forestación de 80.000 hectáreas en Espírito Santo. Uno de los firmantes del decreto es el entonces Ministro de Minas y Energía, Antonio Diaz Leite Jr, a la vez socio de ECOTEC (Gonçalves et al. 1994). En 1968 se iniciaron las plantaciones, que pronto comenzaron a tener problemas fitosanitarios. La empresa destinó entonces importantes recursos para la investigación con semillas de distintos orígenes, para lograr, a partir de la década de 1980, desarrollar una tecnología propia en materia de plantaciones (Gonçalves et al. 1994). Hacia mediados de esta década, Aracruz había adquirido tanta tierra en Espírito Santo, que el gobierno estadual, respondiendo a la presión de la opinión pública, llegó a un "acuerdo de caballeros" con la empresa, por la que ésta se comprometía a no continuar comprando tierras. De hecho, lo anterior se tradujo en nuevas compras de tierras en el vecino estado de Bahia (entre 80.000 y 100.000 hectáreas). Al mismo tiempo, se creó el programa de Fomento Florestal, por el que la empresa y el estado promueven la plantación de eucaliptos en tierras de terceros (CEPEDES/CDDH 1992, FASE 1993). Hacia 1994, Aracruz es propietaria del 1,86% del territorio de Espírito Santo y sus propiedades en ese estado y en el de Bahia abarcan un área total de 203.000 hás. De ese total, 132.000 hás estaban plantadas con eucaliptos (IBASE 1994b, Aracruz 1996). Aracruz Celulose se constituye en 1972 y Aracruz Florestal pasa a ser su subsidiaria. Sus primeros accionistas son un grupo muy variado de empresas bancarias, petroleras, constructoras, etc., ninguna de las cuales tenía experiencia previa en materia de producción de pulpa. Entre ellas se contaba el grupo Lorentzen (uno de los pocos que permanece como principal accionista de la empresa). Debido a ello, Aracruz se asoció a la empresa sueca Billerud, que contaba con alguna experiencia en la producción de pulpa a partir de eucalipto y que a la vez se comprometió a comercializar el 50% de la producción en Europa (Gonçalves et al. 1994). En 1975, el banco estatal BNDE (Banco Nacional de Desarrollo Económico) aprueba un préstamo y compra de acciones por un total de US$337 millones, como forma de posibilitar la construcción de la planta fabril. Este aporte financiero, concedido además bajo condiciones excepcionalmente favorables para la empresa, constituyó el mayor financiamiento concedido hasta entonces a una empresa privada. El estado brasileño pasa así a constituirse en el principal accionista de la empresa, con el 40% de las acciones, seguido por el grupo British American Tobacco con el 30% y en total la institución estatal proveyó el 55% de la inversión requerida para la construcción de la planta. Es decir, que fue el estado el que viabilizó financieramente a la empresa (Gonçalves et al. 1994). El BNDE continuó apoyando financieramente a la empresa a través de nuevos préstamos para la duplicación de la capacidad de la planta, mientras al mismo tiempo comenzaba en 1985, un proceso de privatización que culmina en 1989 con la venta de la mayoría de las acciones que obraban en su poder. En la actualidad, sus principales accionistas son Souza Cruz (una subisidiaria de British American Tobacco), el Grupo Lorentzen y el Grupo Safra, con un 28% cada uno; las acciones del BNDE (ahora denominado BNDES), se redujeron al 12.%. De acuerdo con las investigaciones de FASE e IBASE, dos de las principales organizaciones no gubernamentales (ONGs) brasileñas, si bien la privatización "representó un gran negocio para aquellos grupos que asumieron el control de la empresa . . . constituyó un absurdo en la medida en que el Estado abandonó su posición estratégica en un emprendimiento lucrativo, pasando para el al sector privado el patrimonio de sus contribuyentes" (Gonçalves et al. 1994). Aracruz es probablemente la empresa productora de pulpa que se ha tomado más en serio la necesidad de responder (sobre todo a nivel publicitario), a las presiones del movimiento ambientalista. La dirección de la empresa jugó un papel destacado, a través del Consejo Empresarial para el Desarrollo Sustentable, en la elaboración de la posición de la comunidad comercial para la Cumbre de la Tierra de 1992 en Rio de Janeiro. Esto se tradujo en un libro (Changing Course: Cambiando de Rumbo), que fue distribuido a todos los representantes gubernamentales antes de la conferencia. La publicidad de la empresa en cuanto a su preocupación ambiental ha sido ampliamente diseminada, tanto por la propia empresa y el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sustentable, como por periodistas y algunos investigadores. Aracruz también ha apoyado al no gubernamental Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo (International Institute for Environment and Development), con sede en Londres, para la realización de un extenso estudio sobre el "ciclo sustentable del papel" (IIED 1995). En su publicidad, la empresa no sólo afirma que utiliza "procesos industriales limpios", sino que también declara que sólo ha plantado eucaliptos en áreas donde ya se había cortado previamente el bosque nativo previo a su arribo y que está haciendo todos los esfuerzos por conservar las áreas remanentes de bosques originales. Afirma que el 27% de sus tierras contienen bosques originales y que por cada 2,4 hectáreas de eucalipto, hay una hectárea preservada de bosque nativo. Para contrarrestar a las campañas de los defensores de las selvas, Aracruz destaca el hecho de que siempre ha usado madera de sus propias plantaciones o comprado madera de eucalipto a agricultores, a los que provee gratuitamente de plantas (Willums & Goluke 1992). Al mismo tiempo, afirma que las plantaciones están en tierras donde no existe ninguna actividad agrícola u otra que pudiera ser perjudicada (Know-How Wire 2.1993). Quizá nadie ha promovido esta imagen mejor que Sargent & Bass en su libro Plantation Politics (1992). Luego de describir un panorama de desolación en Espírito Santo y Bahia, estos autores pasan a decir que "Aracruz Celulose, con apoyo del gobierno, tomó control de muchas tierras degradadas dentro de los jirones restantes del bosque nativo y estableció grandes plantaciones de eucaliptos. Al hacerlo, ha comenzado a mejorar el medio ambiente local y las condiciones sociales". La publicidad de Aracruz ha sido tan exitosa, que en 1991 la empresa fue distinguida por las Naciones Unidas por su "riguroso compromiso" con los padrones de desarrollo sustentable (IBASE 1993a). Este coro de alabanzas tiene sin embargo escasas bases reales. Los efectos concretos de la presencia de Aracruz han resultado perjudiciales, tanto para la población local y su calidad de vida como para el suelo, el agua y los bosques de la región. En primer lugar, la enorme área adquirida por la empresa a partir de la década de 1960 no estaba, como declara la misma, vacía: allí habitaban miles de indígenas y agricultores de subsistencia. A fin de vencer la resistencia local a su ocupación de la tierra, fundamentalmente por parte de comunidades negras y pequeños productores que habían migrado recientemente desde otros estados, la empresa utilizó una estrategia en que la violencia física estaba asociada a la violencia simbólica. La compra de tierras se hacía a través de dos personas: un oficial militar y una persona negra con preeminencia en la comunidad, combinación que tenía un sentido particularmente claro, dada la existencia entonces de una dictadura militar (Miranda 1993b). Se estima que unas 7.000 familias fueron expulsadas, a través de la violencia y la coacción, de las áreas que ocupaban, incluyendo varios miles de personas que no recibieron compensación alguna (FASE 1993, Valarelli 1992, IAD 7/8.1992). En estas expulsiones jugó un papel crucial la negligencia o la colaboración de las autoridades locales, incluyendo al entonces gobernador del estado de Espírito Santo, Artur Gerardt, quien más tarde casualmente pasó a ser presidente de Aracruz (FASE 1993). En 1967, recuerda el Cacique de Aldea de Caieira Velha, José Luiz Ramos, con el apoyo del gobierno del estado, "la empresa multinacional Aracruz Celulose S.A taló amplias áreas de bosques y plantó eucaliptos en toda la región, inclusive en nuestras tierras. En poco tiempo, esta empresa destruyó cerca de siete aldeas Tupiniquim, expulsándonos y hoy estamos cercados por un mar de eucaliptos en tres pequeñas áreas discontinuas. Ya no existen más bosques, ni caza. Los ríos y arroyos han desaparecido luego de la plantación de eucaliptos" (Miranda 1993c). Las opciones de esta gente expulsada fueron básicamente tres: emigrar a otras regiones rurales, mudarse a una vida de subempleo en las favelas de las ciudades o trabajar para la compañía, fundamentalmente en las plantaciones. Sin embargo, el trabajo en las plantaciones de Aracruz ha sido catalogado como semiesclavo, con condiciones de trabajo tan peligrosas y perjudiciales para la salud, que pocos trabajadores pueden trabajar allí más de 10 años. Más del 50% de quienes han trabajado en las plantaciones por largo tiempo, sufren de graves dolencias derivadas de dicha tarea. Pese a que tienen derecho a ser sometidos a un proceso médico de rehabilitación, esto rara vez ocurre, debido a que los médicos son también empleados de Aracruz. La empresa tiende a despedir, sin compensación alguna, a quienes han trabajado largo tiempo en las plantaciones y a sustituirlos con gente más joven (Inyaku 1993). La abundante reserva de mano de obra desempleada, cuyo número creció a consecuencia de la crisis del anterior monocultivo para exportación (el café), de la expulsión de población rural por parte de la empresa y la atracción de migrantes por este "polo de desarrollo", ayudan a mantener los salarios bajos. Incluso la posibilidad de acceder a empleos mal pagos y peligrosos para la salud se ha visto limitada, a medida que se ha ido crecientemente mecanizando la cosecha de los árboles y otras tareas en el área de plantación (IBASE 1994b). Durante los primeros meses de 1993, Aracruz despidió al 20% de sus empleados, que pasaron de 7.000 a menos de 6.000, siendo el área forestal la más afectada (Inyaku 1993). En 1993, los pueblos indígenas que habían perdido sus tierras a manos de Aracruz comenzaron una nueva lucha por recuperarlas. Aracruz intenta distraer la atención de su historial, publicitándose como habiendo construido voluntariamente varios centros de recreación, escuelas, centros de formación vocacional y clínicas de salud, a un costo de más de 15 millones de dólares. Lo que la empresa no menciona, sin embargo, es que como parte del proyecto de expansión de la planta, el BNDE le exigió la implantación de estructura social en las regiones donde opera y que el propio BNDE financió el 80% del costo total (Gonçalves et al. 1994). La afirmación de Aracruz de que no ocupa áreas agrícolas, es contradecida, por ejemplo, por la forma en que la empresa adquirió tierras en Bahia, previamente dedicadas al cultivo en pequeña escala del mamão, una fruta local. Aunque un director de Aracruz declaró que la producción del mamão estaba en decadencia, los agricultores locales habían logrado vivir de esta producción. En general, la insistencia de la compañía de que sus actividades son compatibles con la agricultura tiene poco sentido, dada su propensión a adquirir precisamente los mejores suelos agrícolas, debido a que ello facilita la mecanización de las tareas. Aracruz es propietaria del 15% de las tierras planas de Espírito Santo (FASE 1993). En el plano ambiental, la empresa es a su vez acusada de haber derribado e incendiado más de 50.000 hectáreas de bosques durante su primera fase de plantaciones (FASE 1993, Miranda 1993c, IAD 7/8.1992). A ello se suma la plantación de eucaliptos en áreas de preservación permanente, por lo que ha sido multada por el IBAMA, organismo estatal encargado de velar por la conservación ambiental. Rogério Medeiros, coordinador nacional de medio ambiente de la Federación Nacional de Periodistas, quien ha venido haciendo un seguimiento de las actividades de Aracruz desde sus inicios, afirma que durante ese período han desaparecido 156 cañadas de la región y que los pozos se están secando en numerosas áreas; hasta un río, el San Domingos, se secó. De acuerdo con João Pedro Stedile, del Movimiento de los Sin Tierra "50.000 personas de la región solían comer pescado todos los días. Ahora no comen más pescado; algunos pescadores han dejado de pescar, porque quedan pocos peces que pescar" (IAD 7/8 1992). En cuanto a los suelos, es importante señalar la experiencia de los indígenas Tupiniquim, quienes, al recuperar parte de sus tierras, devueltas luego de haber sido plantadas con eucaliptos, constataron que éstas no retornaron a su antigua productividad agrícola, y que "quedaron arenosas". Se ha responsabilizado al uso indiscriminado de agrotóxicos, en particular los herbicidas Goal y Roundup y el hormiguicida Mirex, por el envenenamiento en masa de los animales de la región (FASE 1993). (A partir de 1993, parece ser que todas las principales empresas de pulpa han pasado a utilizar Mirex-S, un piretroide menos nocivo, en sustitución del organoclorado Mirex [Fanzeres 1995].) De acuerdo con las ONGs locales Centro de Estudos e Pesquisas para o Desenvolvimento do Extremo Sul da Bahia y el Centro de Defesa dos Direitos Humanos, Aracruz ha sido además "constantemente multada" por contaminación industrial. Personas de la localidad han testificado que "Próximo a la fábrica resulta casi imposible respirar. La mayoría de las personas que trabajan en la fábrica probablemente no tengan más mucosa nasal. . . La polución aérea emitida por Aracruz llega a distancias de más de 100 km según los vientos" (CEPEDES/CDDH 1992). El Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Celulosa (SINTICEL) ha acusado a Aracruz de prácticas incorrectas en el manejo de la emisiones, tanto hídricas como aéreas (FASE 1993) .Los activistas locales denuncian que las emisiones de sustancias químicas en el Atlántico han matado y envenenado tanto a los peces como a la vegetación (IAD 7/8.1992). Resulta además difícil esperar que la recientemente profesada preocupación de Aracruz por la adopción de procesos industriales "limpios" dé lugar a resultados permanentes, dado que está básicamente guiada por la búsqueda de mayores márgenes de ganancia. En efecto, cuando a fines de 1993 la empresa incorporó una nueva tecnología para el blanqueo sin cloro de la celulosa, estaba simplemente respondiendo a la demanda del mercado extranjero por pulpa libre de cloro. Un importante directivo de la empresa dijo que "sin la nueva tecnología, dejaríamos de vender 150.000 toneladas de celulosa para el mercado internacional" (IBASE 1993b). Es por esta razón, que la firma tiene tres diferentes tipos de procesos industriales en sus cuatro líneas de producción. En uno emplea cloro, otros dos producen pulpa sin cloro elemental y sólo con el más nuevo produce pulpa totalmente sin cloro (Fanzeres 1995). No resulta entonces sorprendente que en mayo de 1992, en vísperas de la Cumbre de la Tierra, el Forum Brasileño de ONGs, junto a diversos sectores de la sociedad, organizaran un acto público denunciando la "farsa de Aracruz" y criticando una propuesta de presentar las actividades de la empresa como modelo de desarrollo sustentable. En ese momento, Greenpeace cerró simbólicamente a Portocel, el puerto de exportación de la empresa, como señal de protesta contra los daños ambientales y sociales provocados por la producción de pulpa, incluyendo su destrucción de bosques nativos (FASE 1993, Bruno 1992). Un equipo de investigadores llega a la conclusión de que Aracruz "asume la imagen de protectora del medio ambiente y, en tanto, sus eucaliptales secan cursos de agua, destruyen la fauna local, causan empobrecimiento del suelo, impiden la regeneración de las especies vegetales nativas, reducen drásticamente el área cultivable de alimentos básicos (en un país donde mucha gente muere de hambre), sin hablar de la concentración fundiaria y la expulsión del hombre de campo, lo que contribuye a aumentar la población urbana y la degradación de las condiciones de vida en las ciudades. ¿Dónde está el desarrollo sustentable? (Gonçalves et al. 1994) Esta empresa fue concebida en 1984 entre uno de los principales holdings de Brasil (el grupo Suzano) y la empresa estatal Companhia Vale do Rio Doce. El grupo Suzano, con intereses en numerosas áreas, es propietario de la Cía. Suzano de Papel e Celulose, una de las principales empresas papeleras integradas del país (madera, pulpa, papel, editorial, gráfica). Con anterioridad, la empresa había producido pulpa exclusivamente para su propia producción de papel. Bahia Sul Celulose constituyó su primera incursión en el área de la exportación de pulpa. Los principales accionistas de Bahia Sul son Suzano (CSPC), que en la actualidad posee el 35% de las acciones, la Companhia Vale do Rio Doce (CVRD), con un 29%, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), con un 26% y la Corporación Financiera Internacional (CFI), que forma parte del Banco Mundial, con un 3%. Sin embargo, la propiedad de las acciones ordinarias (con derecho a voto) quedó en manos de los dos socios fundadores, correspondiéndole un 55% a Suzano y un 45% a CVRD. La inversión total fue de 1.500 millones de dólares y la empresa se benefició con créditos del BNDES a 10 años (con 3 de gracia) por valor de US$387 millones a tasas de interés muy inferiores a las del mercado. Bahia Sul también obtuvo US$33 millones del Citibank y US$83 millones del Manufacturers Hannover Trust. El papel de la Corporación Financiera Internacional, más allá de su aporte económico, constituyó un apoyo simbólico del Banco Mundial al emprendimiento, que facilitó la obtención de dinero en otras fuentes (Gonçalves et al. 1994). Bahia Sul Celulose tiene una capacidad instalada para producir 500.000 tons de pulpa blanqueada de eucalipto y 250.000 tons de papel de imprimir y de escritura. El 45% de la pulpa se destina a la producción propia de papel, el 45% a la exportación y el 10% restante al mercado interno (CEPEDES/CDDH 1992). La mitad de la celulosa exportada tiene como destino a Asia y la otra mitad se reparte por partes iguales entre América del Norte y Europa. El 60% del papel que produce es también exportado; la mitad a América del Norte y el resto se reparte entre Europa y Medio Oriente (Gonçalves et al. 1994). La empresa se ubica en el quinto lugar entre los exportadores brasileños de pulpa. La decisión de localizar la empresa en Bahia se debió principalmente a la existencia de amplias áreas plantadas con eucaliptos en la región. Suzano, un pionero en la producción de pulpa en base a eucalipto, había agotado sus posibilidades de expansión en el estado de São Paulo y requería nuevas fuentes de pulpa. La CVRD, que ya estaba involucrada en "joint ventures" en el sector celulósico y que poseía 100.000 hectáreas de eucaliptos, plantadas originalmente para la producción de carbón destinado a la industria del acero, se convertía en el socio ideal para Suzano (Higgs 1992a, 1992c). Las plantaciones de la CVRD fueron consecuencia de la política de incentivos del gobierno para la plantación de árboles, que. inicialmente se concentraron en la región centro- sur de Brasil. A fines de los años 70, los precios de la tierra se elevaron en esa región y las empresas plantadoras se orientaron hacia el sur de Bahia, donde amplias áreas de tierra barata o deforestada comenzaban a estar disponibles como resultado de la construcción de carreteras y la asociada extracción insustentable de madera. Esta actividad forestadora no tenía un objetivo claro en cuanto al destino final de la madera y en muchos casos simplemente buscaba captar los recursos que el estado volcaba hacia esta actividad. En 1982, el estado de Bahia se consolida como el segundo polo forestal del país (Miranda 1992). Estaban dadas entonces todas las condiciones para la instalación de una planta de pulpa: materia prima abundante, tierra barata, mano de obra barata, infraestructura de transporte y cercanía al puerto de Vitória. En la actualidad Bahia Sul Celulose es propietaria de 114.000 hectáreas de tierra, distribuidas en 68.000 de eucaliptos, 34.000 de bosque nativo y 12.000 ocupadas por obras de infraestructura. El ritmo de plantación anual es de 1.000 hectáreas y desde 1992 la empresa también ha promovido la plantación de árboles por los campesinos en sus propias tierras, a fin de ampliar la base de materia prima con vistas a una posible ampliación futura de la planta (Gonçalves et al. 1994, Higgs 1992c). Al igual que Aracruz, Bahia Sul Celulose se presenta como defensora de la naturaleza, culpabilizando a los pobres por su degradación. Por ejemplo la caza, practicada por la gente local como complemento de la alimentación, es tratada en la literatura de la empresa como un "crimen ecológico", que está siendo heroicamente combatido por la compañía. Un periodista especializado en temas industriales comentó con aprobación en 1992, que "las consideraciones ambientales fueron importantes, tanto en la ubicación de la planta como en su construcción: "Además de la conservación del 30% de su tierra forestal para especies indígenas y la plantación anual de 20.000 ejemplares de dichas especies, la empresa llevó a cabo extensos estudios previo a la construcción, para garantizar la seguridad del medio acuático. Algunos aspectos de la planta incluyen deligninización con oxígeno, tratamiento primario y secundario de los efluentes y producción de energía a partir de biomasa" (Higgs 1992). Tales afirmaciones son erróneas. Ignoran el hecho de que antes de que la región fuera abierta para el "desarrollo", la gente local utilizaba los recursos naturales de una manera mucho más responsable de lo que hoy lo hace la empresa (Miranda 1992). También son contradecidas por el hecho de que Bahia Sul destina apenas un excepcionalmente bajo 7,2% de sus costos totales de instalación al equipamientos para el control de la contaminación (Gonçalves et al. 1994), cuando en los países industrializados, este porcentaje normalmente oscila en torno al 20% (CEPEDES/CDDH 1992). Tampoco se mencionan otros peligros socioeconómicos que las instalaciones de Bahia Sul plantean para la región en su conjunto, tales como los relacionados con la dependencia de un solo monocultivo. En el caso de la producción de cacao en Bahia, esta dependencia dio lugar a reiteradas crisis, atribuibles a irregularidades climáticas, la aparición de plagas y a la caída internacional de precios, sobre los que los productores locales tenían escaso control. La dependencia del cultivo de eucaliptos puede dar lugar a problemas similares. La reducción del área agrícola del estado, ya le ha llevado a una mayor dependencia en materia de alimentos, que deben ser traídos a un costo superior de otros estados, lo que ha repercutido negativamente sobre la calidad de vida de la gente de menores recursos (CEPEDES/CDDH 1992, Miranda 1992). Además, la llegada de Bahia Sul se tradujo en la expulsión de unas 8.000 familias de sus pequeñas propiedades. Aquellos expulsados que se convirtieron en trabajadores forestales, se encuentran hoy en una situación peor que la de quienes lograron conservar sus propiedades (Goncalves et al. 1994). Bahia Sul tampoco ha demostrado ser un eficiente generador de empleos. Cada uno de los 5.500 empleos existentes requirió una inversión de entre US$226.000 y 338.000 y debe tenerse además en cuenta que parte importante del capital provino de fondos públicos. De acuerdo con un estudio realizado por ONGs locales (CEPEDES/CDDH 1992), un proyecto de desarrollo alternativo (basado en una agricultura diversificada), que contara con un nivel similar de inversión, podría generar 150.000 empleos, con un costo por empleo generado de apenas US$8.300. En el sector forestal, la empresa emplea sólo una persona cada 45 hectáreas, en tanto que las actividades agrícolas generan 1 empleo fijo cada 2,5 hectáreas y la producción de mamão requiere 1,5 trabajadores por hectárea (CDDH 1993). Por añadidura y pese a la propaganda de la empresa, muchos de los empleos generados no han beneficiado a la gente local, que a menudo no está suficientemente capacitada para los mismos (Miranda 1992). Tampoco han mejorado las condiciones de vida y trabajo. El gran número de personas atraídas al área de Bahia Sul por los anuncios de la empresa requiriendo trabajadores para la construcción de la planta, precipitó un aumento exagerado en el precio de los alquileres. Para quienes venían sin su familia, las condiciones de vida eran pésimas. Cuartos de 3 x 4 metros alojaban a 6 o más trabajadores, con un solo baño por cada grupo de 32 hombres. Los problemas familiares se exacerbaron debido a la larga separación. Unos 5.000 trabajadores vivieron en estas condiciones durante 3 años y en ciertos momentos llegaron a sumar 13.000. A raíz de ésto esto se desataron varias huelgas, que retardaron el inicio de la operación de la planta (CEPEDES/CDDH 1992, CDDH 1993, Gonçalves et al. 1994). Desde los sectores sindicales se señala el elevado índice de desempleo y subempleo y las pésimas condiciones de trabajo en el sector forestal. El sistema de transporte usado, tanto para las obras como en el área forestal, es denunciado como degradante y peligroso, puesto que los trabajadores, cual si fuesen ganado, son transportados en la caja de los camiones, dando lugar a accidentes frecuentes (CEPEDES/CDDH 1992). Bahia Sul también ha perjudicado la pesca y el turismo locales, que alimentan y dan ocupación a un número muy importante de personas (CEPEDES/CDDH 1992). Un megaproyecto de este tipo implica una enorme concentración fundiaria, de capital y de poder político. Como genera muy escaso empleo en relación al nivel de inversión, poco de este capital y de este poder llega a encontrar alguna vez el camino hacia los más desvalidos. Como resultado, empresas tales como Bahia Sul pasan a tener un peso político desproporcionadamente alto y se corre el riesgo del desarrollo de un "coronelismo" moderno, en el que los grandes poseedores de tierras y capital se convierten en una suerte de "señores feudales" que pretenden dictar las políticas locales. Aún antes de entrar en funcionamiento, ya existían denuncias de uso de recursos financieros de Bahia Sul en beneficio de candidatos a las elecciones (CEPEDES/CDDH 1992). Años más tarde, Bahia Sul hizo un adelanto de parte de sus impuestos al gobierno estadual de Bahia, que el gobierno empleó para asfaltar las rutas más utilizadas por los camiones de la empresa (Miranda 1992c). En 1989, de manera similar a lo ocurrido en el estado de Espírito Santo, el gobierno estadual de Bahia se vio forzado a reaccionar contra el creciente "poder feudal" de la empresa y a demandar que la misma suspendiese la adquisición de nuevas áreas de tierra. Los problemas ambientales causados por Bahia Sul son también importantes. En el sur del estado de Bahia, donde está instalada la empresa, apenas sobreviven unas 60.000 hectáreas de un bosque que en 1930 ocupaba un millón y medio de hectáreas. Estos bosques forman parte de la Mata Atlántica, tanto o más rica en biodiversidad que la selva amazónica y que se encuentra en peligro de desaparición (CEPEDES/CDDH 1992). Las plantaciones de eucaliptos de Bahia Sul ponen en peligro la sobrevivencia de este bosque, fundamentalmente debido a que ocupa áreas cruciales que, sin los eucaliptales, hubieran dado lugar a la regeneración del bosque nativo. A menos que se permita que estas áreas se regeneren, poco sentido tendrá la conservación estricta de unas pocas y diminutas áreas de Mata Atlántica intocadas, que es el tipo de conservación que Bahia Sul, como parte de su discurso de relaciones públicas, se preocupa de publicitar que apoya. Las plantaciones de eucaliptos de Bahia Sul también están afectando, tanto en calidad como en cantidad, el abastecimiento de agua de la región. Moradores del poblado de Veracruz, por ejemplo, declararon que, a raíz de una plantación cercana de eucaliptos, se secaron varios pozos de agua y tuvieron que profundizarlos unos 3 metros para poder volver a disponer de agua. A su vez, los insecticidas, fertilizantes y herbicidas utilizados en las plantaciones contaminan los cursos de agua y esto impacta sobre la fauna acuática. Los pobladores de la colonia de pesca de Caravelas iniciaron un proceso judicial para que se investigara la calidad del agua, en vista de la significativa disminución de cangrejos y otras especies, vinculado al uso de agroquímicos (CEPEDES/CDDH 1992). La gente local también teme que la contaminación hídrica que resultará del funcionamiento de la planta industrial habrá de constituirse en otro problema más. Las primeras plantaciones de eucaliptos en Minas Gerais fueron iniciadas en la década de 1940, llevadas a cabo por la Compañía Belgo-Mineira, con el objetivo de producir carbón. Las mismas se expandieron enormemente a partir de la segunda mitad de la década del 60 (y en particular durante los 70), promovidas con subsidios del gobierno. A la Belgo Mineira se sumaron Florestas Rio Doce (creada por el estado y la Companhia Vale do Rio Doce en 1968) y la compañía Aceros Especiales Itabira (ACESITA), así como muchos otros plantadores independientes, siendo el objetivo de estas plantaciones el de abastecer de materia prima o energía a las industrias de celulosa, hierro y acero y cemento. El estado de Minas Gerais llega así a poseer la mayor área plantada de eucalipto de Brasil (Gonçalves 1995). Hacia 1970, Japón se convierte en el principal comprador de CVRD. En 1972, esta compañía firma un convenio con la Japan Brazil Pulp Resources Development Co. (JBP), por el que se crea una empresa conjunta denominada Celulose Nipo-Brasileira o CENIBRA, para la producción de pulpa kraft de eucalipto para exportación, la mitad de la cual tendría como destino al Japón. El 51,5% de las acciones quedaba en manos de la CVRD. El 36% de las acciones de la JBP estaba a su vez en manos de la agencia japonesa de "asistencia" bilateral Overseas Economic Cooperation Fund. Otros accionistas de JBP incluían a Oji Paper (casi el 10%); Jujo Paper, Honshu Paper e Itochu (más de 8% cada uno); Tokai Pulp, Daishowa Paper, Hokuetsu Seichi Paper Mills, Mitsubishi Paper Mills, Daio Paper y Sanyo Kokusaku Pulp (más de 3,5% cada uno); y, con menor número de acciones Kanzaki Paper, Daiko Paper, Chuetsu Pulp, Nippon Kakou Sheisi, Abegawa, Kishu, Sanko, Juban y Mishima (Gonçalves 1995). Cuando CENIBRA inició sus operaciones en 1974, la planta fue abastecida de madera por Florestas Rio Doce, una subsidiaria de la CVRD. Simultáneamente se crea FLONIBRA (Florestas Nipo-Brasil), con el objetivo de adquirir 400.000 hectáreas adicionales de tierra a ser plantadas con eucaliptos en Bahia y Espírito Santo. En 1984, las 155.000 hectáreas que habían sido adquiridas (incluyendo 88.000 plantadas con eucaliptos y 48.000 de "áreas de conservación"), fueron traspasadas a CENIBRA Florestal, encargada de abastecer a la fábrica de madera para pulpa y para energía (Goncalves et al. 1994). CENIBRA Florestal emplea a unas 4.600 personas, que entre otras tareas forestales, plantan unas 6.000 hectáreas de eucalipto al año (JATAN 1993). La planta de pulpa de CENIBRA, donde trabajan unas 1.300 personas, ha incrementado su producción de 116.000 toneladas en 1978 a 376.000 en 1993 y ya están aprobados los planes para duplicar la producción (JATAN 1993, Gonçalves 1995). El 80% de la producción es destinado a la exportación (50% a Japón y 30% a Europa y EEUU), ubicándose en la segunda posición entre las principales empresas exportadoras de pulpa, siendo sólo superada por Aracruz (JATAN 1993, Miranda 1993a). La localización de la planta de la empresa en Minas Gerais, a cierta distancia de la costa, sólo fue posible por la utilización de un ferrocarril de altísimo nivel perteneciente a CVRD. Cuando la planta comenzó su producción, se duplicó la ferrovía y se la adaptó al transporte de celulosa (Gonçalves et al. 1994). La empresa es también capaz de mantener sus costos bajos por ser copropietaria, en asociación con Aracruz Celulose, del puerto de Portocel, especializado en la exportación de celulosa (Knight 1991b). En 1975, CENIBRA además recibió financiamiento del estado por valor de US$128 millones. Este fue complementado por otros US$14 millones en 1976, US$16 millones en 1981 (para reducir el consumo de energía), otros US$6,6 millones en 1982 y US$15 millones en 1985 (Gonçalves et al. 1994). Las reivindicaciones de CENIBRA en cuanto a sus credenciales "verdes" se basan en un plan estratégico quinquenal, elaborado en 1991, para asegurar un "desarrollo sustentable" (Higgs 1992d). De acuerdo con el plan, un área de 240 hectáreas de pinos y eucaliptos que rodean la planta será enriquecida con especies indígenas para atraer el retorno de la flora y fauna nativas. Además, se preservarán 1.000 hectáreas de bosque nativo y se reforestará con especies nativas las márgenes del rio Doce en propiedad de la empresa. A nivel de la planta industrial, se tomarán medidas para el control de efluentes, monitoreados por la propia empresa y se comenzará la producción de celulosa libre de cloro. Varios aspectos de este plan merecen comentarios. En primer lugar, la plantación de especies indígenas y la preservación de algunas áreas de bosques nativos (esto último no es una medida voluntaria sino una obligación legal), constituyen medidas esencialmente cosméticas, para apaciguar a una población cada vez más preocupada por el avance de los eucaliptales y a los grupos ambientalistas del norte (también pueden limitar en algo el peligro del ataque de plagas). En segundo lugar, la implementación de un sistema de tratamiento de efluentes sólo fue llevada a cabo en 1988 (11 años después de que la empresa entrara en funcionamiento) y sólo luego de intensas presiones por parte de la población local (Gonçalves 1995). Por lo tanto, su instalación no prueba que se trate de una empresa digna de confianza en la temática ambiental. De similar manera, la producción de celulosa blanqueada sin cloro sólo se implementó por exigencias de la Comunidad Europea y este proceso solamente se aplica a la celulosa a ser exportada a dicho mercado (JATAN 1993). Al igual que en el caso de los esfuerzos de Aracruz y Bahia Sul en materia de "maquillaje verde", el plan de "desarrollo sustentable" de CENIBRA deja astutamente de lado una serie de realidades destructivas de las operaciones de la empresa. Una de tales realidades es la forma en que el proyecto de CENIBRA y los de otras empresas como CVRD, ACESITA y Belgo Mineira, concentran enormes extensiones de tierra en pocas manos, en un proceso a menudo marcado por la violencia. Por ejemplo, de acuerdo con JATAN (1993), FLONIBRA "apeló a cualquier método para adquirir tierra para sus plantaciones . . . a veces, comprando a precios superiores a los del mercado, otras veces obligando a los habitantes locales a emigrar utilizando la violencia o apelando al engaño y fomentando conflictos entre vecinos, 'resueltos' por agentes de la empresa que adquirían la tierra". En otros casos, FLONIBRA cortó bosques secundarios habitados por indígenas y obligó a los agricultores locales a emigrar a las poblaciones cercanas (JATAN 1992). Al igual que en otras partes de Brasil, la concentración de buenos suelos agrícolas en pocas manos ha dado lugar al colapso de la agricultura de subsistencia, al éxodo a la ciudad y al debilitamiento de la autonomía y de los lazos culturales locales (Guerra 1992, Gonçalves 1995). El trabajo asalariado ha por su parte podemostrado ser un sustituto inadecuado a la agricultura de pequeña escala, tanto en términos económicos como culturales. Un trabajador entrevistado, antiguo empleado de la empresa dice que: "el salario que ganábamos no servía para gran cosa . . . sólo daba para sobrevivir" (Gonçalves 1995). Como consecuencia de la ocupación de las áreas agrícolas por las grandes plantaciones para pulpa, Minas Gerais ha debido importar alimentos de otras regiones. Además, a medida que se aumenta la superficie de tierra en poder de las empresas plantadoras (ACESITA, por ejemplo, tiene 250.000 hectáreas, Belgo Mineira 100.000 Y CENIBRA 155.000), también crece la dependencia de los pueblos locales con respecto a dichas empresas y la influencia de las mismas sobre los procesos de toma de decisiones. Uno de los resultados es la instalación de aún más proyectos industriales y plantaciones de árboles (Guerra 1992, JATAN 1993). Por otro lado, la relación de la empresa con los trabajadores ha sido autoritaria y explotadora. De acuerdo con un trabajador entrevistado, si bien los salarios fueron inicialmente buenos y había un fuerte sindicato, los salarios declinaron sensiblemente luego que CENIBRA comenzara a manipular las elecciones sindicales a través de presiones y fraude. La empresa también despidió a trabajadores sindicalizados y comenzó a promover la tercerización, es decir, la subcontratación de empresas para la realización de las tareas forestales e industriales. Este cambio, que apuntaba a la reducción de costos, resultó en salarios aún más bajos y en una menor concentración de trabajadores, volviendo aún más difícil la sindicalización (Gonçalves 1995). Las condiciones de trabajo son a menudo inadecuadas y se denuncia que muchos de los operadores de motosierras que trabajan en las plantaciones sufren de desórdenes nerviosos y otros problemas de salud (JATAN 1993). La misma política de tercerización está siendo aplicada por CENIBRA en el área de plantaciones a través del programa Fazendeiro Florestal (en conjunto con un órgano estadual), a través del cual se provee de plantas, fertilizante y veneno para hormigas a los agricultores, si plantan eucaliptos en sus propios predios. Con ello la empresa incrementa su base forestal sin necesidad de adquirir más tierras. Los campesinos están contractualmente obligados a vender la madera a CENIBRA al "precio de mercado", que es establecido por la propia compañía (Gonçalves 1995). Los impactos ambientales de las plantaciones de CENIBRA incluyen la destrucción de bosques nativos y la pérdida de biodiversidad (Guerra 1992, JATAN 1993, Gonçalves 1995). Se ha instalado plantaciones de eucaliptos en buenos suelos agrícolas. No sólo CENIBRA no se restringe al uso de tierras "degradadas" sino que además, en contradicción con su propia política, también planta en pendientes pronunciadas (Guerra 1992). También se ha visto afectada la ecología de los suelos. La gruesa capa de restos vegetales no puede ser mineralizada rápidamente por los organismos descomponedores. Por consiguiente, se forman ácidos orgánicos y los iones de calcio, potasio y magnesio son reemplazados en la capa superior del suelo por iones de hidrógeno. Esto da lugar a un pH más bajo, que afecta la disponibilidad de nutrientes para las plantas. La capacidad productiva a largo plazo de los suelos se encuentra en peligro y no se sabe por cuanto tiempo se podrá continuar produciendo madera de eucalipto en los mismos suelos (Guerra 1992). La corteza de los árboles (que contiene gran parte de los nutrientes extraídos del suelo por el árbol), es utilizada en la planta para generar energía, con el consiguiente empobrecimiento de la fertilidad de los suelos (JATAN 1993). Además, la gente local ha notado un descenso en el nivel de la napa de agua debido a una menor recarga. Esto es atribuible al mayor escurrimiento superficial asociado con las plantaciones y al elevado consumo de agua por parte de los eucaliptos. Finalmente, el uso de pesticidas tales como Aldrin y Mirex ha dado lugar a la contaminación de suelos y cursos de agua, con el resultado constatado de gran mortandad de peces (Guerra 1992). La empresa incluso ha llegado a realizar aplicaciones aéreas de herbicidas, con perjuicios para los agricultores locales (Gonçalves 1995). Los impactos ambientales derivados de la planta de pulpa de CENIBRA han sido igualmente graves. Las primeras denuncias de contaminación hídrica surgen desde el propio inicio de las operaciones de la planta en 1977 y continúan hasta el día de hoy. Recién a fines de 1986, la empresa se compromete formalmente a instalar, en un plazo máximo de 30 meses, un sistema de tratamiento de efluentes líquidos industriales y sanitarios. A partir de 1990, CENIBRA se compromete a la realización de un "automonitoreo" de sus efluentes, sometiendo mensualmente al órgano estatal correspondiente los resultados del mismo, pero sin que los mismos se hagan públicos (Gonçalves 1995). Aunque no hay información científica disponible sobre la contaminación aérea en el área de la planta, cabe señalar que en 1992, en ocasión de su visita a la planta, los integrantes de JATAN señalaron que "no pudimos menos que notar el horrible olor presente en toda la planta y sentimos lástima por los trabajadores que tenían que trabajar allí" (JATAN 1993). Jari y Companhia Florestal Monte Dourado En 1967, el magnate naviero norteamericano Daniel Ludwig pagó a la dictadura militar brasileña US$3 millones por 1,6 millones de hectáreas de bosque tropical sobre el río Jari, cerca de la frontera con la Guayana Francesa. Al año siguiente, comenzó a plantar amplias masas homogéneas de árboles de rápido crecimiento destinadas a la fabricación de pulpa. La planta de pulpa de Ludwig, construida en Japón y llevada por mar hasta el sitio elegido, quedó finalmente instalada en 1979. El proyecto, idéntico a los demás que se están implantando en Brasil, sólo se diferenció esencialmente en la especie elegida, que resultó un fracaso. En efecto, la empresa eligió plantar Gmelina arbórea, una especie de rápido crecimiento originaria de Indonesia. A los problemas comunes a los eucaliptos y pinos (las hormigas defoliadoras de los géneros Atta y Acromyrmex) se agregó el ataque de un hongo (Ceratosystis fimbriata), que no sólo detenía el crecimiento de los árboles, sino que además reducía la calidad de la madera para pulpa (Higgs 1993b, Shell/WWF 1993). Estos problemas con la especie elegida implicaron grandes pérdidas para la empresa, que en 1978 ya había plantado 64.000 hectáreas de Gmelina (Shell/WWF 1993). A partir de ese momento comenzó a plantar un pino (Pinus caribaea var. hondurensis), sobre el que ya existían experiencias en la región. En 1982, cuando Brasil se encaminaba hacia la democracia y Ludwig no iba a poder contar más con el apoyo de los militares (Sargent & Bass 1992), decidió vender Jari a un consorcio de 23 empresas brasileñas, encabezadas por el grupo CAEMI, que adquirió el 40% de las acciones (IBASE 1993a). El BNDES apoyó la operación con un préstamo de US$180 millones (Shell/WWF 1993). Uno de los principales nuevos accionistas fue la empresa AMCEL (Amapá Florestal e Celulose S.A.), propietaria de unas 90.000 hectáreas de pinos en la cercanía de la planta (Knight 1991b). Esto último fue de gran importancia para la empresa, dado que la productividad de sus propias plantaciones era tan baja, que se tuvo que recurrir a dichas plantaciones de pino para abastecer a la planta de pulpa hasta tanto no entraran en producción sus nuevas plantaciones de pinos y las aún más recientes de eucaliptos (Knight 1991b). En la actualidad la empresa posee unas 90.000 hectáreas de plantaciones, compuestas fundamentalmente por eucaliptos y pinos y sólo quedan 2.000 de gmelina. La especie principal ha pasado ahora a ser el eucalipto, el 60% del cual proviene de clones seleccionados y el 40% de semilla. Se continúa plantando a un ritmo de unas 13.500 has por año (Higgs 1993b). La planta de pulpa de Jari, operada por la Compahia Florestal Monte Dourado, produce 300.000 toneladas de celulosa, 55% de la cual de fibra larga y 45% de fibra corta. El 80% de la producción es exportada, siendo los principales mercados Europa (65%), EEUU (14%) y otros de creciente importancia como Japón, Indonesia, Corea y China (Shell/WWF 1993). Jari no se ha quedado atrás de las otras empresas del ramo en la incorporación del "lenguaje verde" a sus actividades. En palabras del periodista Richard Higgs, "Jari está muy orgullosa de su casi quirúrgica incorporación de especies plantadas dentro del predominante y lujurioso bosque natural", una práctica que a la vez sirve "para prevenir el desarrollo de plagas y enfermedades" (sobre lo cual la empresa tiene una amarga experiencia). Además, la compañía mantiene áreas de reserva y conduce investigaciones sobre especies indígenas susceptibles de tener alguna utilidad económica. Al igual que otras empresas de celulosa, Jari ha mostrado recientemente mucha preocupación en torno a la contaminación por el uso de cloro, aunque esta preocupación sólo se despertó en 1992 (es decir, luego de 14 años de operación) y ello por la presión de los consumidores europeos, que comenzaron a exigir pulpa blanqueada sin cloro (Higgs 1993b). Los esfuerzos propios de Jari en materia de relaciones públicas han recibido a su vez un importante apoyo por parte de Paulo de T. Alvim, un conocido planificador agrícola brasileño, quien ha manifestado que las plantaciones de Jari reducen el calentamiento global de la atmósfera debido a que están en crecimiento, mientras que el bosque tropical que había ocupado previamente el sitio estaba en equilibrio con la atmósfera, por lo que ni absorbía ni emitía anhidrido carbónico (Fearnside 1993). Tales manifestaciones ocultan mucho más de lo que revelan. Por ejemplo, aunque la empresa está legalmente obligada a conservar el 50% de los bosques existentes en su predio, ya lleva cortado alrededor de la tercera parte de dichos bosques para cubrir el déficit de materia prima con especies tales como Jacaranda copaia, que en 1982 constituyeron el 20% de su insumo maderero total. Unas 1.200 hectáreas de los bosques que Jari dice proteger están siendo cortadas anualmente (Shell/WWF 1993), fundamentalmente para la producción de energía y para la ampliación de sus plantaciones (Fanzeres 1995). En 1992, el organismo oficial encargado de la conservación ambiental (IBAMA), denegó una solicitud de la empresa de cortar 5.000 hectáreas de bosque denso, que pensaba sustituir por plantaciones (IBASE 1993a). La corta de los bosques nativos ha implicado no sólo la pérdida de los mismos, sino que también ha llevado a la pérdida de hábitats para un número muy importante de especies. Otros problemas ambientales se originan en el propio modelo de plantaciones monoespecíficas. Los expertos forestales no se cansan de señalar el grave error de Ludwig al elegir a la gmelina como especie para su plantación (Sargent & Bass 1992, Shell/WWF 1993). Sin embargo, este tipo de "error" es simplemente un ejemplo de un problema más general que los forestales se muestran poco dispuestos a reconocer y del que Jari constituye un mero ejemplo: que si en una plantación monoespecífica a gran escala de una especie de rápido crecimiento, alguna especie de hongo, virus, insecto u otro animal encuentra allí su alimento, puede ser capaz de liquidar la plantación entera en muy poco tiempo. El ataque de plagas fue sin embargo sólo uno de los problemas ambientales que afectaron al proyecto Jari. Cuando los turnos de corta de la gmelina fueron acortado a tres o cuatro años, con el objetivo de evitar el ataque de hongos, los nutrientes comenzaron a ser extraídos del suelo a una tasa más alta. Se estima que la mayor parte del potasio y el fósforo habrán desaparecido del lugar en el transcurso del siglo XXI (Shell/WWF 1993). Por otro lado, el uso de maquinaria forestal pesada ha dado lugar a compactación y erosión de suelos (Sargent & Bass 1992). En lo referente al agua y a la fauna asociada, la empresa no se ha mostrado particularmente preocupada al respecto. Los efluentes de la planta son eliminados por el sencillo y tradicional procedimiento de verterlos directamente al río Jari. Esto ha traído como consecuencia la mortandad de peces aguas abajo de la planta. Tanto la fertilización como los agroquímicos utilizados por la empresa contaminan las aguas (Shell/WWF 1993). La "respuesta ambiental" de Jari a sus necesidades energéticas, consistente en la construcción de una represa hidroeléctrica sobre el río Jari (Knight 1991b, Higgs 1993b), destruiría uno de los sitios históricos más hermosos del estado de Amapá: la Cachoeira (cascada) Santo Antonio (Fanzeres 1995). Por último, la teoría de que las plantaciones de Jari ayudan a mitigar el calentamiento global, ha sido convincentemente refutada por el científico Philip M. Fearnside (1993), quien señala que "la comparación entre la mucho mayor biomasa del bosque reemplazado por Jari por plantaciones, significa que el efecto provocado por Jari es de emisión y no de remoción de carbono atmosférico". Los ejercicios de relaciones públicas de Jari también esconden una situación permanente de abusos en materia social. En su primera etapa, la empresa tuvo que hacer inversiones en infraestructura social a fin de atraer a la gran cantidad de trabajadores forestales e industriales que necesitaba. Se construyeron unas 3.000 unidades habitacionales, así como cuatro escuelas, un hospital con 1.100 camas, clínicas, supermercados, una estación de radio y 11.000 kms. de caminos (Higgs 1993b). Sin embargo y pese a estas inversiones, "los contratistas eran notorios en cuanto al pésimo tratamiento que daban a los trabajadores traídos desde los estados pobres del nordeste" (Sargent & Bass 1992). Esto se reflejó en una permanente rotación de personal a todos los niveles, llegando a porcentajes de rotación del 200-300% por año. A partir del cambio de propiedad de la empresa, surgen nuevos problemas sociales. Entre 1988 y 1993, el número de trabajadores se redujo de 8.000 a 4.500. En el sector forestal, tal reducción se realizó sustituyendo operarios por maquinaria de alta productividad. Muchos trabajadores migrantes son dejados así cesantes, en una región con pocas otras posibilidades de empleo. En el sector servicios, la empresa comienza a pasar la responsabilidad por el mantenimiento del hospital, escuelas y restoranes a las autoridades locales y federales (Higgs 1993b). Es decir, que después de haber atraído a una gran cantidad de trabajadores y sus familias para trabajar en el proyecto en sus etapas iniciales, Jari pretende que el estado se haga cargo de todos los costos sociales a largo plazo. En palabras de un periodista local, "el legado del proyecto Jari ha sido una ciudad-favela en el medio de la selva (Gonçalves, M.A 1995). Riocell, ubicada en el estado sureño de Rio Grande do Sul, fue establecida en 1975. La empresa es propiedad del holding KIV, integrado por Klabin, la compañía financiera Iochpe y el grupo Votorantim. Klabin se ubica en el lugar número 52 en el ranking mundial de ventas de pulpa y papel. Votorantim es el mayor conglomerado privado del país y en 1992 pasó a controlar al Grupo Simão. Con intereses en cemento, aluminio y otros metales, recientemente también se ha volcado al sector de la celulosa y el papel, pasando en 1994 a ubicarse en el número 65 entre las mayores empresas del mundo en ese sector (Higgs 1992b, Marcus 1993a, PPI 9.1995). Riocell nació en 1975 con la compra de la planta existente al grupo noruego Borregaard, que había cerrado a principios del mismo año, debido a presiones públicas contra la contaminación que estaba causando desde su fundación en 1972. Además de la planta, localizada en la ciudad de Guaiba, sobre la margen derecha del río del mismo nombre, a 15 kms. en línea recta del centro de la populosa ciudad de Porto Alegre, la compañía posee 71.693 hectáreas de tierra, de las cuales unas 53.000 son plantaciones (Schinke 1992b, Marcus 1993a). Riocell produce unas 300.000 toneladas de pulpa blanqueada de eucalipto al año y es el principal productor de pulpa para la industria brasileña de rayón. La empresa comparte el tercer puesto de producción y exportación de pulpa blanqueada de eucalipto con Monte Dourado (Jari) y se encuentra en proceso de expandir su planta a una capacidad de 700.000 toneladas anuales. Tiene su propia terminal en el puerto de Porto Alegre (Higgs 1992b, Knight 1991b). Durante los últimos años, Riocell ha respondido a presiones ambientalistas domésticas y externas con un discurso "verde". Por ejemplo, promueve la visita a las plantas de la empresa "para que puedan ver por si mismos que no estamos cortando la selva". Un director de Klabin, Alfredo Lobl, ha declarado que de las 330.000 hectáreas que posee la empresa, unas 100.000 contienen bosques nativos preservados y agrega que "apoyamos programas de educación ambiental para 18.000 niños en edad escolar" (Marcus 1993a). Otro director de Klabin, Celso Foelkel, afirma que "en vez de plantar enormes extensiones de monocultivos de eucaliptos, la empresa ha intentado, en la medida de lo posible, de integrar su desarrollo al medio rural . . . Nadie puede decir que Riocell tenga un desierto verde" (Higgs 1992b). Al igual que otros industriales brasileños, Riocell ha comenzado a producir pulpa blanqueada sin cloro (Higgs 1992b). Estos planteos "ambientalistas", responden sin embargo a una necesidad económica y no se puede decir que reflejen un verdadero compromiso de cambio. Por ejemplo, es la dificultad de obtener grandes extensiones contiguas de tierras en Rio Grande do Sul y no una política de "integrarse al medio rural", lo que ha forzado a Riocell a desarrollar una forestación dispersa en el estado. De manera similar, es la presión del mercado europeo y no la determinación de ser socialmente responsable, la que está empujando a la compañía a producir celulosa blanqueada sin cloro. Así el director Alfred Freund dice que "decidimos seguir este camino [la producción de celulosa producida totalmente sin cloro] porque estamos orientados al mercado. Europa es nuestro principal mercado y Alemania es importante para nosotros" (Higgs 1992b). Para descubrir donde se encuentran las verdaderas prioridades de Riocell es necesario examinar otros aspectos de su trayectoria. Cuando la empresa comenzó sus operaciones en 1975, afirmó haber invertido US$100 millones en el sistema de tratamiento de los efluentes de la planta. Sin embargo, los ambientalistas denuncian que recién se instaló una unidad de tratamiento de efluentes en 1987 (AGAPAN 1992), y e incluso en 1992, la empresa todavía era acusada del vertimiento anual de más de 60 toneladas de compuestos orgánicos clorados en el río Guaíba, de donde se abastece de agua potable la ciudad de Porto Alegre (Schinke 1992b). En 1992, enfrentada a una fuerte oposición por parte de movimientos ambientalistas y de otros a su intento de lograr la aprobación gubernamental para duplicar su capacidad de producción, la empresa intenta sobornar a uno de los principales opositores al proyecto, miembro del gobierno local. Al fracasar en dicho intento, presiona al gobernador del estado, intimándole a que viabilice el proyecto bajo amenaza de que en caso contrario, la empresa se retiraría del estado e invertiría en otro. Finalmente, el gobernador da su aprobación al proyecto de expansión, al mismo tiempo que recibe un préstamo por US$170 millones del Banco Interamericano de Desarrollo, destinado a la descontaminación de la cuenca del río Guaíba (Schinke 1992a). Es interesante destacar que Riocell ha financiado numerosos ensayos realizados en la universidad local, donde los peces criados en agua contaminada con efluentes de la planta han desarrollado anormalidades genéticas graves (AGAPAN 1992). Otros proyectos en proceso de instalación Entre los otros proyectos de plantaciones y producción de pulpa que se vienen implementando, se destacan los siguientes: CELMAR, en Maranhão, con una capacidad de producción de pulpa de eucalipto de 420.000 toneladas tiene por socios al grupo Risipar (asociación de Votorantim con Ripasa), con un 55% del capital, a la Cía Vale do Rio Doce (30%) y a la empresa japonesa Nissho Iwai Corporation (15%). El 80% de la producción sería destinado al mercado externo. El 60% del financiamiento sería aportado por el BNDES, el Banco Mundial y empresas japonesas (Matías 1994). FLORAR, localizado próximo a la línea férrea de Carajás en Maranhão, tiene por socios a Aracruz Celulose (40%), Cía Vale do Rio Doce (20%) y empresas escandinavas (40%). La planta de pulpa tendría una capacidad de producción de 500.000 toneladas de celulosa blanqueada de eucalipto, cuyo destino principal (80%) sería la exportación (Matías 1994). CELPAV. Esta planta en São Paulo, fue adquirida del BNDES a medio construir en 1988 por el grupo Votorantim. Tiene una capacidad de producción de 280.000 toneladas de pulpa kraft blanqueada de eucalipto, la mitad de la cual es destinada a la exportación. La empresa se abastece de materia prima de las propias plantaciones (unas 45.000 hectáreas) del grupo Votorantim (Marcus 1993b). Champion Celulose, una subsidiaria del gigante norteamericano Champion International, que viene desarrollando actividades en Brasil desde 1959, está instalando una nueva planta de celulosa y papel en Amapá. El proyecto involucra la adquisición de 200.000 hectáreas de tierras, la mitad de las cuales para ser plantadas con eucaliptos (Gonçalves, M.A. 1995). En 1993 la empresa ya había plantado 25.000 de las 50.000 hectáreas de eucalipto previstas para abastecer la planta (Knight 1991b). De acuerdo con algunas fuentes, estas plantaciones están reemplazando a un raro tipo amazónica de vegetación de "cerrado", la formación boscosa-arbustiva típica de Brasil central. Se informa que ya se están dando los típicos problemas asociados con toma de tierras y expulsión de pequeños campesinos (Fanzeres 1995). Veracruz Florestal, establecida en 1992, es una empresa subsidiaria del poderoso holding Odebrecht S.A., que actúa en las áreas de construcción civil. petroquímica, montaje industrial, aviación, industria naval, agroindustria, etc. (Gonçalves et al.1994). Basada en Bahia, su objetivo es la producción de 600.000 toneladas anuales de celulosa blanqueada, basada en la producción de unas 62.000 hectáreas de monocultivo de eucalipto. Sus primeras 41.000 hectáreas provienen de la permuta de tierras entre Veracruz y la Cía Vale do Rio Doce. Ya desde su inicio se ha visto involucrada en denuncias de estar deforestando la región (Faillace & Miranda 1993). Los bosques y selvas tropicales brasileñas, con su enorme biodiversidad y maderas valiosas, están desapareciendo a pasos agigantados. Sin embargo, los recursos destinados al estudio de su posible manejo sustentable son ridículamente escasos. En lugar de destinar esfuerzos a explorar la inmensa diversidad de realidades ambientales y socioeconómicas de Brasil, los expertos son canalizados hacia el estudio y la promoción de la uniformidad del cultivo a gran escala de café, cacao, azúcar, soja y monocultivos de árboles de rápido crecimiento. A lo anterior se suma que el estado está volcando miles de millones de dólares para el desarrollo del sector exportador de pulpa y para las enormes plantaciones industriales de eucaliptos y pinos. Estas plantaciones, que a menudo son mostradas como un triunfo del desarrollo del sector privado, no hubieran sido posibles sin la intervención directa e indirecta del estado, que volcó cuantiosos recursos al sector bajo la forma de incentivos fiscales, créditos blandos, apoyo del BNDES y de otras agencias y participación de la empresa estatal Companhia Vale do Rio Doce. El poder coercitivo del estado, resultó de suma utilidad en la transferencia a las grandes empresas forestadoras de tierras en posesión de indígenas y campesinos sin título de tenencia. Finalmente, la visión desarrollista de la dictadura militar (1964-1984), de que el "progreso" ocuparía "espacios vacíos", resultó igualmente importante para conquistar el apoyo de importantes sectores de la población hacia estos grandes proyectos, que supuestamente traerían el progreso a las regiones "atrasadas" del país. No es entonces ninguna coincidencia que el período de mayor crecimiento del sector forestal brasileño haya sido precisamente ese período de 20 años. Sin embargo, el "progreso" generado por este tipo de desarrollo de plantaciones forestales, sólo ha favorecido a una minoría. Concentración de tierras y poder, migración, cambios sociales profundos, empeoramiento de la calidad de vida y degradación ambiental, han sido los resultados para Brasil en su conjunto. El discurso ambientalista adoptado por las empresas no logra esconder esta realidad, aunque sí confundir a la opinión pública nacional e internacional. |
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